Distinguidos miembros del Comité Internacional de Premios Lenin por la Paz (APLAUSOS);
Señores embajadores (APLAUSOS);
Compañeros y compañeras (APLAUSOS):
Grande y profunda es la emoción para todos nosotros en este minuto, más,
sobreponiéndonos a ese sentimiento, razonemos un poco acerca de la idea
que nos congrega en esta noche, acerca de la paz, esa palabra que tanto
significa, esa milenaria aspiración de la humanidad.
Porque ha sido esa aspiración una aspiración que surgió en la humanidad
desde que surgieron las guerras, y las guerras surgieron desde que
surgió la explotación.
He ahí el origen de la guerra: la explotación del hombre por el
hombre. Por eso, cuando más se acerca la humanidad hacia la era en que
ha de desaparecer la explotación del hombre por el hombre, más fundada
es la esperanza de la humanidad por la paz, y más grandes son las ansias
de paz de la humanidad.
También es cierto que en ningún otro minuto de la historia humana la paz
es tan necesaria, porque en ningún otro minuto de la historia humana la
guerra significa tanta destrucción y tanta muerte. En ningún otro
minuto de la historia humana la idea de la guerra es tan terrible como
en este momento.
¿Quiénes son los que promueven las guerras? ¿Quiénes son los que en
este momento amenazan a la humanidad con el peligro de la guerra? Los
explotadores, los capitalistas, los colonialistas, los imperialistas.
¿Quiénes luchan por la paz? Los socialistas (APLAUSOS).
Y es lógico, porque el capitalismo significa el saqueo, y el socialismo
significa el trabajo; los capitalistas quieren vivir del saqueo, quieren
vivir de la explotación del trabajo humano, quieren vivir de la
explotación del trabajo de los pueblos; y los socialistas aspiramos a
vivir del trabajo, de nuestro propio trabajo.
El socialismo significa la abolición de la explotación del hombre por el hombre; por eso el socialismo significa la paz.
Ningún sistema socialista se nutre de la explotación del trabajo de
otros pueblos ni de la explotación de los recursos naturales de otros
pueblos. En un sistema socialista no existe la explotación del hombre
por el hombre.
El capitalismo, y su fase más desarrollada, el imperialismo, se nutre,
en primer lugar, de la explotación del trabajo de otros pueblos, de la
explotación de los recursos naturales de otros pueblos y de la
explotación del trabajo de los obreros y de las clases humildes de los
propios pueblos imperialistas.
Para mantener ese despojo, para mantener esa explotación —tanto de su
propio pueblo como del trabajo de los demás pueblos— los imperialistas
necesitan de la fuerza; los imperialistas necesitan de los ejércitos,
los imperialistas necesitan de las armas más destructoras; para mantener
esa explotación, para mantener ese despojo, necesitan de la guerra, y,
cuando menos, necesitan mantener a la humanidad bajo el peligro de la
guerra.
Ningún ciudadano de ningún país socialista posee bienes ni riquezas en
el territorio de otros países; ningún estado socialista es poseedor de
esos bienes o de esas riquezas en otro territorio. En cambio, los
monopolios de los países imperialistas son poseedores de cuantiosos
recursos, de infinitas riquezas en el territorio de otros pueblos, que
sirven para explotar el trabajo de los pueblos sometidos, de los pueblos
colonizados, que sirven para saquear a los demás pueblos. Para
mantener ese saqueo, para mantener ese coloniaje, para mantener ese
dominio, los imperialistas necesitan de las armas, de los ejércitos, de
la fuerza, de las guerras, o de la amenaza de guerra.
Eso explica el porqué el socialismo significa la paz y la lucha por la paz (APLAUSOS).
El socialismo no necesita de ejércitos, no necesita de armas, no
necesita de la fuerza, no necesita de la guerra, no necesita del peligro
de guerra, porque el socialismo no significa explotación, el socialismo
no significa dominio sobre otros pueblos, el socialismo no significa
saqueo de otros pueblos.
