La “Sinfonía Nº 6 para dos orquestas” fue compuesta en 1969 y revisada en 1994. Se estrenó el 26 de noviembre de 1969 en La Habana, interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba dirigida por el propio compositor.
Realizó una obra totalmente diferente de las anteriores particularmente interesado en la función de la música en la sociedad socialista. En sus memorias explica los motivos que le llevaron a la composición de esta obra.
Cuando compuse mi sexta sinfonía, no estaba pensando en dar una respuesta práctica a las cuestiones que me preocupaban, particularmente sobre el papel de la música en una sociedad revolucionaria. Nunca me he sentido obligado a ofrecer generalidades. Siempre he sido consciente de mis defectos y mis debilidades. No podía aparecer en público, especialmente en Cuba, con un nuevo estilo, una nueva actitud y un tipo de música no escuchado hasta ahora. Me dije a mi mismo que como siempre lo mejor sería presentar simplemente a la audiencia lo que consideraba como debe ser la música. Mostrarles lo difícil que es esto para nosotros, especialmente aquí en Occidente.
Mi sexta, una sinfonía luterana, protestante, posee un cuerpo pagano. Sus pulsaciones y sangre son negras. Desde la mitología y los ritmos de la música llega un importante medio de expresión para los africanos que fueron llevados secuestrados a Cuba y establecieron allí una música nuevamente tan viva e irresistible como la de su procedencia. Me he apropiado de estos ritmos. Desee que penetraran la pieza y asegurar que cada voz tuviera su lugar en toda la estructura.
La sinfonía no posee únicamente elementos de la cultura popular cubana y de sus canciones políticas, sino que además emplea instrumentos que normalmente no se encuentran en la orquesta sinfónica, como el banjo, la guitarra eléctrica, el órgano Hammond y el violín amplificado.
También emplea elementos de la música de vanguardia que no había usado hasta ahora, como clústeres, cuartos de tono, capas de efectos sonoros y pasajes aleatorios. Utiliza dos orquestas de cámara con una parecida instrumentación.
Sobre el uso de dos orquesta el compositor escribe unas líneas en el programa de presentación. Cada instrumento o cada pequeño grupo instrumental se encuentra relacionado con otro instrumento o grupo instrumental del conjunto opuesto. Esta relación puede convertirse en un eco, un canon, un reflejo, una variación, una expansión, una continuación o una intensificación. Existe una red de líneas cruzando de ida y vuelta a través de los instrumentos de ambos conjuntos.
Formalmente la sinfonía está dividida en tres movimientos que se interpretan sin pausa. Veinticinco años después Henze realiza una nueva versión de la obra, que se estrenó en Múnich el 8 de diciembre de 1994, interpretada por la Orquesta Filarmónica de Múnich dirigida por Ingo Metzmacher. En esta versión las tres secciones se encuentran separadas y las partes aleatorias se encuentran escritas. Según aclara el compositor, para liberarlas del aura del azar y de la arbitrariedad y llevarlas nuevamente al área de mi propia responsabilidad artística.
El primer movimiento, allegro con brio, está construido más o menos en forma sonata con temas atonales y un complicado desarrollo, en el que aparece una cita poco reconocible de la canción de liberación del Viet Cong, Estrellas en la noche. El movimiento termina con una recapitulación abreviada.
El segundo movimiento, lento, se inspira en el poema "Fe de erratas" del escritor cubano Miguel Barnet. Funciona de acuerdo a los principios de tesis y antítesis. Según escribe Henze, donde aparece x, debe ser y. Las ideas van cambiando, lo brillante se torna obscuro, lo pálido se convierte en lleno de color, la calma se transforma en agitación, la belleza en fealdad. El movimiento contiene una lejana cita del "Himno a la Libertad" de Mikis Theodorakis.
El tercer movimiento, allegro vivace, contiene un par de extensos elementos fugados. pero lo más obvio para el oyente es el incremento de un ritmo de danza auténticamente cubano, como nos explica el compositor. En el final de la sinfonía los ritmos básicos son sistemáticamente conducidos hacia una explosión final, largamente anticipada. Una hostil danza de alegría en la cual los elementos de percusión rompen en una versión libre del rítmico cantus firmus del son, la danza nacional cubana, como si celebraran un carnaval o una liberación. La música popular y el arte musical se abrazan.
Fuente: Historia de la Sinfonía