Gran parte de las obras del artista, que renovó el muralismo latinoamericano y se ganó la admiración del mexicano Diego Rivera, fueron destruidas durante la dictadura. Ahora, una fundación adquirió una colección que se encontraba en poder de la familia
El legado del artista plástico Miguel Alandia Pantoja, uno de los grandes muralistas de Latinoamérica en el siglo pasado, ya tiene residencia permanente en su natal Bolivia después de que la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB) adquiriera la colección de más de un centenar de obras suyas.
La colección, conformada por 157 obras de caballete “inéditas”, 14 bocetos originales de murales, además de recortes de periódico y afiches, ha quedado en custodia del Museo Nacional de Arte (MNA), dependiente de la FC-BCB, explicó la directora de ese repositorio, Claribel Arandia.
“Estudiar a Alandia Pantoja no es sólo estudiar la estética del momento, o la historia del momento, es pensar y reconcebir también lo que le puede pasar al futuro del país. Es no repetir las malas historias, es construir nuevas historias”, comentó.
Ahí radica la importancia para el MNA “de que jóvenes y niños puedan apreciar esta historia contada en los maravillosos lienzos de colección” del artista, agregó.
Miguel Alandia Pantoja nació en 1914 en el pueblo minero de Catavi, en la región andina de Potosí. Pintor autodidacta, Alandia dejó plasmadas en Chile, Perú y Bolivia obras que representan sus mensajes revolucionarios y fue el único artista de la región que expuso sus obras en el Palacio de Bellas Artes de México, por invitación del Gobierno mexicano y del artista Diego Rivera.
También, combatió en la guerra del Chaco librada entre Bolivia y Paraguay entre 1932 a 1935, participó en la Revolución Nacional de 1952 y fue parte de la resistencia de las dictaduras militares en la década de los años 1970.
“Más allá de ser un pintor, es un ser humano que siente las necesidades de su pueblo y que se identifica con la clase obrera y con la clase campesina”, destacó la directora del MNA.
Esa ansia de plantear el arte “desde la conciencia social” queda plasmada en sus obras que, además, tienen una estética “diferente, cruda”, en la que son protagonistas mineros, campesinos, mujeres e indígenas.
“A veces piensan que el artista sueña y crea alrededor del sueño. En el caso de Alandia, soñaba con un país mejor, como creo que soñamos todos los bolivianos, pero él era activo en su accionar artístico y por eso se lo nombra además el pintor de la revolución”, afirmó Arandia.
En 1965, el gobierno de facto del militar René Barrientos ordenó destruir toda la obra de Alandia en instituciones públicas y privadas, lo que supuso la desaparición de un mural suyo en el Palacio de Gobierno en La Paz y otras obras en el Legislativo.
Alandia falleció en el exilio en Lima en 1975 y luego sus restos fueron repatriados y se enterraron en el Cementerio General en La Paz.
En 2020 sus restos fueron trasladados al Museo de la Revolución Nacional, donde están dos de sus murales más emblemáticos, dentro de un homenaje promovido entonces por las autoridades locales de La Paz para saldar una deuda histórica ante los intentos que hubo de borrar su nombre de la historia boliviana.
Muchas de sus obras salieron del país a principios de la década de 1970 y pasaron por museos y galerías en países como Chile, Perú, Rusia y la antigua Checoslovaquia, según informó en su momento la Alcaldía paceña.
Las obras fueron repatriadas en 1977 y permanecieron en depósitos en La Paz y la ciudad vecina de El Alto, hasta 2018, cuando la familia de Alandia las recuperó.
Hace unos años sus familiares iniciaron un proceso para vender la colección completa a alguna institución, para que el legado permaneciera íntegramente en Bolivia. La propuesta halló eco en la FC-BCB que tras un proceso “largo”, este año logró concretar la adquisición.
“Lo interesante de la colección que ahora tenemos, más allá de los bocetos muralísticos que son una joyita de orfebre, son los procesos que han inspirado a hacer estos murales en las obras de caballete”, dijo Arandia.
A su juicio, las obras de caballete son como los “estudios previos” y “procesos creativos” del muralista “dentro de la construcción de sus murales”.
El museo dio una pequeña muestra recientemente con algunas obras de la colección y otras están en proceso de restauración, con miras a inaugurar en 2025 una sala permanente dedicada al muralista.
Fuente: EFE. Fotos: EFE/Esteban Biba