Por eso nuestro pueblo, nuestro pueblo socialista, nuestro pueblo revolucionario (APLAUSOS), está del lado de la paz (APLAUSOS).
Y bien sabemos por dura experiencia que los ejércitos y las armas
constituyen algo que los imperialistas, los que nos explotaban antes y
nos quieren volver a explotar, los que nos oprimían antes y nos quieren
volver a oprimir, los que nos saqueaban antes y nos quieren volver a
saquear, nos imponen esa necesidad de gastar en armas y de gastar en
ejércitos, como le han impuesto a todos los demás países socialistas esa
dura necesidad, la de distraer enormes recursos, enormes recursos y
energías del trabajo creador, del desarrollo pacifico, distraer recursos
y energías de los planes de industrialización, de los planes de
educación, de los planes de elevación del nivel de los pueblos, para
dedicarlos a esa necesidad de defenderse de las amenazas y de las
agresiones de los imperialistas.
Los imperialistas necesitan de la guerra. “El capitalismo” —decía Marx—
“ha rezumado sangre de los pies a la cabeza, desde sus mismos
orígenes.” El capitalismo ha significado para la humanidad sangrientas y
bárbaras guerras, guerras coloniales, guerras mundiales, guerras
locales, guerras para repartirse el mundo, guerras para esclavizar a los
pueblos, guerras para volver a repartirse el mundo, guerras cada vez
más sangrientas, guerras cada vez más destructoras, guerras que
conllevan cada vez más víctimas, cada vez más sangre, cada vez más
destrucción, y la destrucción cada vez más hacia la retaguardia, cada
vez más lejos de los frentes de batallas, cada vez más sobre las
indefensas poblaciones; guerras cada vez más terribles, guerras cada vez
más inhumanas.
El imperialismo significa hoy el peligro de guerra, la amenaza de
guerra, de una guerra que haría palidecer a las guerras anteriores, una
guerra que significaría la destrucción de cientos de millones de vidas,
si es que puede alguien calcular la destrucción que ocasionaría una
guerra atómica.
Por eso la lucha por la paz significa luchar por salvar a la humanidad
de una destrucción apocalíptica, significa luchar por salvar a cientos
de millones de vidas de hombres, de mujeres, de jóvenes, de ancianos y
de niños; para salvar a la humanidad de cientos de millones de
inválidos, de mutilados, de lesionados por una guerra atómica; para
salvar a la humanidad de incalculable destrucción.
Eso es lo que significa la lucha por la paz, y esta es la importancia que tiene la lucha por la paz (APLAUSOS).
Pero la lucha por la paz significa también la lucha por la independencia
de los pueblos, significa la lucha por la libertad de las colonias,
significa la lucha por el desarrollo económico de los países más pobres,
significa la lucha por librar a los pueblos de la explotación y el
dominio imperialistas. La lucha por la paz, es decir, la lucha contra
la guerra, la lucha por el desarme, significa no una actitud pasiva,
sino una actitud activa en favor de la independencia y de la liberación
de los pueblos.
El imperialismo necesita del peligro de guerra, entre otras cosas, para
imponer a las masas de sus propios países enormes cargas en impuestos, a
fin de mantener las elevadas y extraordinarias utilidades de los
monopolios; necesitan los imperialistas del peligro de guerra para
mantener su economía de guerra. La economía de guerra significa que los
obreros, los trabajadores de los propios países imperialistas, tienen
que pagar decenas de miles de millones, cientos de miles de millones de
dólares todos los años para mantener las ganancias de los monopolios,
para mantener las ganancias de los explotadores.
Los imperialistas necesitan del peligro de guerra para mantener la
opresión sobre sus propios obreros, para mantener la represión sobre sus
propias clases trabajadoras; los imperialistas necesitan del peligro de
guerra para armarse, para justificar su carrera armamentista. Y
necesitan armarse hasta los dientes para mantener sus privilegios, para
mantener su función de modernos filibusteros, de modernos piratas;
necesitan armarse hasta los dientes para amenazar a los pueblos que
luchan por su libertad, necesitan armarse hasta los dientes para
amenazar y para reprimir la lucha de los pueblos en América Latina, en
Africa y en Asia, para impedir la liberación de los propios trabajadores
de los países donde rigen los monopolios imperialistas.
Por eso, la lucha contra la carrera armamentista, la lucha por el
desarme, es la lucha contra esa amenaza, la lucha contra ese chantaje,
la lucha contra esa política intervencionista de los imperialistas en la
vida política de los pueblos explotados y oprimidos de América, de
Africa, de Asia, y los propios pueblos donde impera el sistema
capitalista.
Debemos comprender bien estas ideas: la lucha por la paz significa eso,
la lucha por el desarme significa eso, y los pueblos socialistas pueden
luchar sinceramente por el desarme, porque no necesitan para nada las
armas, sino para defenderse.
Y por eso los países imperialistas se resisten al desarme, porque
necesitan las armas para chantajear, para oprimir, para intervenir y
para saquear.
Por eso, son los países socialistas los que luchan consecuentemente por
el desarme y por la paz; son los países socialistas los que pueden
convencer a la humanidad, los que cada día convencen más a la humanidad
de que luchan sinceramente por el desarme y por la paz, mientras cada
día se hace más evidente que los que resisten al desarme y a la paz son
los explotadores, son los saqueadores, son los colonialistas y son los
imperialistas (APLAUSOS).
Por eso, esta es una batalla de todos los pueblos del mundo, de los
pueblos de los países socialistas, de los pueblos de los países
colonizados, de los países sometidos, de los países dominados por el
imperialismo y de los propios obreros, de los propios pueblos de las
metrópolis imperialistas.
Y, por eso, vemos como en los propios Estados Unidos crece el movimiento
por la paz, como en los propios Estados Unidos son cada vez más
numerosas las manifestaciones populares en favor de la paz contra la
política guerrerista de los imperialistas, contra la carrera
armamentista, porque es un interés de toda la humanidad. Y es por eso
que toda la humanidad, de distintas formas, de las formas que sean
necesarias, ha de contribuir a la lucha por la paz.
Contribuyen las madres norteamericanas desfilando ante la Casa Blanca
(APLAUSOS), contribuyen los comités de paz en todo el mundo, contribuyen
los actos, contribuyen los llamamientos, contribuyen los escritos,
contribuyen los esfuerzos que se realizan lo mismo en los países
capitalistas que en los países socialistas, contribuyen los vietnamitas
del sur combatiendo contra los imperialistas y contra los
intervencionistas yanquis (APLAUSOS), contribuyen los heroicos
combatientes del pueblo guatemalteco luchando contra el títere Ydígoras
(APLAUSOS), contribuyen los angoleses luchando contra el imperialismo
portugués (APLAUSOS), contribuyen los argentinos votando contra el
régimen reaccionario de Frondizi (APLAUSOS), contribuyeron heroicamente
los argelinos conquistando su independencia (APLAUSOS), contribuye la
Unión Soviética haciendo estallar una bomba de sesenta megatones
(APLAUSOS). Y no hay en esto, no hay en esto ninguna contradicción, no
hay en esto ninguna paradoja; hay una gran diferencia entre las bombas
que hacen estallar los imperialistas y las que hacen estallar los
soviéticos. Es la diferencia entre la bomba que se hace estallar para
advertir a los imperialistas lo que les tocará si desatan una guerra
(APLAUSOS) y las bombas que hacen estallar los imperialistas para
chantajear, para amenazar, para amedrentar a los pueblos, para tratar de
sembrar el terror y el miedo entre los pueblos que luchan por su
independencia, por su soberanía, por su libertad.
Así, cada cual lucha con lo que puede, cada cual aporta a la lucha por
la paz lo que puede aportar. Y así también nuestro pueblo aportó lo que
pudo; así también nuestro pueblo dio su aporte a la paz cuando derrotó a
los mercenarios antes de setenta y dos horas (APLAUSOS).
Al librarse del dominio imperialista y al señalar con su ejemplo el
camino a los demás pueblos hermanos de América Latina, nuestro pueblo ha
hecho un gran aporte a la paz. Al proclamar la Primera y la Segunda
Declaración de La Habana (APLAUSOS), y exponer en esa Declaración
nuestra experiencia, al exponer los métodos de lucha que llevaron al
triunfo a la Revolución Cubana, nuestro pueblo ha hecho un aporte a la
paz (APLAUSOS).
Y así, los pueblos oprimidos luchan por la paz luchando por su
independencia; los pueblos oprimidos, cuando tienen cerrados todos los
caminos, luchan por la paz derrocando a los regímenes reaccionarios
(APLAUSOS). Los obreros de los propios países imperialistas pueden
luchar y luchan por la paz, oponiéndose a los impuestos extorsionadores,
oponiéndose al encarecimiento de la vida, oponiéndose a la carrera
armamentista. Y los científicos soviéticos luchan por la paz
fortaleciendo el poderío técnico y militar de la Unión Soviética
(APLAUSOS).
Cada cual debe luchar por la paz a su manera, cada cual debe luchar por la paz con lo que pueda y como pueda.
Así, la América Latina, al enfrentarse cada vez más a los imperialistas,
lucha por la paz. Mientras más pueblos luchando por su libertad, más
posibilidades de paz en el mundo, más maniatados estarán los
imperialistas, más débiles serán los imperialistas para desencadenar la
guerra.
Por eso, los pueblos oprimidos pueden hacer un gran aporte a la paz,
luchando contra el imperialismo, luchando contra los regímenes
reaccionarios y tiránicos. Véase como tiemblan ya, véase como se
tambalean ya los títeres del imperialismo, véase como se tambalean ya
los regímenes traidores en América Latina, véase como tiemblan ya los
enemigos de los pueblos de América Latina. ¡Y el temblor recorre la
espina dorsal del continente; desde la Patagonia hasta Washington!
(APLAUSOS.)
Y mientras el régimen revolucionario cubano es cada vez más firme, y
será cada vez más firme en la misma medida en que sepamos vencer los
obstáculos que nos pone el enemigo y los obstáculos que a veces nos
ponemos nosotros mismos, los demás regímenes —los regímenes que han sido
cómplices del imperialismo contra Cuba— se tambalean. Y así, se
tambalea el títere Ydígoras, en Guatemala (GRITOS); y en su
desesperación, no se le ocurre otra cosa que acusar a Cuba y culpar a
Cuba. Sí, Cuba tiene una culpa: ¡la culpa de su ejemplo! (APLAUSOS.)
Pero la otra culpa, la culpa que engendran las revoluciones, la culpa
que engendra la rebelión de los pueblos, esa culpa la tiene el
imperialismo y la tienen los explotadores.
¿Qué culpa tiene Cuba de esa explotación? ¿Qué culpa tiene Cuba de ese
dominio esclavizante del imperialismo? ¿Qué culpa tiene Cuba de que
esas causas originen la rebelión de los pueblos?, porque son los pueblos
los que hacen las revoluciones, y así, es el propio pueblo de
Guatemala, jóvenes guatemaltecos, jóvenes de orígenes militares,
procedentes de las academias militares, muchos de los cuales estudiaron
en los propios Estados Unidos, son los que encabezan la rebelión del
pueblo guatemalteco. No estudiaron en La Habana, no recibieron clases
en nuestro país, sino que muchos de ellos estudiaron en las academias
militares norteamericanas. Y eso es suficientemente elocuente. Si esos
jóvenes hoy encabezan la rebelión, ¡significa que al imperialismo no lo
salva nada! (APLAUSOS), que contra el imperialismo, es decir, que por
la liberación de sus pueblos están luchando hasta los propios alumnos
salidos de sus escuelas militares (APLAUSOS). Y eso quiere decir que
muy bien pudiera ocurrir que muchos de esos oficiales que están
entrenando para reprimir la lucha guerrillera, esos oficiales que en
número de centenares están entrenando en Panamá, algunos de ellos, y
hasta tal vez bastantes de ellos, puedan ser el día de mañana
guerrilleros contra el imperialismo (APLAUSOS).
Porque los pueblos de América están encontrando sus métodos de lucha,
los pueblos de América están encontrando el camino de la liberación, los
pueblos de América se yerguen cada vez más, y nos alegramos. ¡No
importa que nos culpen de sus culpas, es decir, de las culpas del
imperialismo! Ya eso lo sabemos de memoria, que todas las culpas de sus
actos explotadores las querrán hacer recaer sobre nuestra patria; que
por eso siempre penderá sobre nuestra patria la amenaza de la agresión
imperialista. Por eso estaremos en perenne peligro. ¡Pero no importa,
no nos asusta ese peligro, no temblamos ante ese peligro, mientras los
reaccionarios tiemblan en toda la América; mientras los imperialistas
tiemblan en toda la América ante el auge revolucionario de los pueblos!
Los imperialistas quieren hacer ver que somos nosotros los que
promovemos las revoluciones; ya lo dijimos en la Declaración de La
Habana: ¡Las revoluciones no se importan, las revoluciones las hacen
los pueblos; las revoluciones no se inventan, las revoluciones las hacen
los pueblos cuando existen las condiciones que engendran las
revoluciones! Y los imperialistas han creado en la América Latina esas
condiciones.
¿Qué les ocurrió en Argentina?, ¿qué les ocurrió, a pesar de su Alianza,
cacareada, para el Progreso?, ¿qué les ocurrió, a pesar de sus medidas
de chantaje, de presión militar para que rompieran contra Cuba, para
obtener allí el dominio de la economía?, ¿qué les ocurrió? ¡La derrota
política en manos de las fuerzas populares!, ¡la derrota política más
inesperada para ellos y más desalentadora!, ¡la necesidad de nuevas
medidas represivas, de nuevos abusos contra el pueblo argentino, de
nuevas contradicciones, de nuevas intervenciones militares y de más
agudización de la lucha del pueblo argentino! ¡La perspectiva de tener
que reprimir a millones de trabajadores, que se disponen a resistir, que
se disponen a declararse en huelga! ¡La necesidad de emplear la fuerza
y el terror que no sirve sino para acercar a los pueblos a la
Revolución!
Y cuando ese terror contra las fuerzas populares, cuando ese terror
contra las clases obreras, contra millones de trabajadores, lleve al
pueblo argentino a la lucha, lleve al pueblo argentino a la rebelión, y
lleve al pueblo argentino, incluso, a la lucha armada, entonces, ¡no
culpen a Cuba! (APLAUSOS.) Entonces, ¿cómo podrán culpar a Cuba, si
son ellos los que llevan a los pueblos a esa situación, a esa necesidad
de rebelarse, a esa necesidad de luchar?
Y cuando el pueblo de Venezuela se lanza a la lucha; ¡cansado de
matanza, cansado de crímenes y de torturas, cansado de cientos de
muertos, cansado de miles de encarcelados inocentes, cansado de
explotación, cansado de monopolios, cansado de saqueo imperialista,
cansado de un régimen de traición y de entrega!, ¿qué culpa tiene Cuba,
qué culpa tiene Cuba de los estudiantes que los títeres del imperialismo
asesinan, de los obreros que los lacayos del imperialismo matan allí?,
¿qué culpa tiene Cuba de la explotación de los monopolios?, ¿qué culpa
tiene Cuba de que los pueblos se lancen a la lucha, de que cada día más y
más pueblos estén decididos a luchar y estén decididos a emplear los
medios que sean necesarios, cuando todos los caminos se han cerrado?
¡¿Qué culpa tiene Cuba?! ¡Como no sea la culpa de habernos liberado
nosotros mismos de la tiranía, de la matanza, del crimen, de la tortura,
del saqueo! (APLAUSOS.) ¿Qué culpa tiene Cuba, sino la culpa de ser
libre? ¿Qué culpa tiene Cuba, sino la culpa de haber arrojado de su
propio territorio a los monopolios yankis? ¿Qué culpa tiene Cuba, sino
la culpa de haber liquidado el terror y la tiranía, de haber derrotado
las fuerzas de la tiranía, entrenadas y armadas por ese mismo
imperialismo? ¿Qué culpa tiene Cuba, sino la culpa de su propia
libertad y la culpa de su ejemplo, la culpa de su dignidad, la culpa de
su entereza, la culpa de su heroísmo, la culpa de su decisión de vencer o
morir! (APLAUSOS PROLONGADOS.) ¡La culpa de haber derrotado a los
imperialistas en Playa Girón (APLAUSOS), la culpa de estar dispuesta a
derrotarlos cuantas veces nos ataquen y de resistir, de resistir hasta
la última gota de nuestra sangre!
¿Qué culpa tiene Cuba de la historia?, ¿qué culpa tiene Cuba de que por
ley de esa historia los pueblos hermanos de América estén llamados a ser
libres? ¿Qué culpa tiene Cuba de que los imperialistas no puedan
impedirlo?, porque los imperialistas no podrán impedir la victoria de
los pueblos.
La América es demasiado grande y sus pueblos son demasiado numerosos y
demasiado heroicos para que puedan impedirlo, por muchas escuelas que
organicen, por muchos planes que hagan. Y ya hoy mismo los cables
traían la noticia de que seis oficiales de Fort Brack habían salido
hacia Guatemala, sin duda de ninguna clase, para asesorar a las fuerzas
represivas contra los patriotas guatemaltecos. ¡Pero, qué ilusiones!
¡Como si la libertad de los pueblos, la marcha de la historia la
pudieran contener ni seis ni seis millones de oficiales yankis, ni seis
millones de escuelas antiguerrilleras! (APLAUSOS.)
¡Como si la lucha de los pueblos, la marcha de la historia, la pudiesen
cortar los explotadores, la voluntad de un capitalismo decadente, de un
imperialismo que huele ya a carroña en la historia! (APLAUSOS.)
Esas son las realidades, nuestras realidades, las realidades de América,
de Asia, de Africa, las realidades del mundo. Esto señala la tarea
ardua, la tarea difícil, la tarea dura que tienen los pueblos para
erradicar el peligro de guerra, para erradicar las guerras de la
historia de la humanidad, porque es precisamente el minuto en que cuando
más oportunidad y más posibilidad tiene la humanidad de lograr esa
aspiración, es también el minuto que coincide con el máximo peligro, con
el máximo carácter destructor y horrible de las guerras. Es el minuto
de mayores esperanzas de la humanidad y el minuto también de mayores
riesgos para la humanidad.
Son estas ideas y estos pensamientos los que cruzaban por nuestra mente y
embargaban nuestro ánimo en este acto de hoy, en este acto cargado de
emoción, cargado de sentimiento; cargado, por un lado, de preocupación, y
por otro lado de satisfacción, de orgullo; este acto entrañablemente
humano, fraternal, donde todo es expresión de amistad entre los pueblos,
de confraternidad entre los pueblos, de satisfacción por lo que se ha
hecho y de consciente preocupación por lo que debemos hacer; de orgullo
por lo que se ha hecho, porque, ¿quién de nosotros no sintió un hondo y
profundo orgullo cuando el digno académico de la Unión Soviética
pronunció aquellas palabras de “Cuba, territorio libre de América”?
(APLAUSOS.)
¡Cuánta legítima satisfacción para todos nosotros! Pero cuánta legítima
preocupación por las tareas que tenemos por delante, por los deberes
que tenemos por delante; el deber de luchar, el deber de trabajar, el
deber de esforzarnos, el deber de superarnos.
Nuestra Revolución marcha por caminos firmes; nuestra Revolución marcha
con pasos firmes. Nuestro pueblo se educa cada vez más; nuestro pueblo
tiene que estudiar y educarse aún más; nuestro pueblo tiene trazado su
camino; nuestro pueblo ha desplegado sus banderas; esas banderas no son
otras que las banderas de la Revolución, ¡de la Revolución Socialista,
de la Revolución proletaria, de la Revolución marxista-leninista!
(APLAUSOS.)
Ilumina el camino de nuestro pueblo la ciencia del marxismo- leninismo.
¡Estudiemos, estudiemos cada vez mejor el marxismo-leninismo!
(APLAUSOS); ¡entreguémonos con febril espíritu al estudio, al trabajo!;
¡esforcémonos por comprender cada vez más, y no solo más, sino también
mejor!; ¡bebamos de esa ciencia y apliquémosla correctamente, que cuando
se aplica correctamente las revoluciones son cada vez más firmes, son
cada vez más fuertes!
Y, sobre todo, recordemos un principio fundamental del marxismo: ¡Que
son las masas las que hacen la historia! ¡No nos desliguemos jamás de
las masas!, ¡vayamos siempre, cada vez más, a las masas!, ¡tengamos cada
vez más contacto con las masas! (APLAUSOS), ¡perfeccionemos cada vez
más nuestro engranaje con las masas! Y ese engranaje fuerte y perfecto
se logra en la misma medida en que sepamos reclutar a los mejores
exponentes del espíritu de la clase obrera, a los mejores exponentes del
espíritu de los trabajadores, en la misma medida en que sepamos
reclutar a los mejores trabajadores, a los trabajadores ejemplares, en
el Partido Unido de la Revolución Socialista (APLAUSOS).
¿Y quiénes son los que tienen más autoridad entre las masas, en
cualquier centro de trabajo? ¡Los más trabajadores, los que son modelos
en todo!; modelos en el trabajo, en primer lugar, modelos en el
compañerismo, modelos en el espíritu de clase, modelos en el
cumplimiento del deber; los primeros en el trabajo, los primeros en la
defensa de la patria, los primeros en el trabajo voluntario, los
primeros en el esfuerzo, los primeros en el sacrificio (APLAUSOS).
Aquellos trabajadores de vida limpia, limpia de mácula en el pasado, que
son modelos de su clase, que son orgullo de su clase revolucionaria.
¡Reclutemos a todos esos obreros, a todos esos hombres y mujeres, y
tendremos el mejor engranaje, de contactos con la masa!, ¡tendremos
reclutados a los hombres y mujeres de más prestigio entre las masas!
(APLAUSOS.)
Y por ese camino, no divorciados jamás de las masas, nunca a espaldas de
las masas, sino cada vez más identificados con las masas, compañeros y
compañeras, nuestra Revolución será cada vez más fuerte, nuestra
Revolución será cada vez más invencible, nuestra Revolución será cada
vez más ejemplo de América, nuestra Revolución será cada vez más útil y
más fecunda en las aspiraciones de la humanidad, en la lucha de la
humanidad por el progreso, en la lucha de la humanidad por la paz
(APLAUSOS). Y nuestro pueblo será cada vez más acreedor a los honores
que reciba.
Nosotros hemos sido honrados en la noche de hoy. No yo, ¡yo llevo esta
medalla sobre mi pecho en nombre del pueblo! (APLAUSOS.) No yo, ¡es el
pueblo quien ha recibido esta medalla!, ¡es nuestra Revolución, es
nuestra patria revolucionaria, marxista, la que ha recibido esta medalla
que lleva el nombre de “Premio Lenin de la Paz”! (APLAUSOS.)
La recibo, compañeros miembros del Comité Internacional de Premios
Lenin, la recibo con profundo y legítimo orgullo, en nombre del pueblo,
en nombre de los muertos, ¡en nombre de los que cayeron a lo largo de
nuestra historia para hacer posible esta Revolución!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
Fuente: fidelcastro.cu