¿NOSOTROS LOS POETAS? SÍ, NOSOTROS, LOS PUEBLOS
Todo es nuevo bajo el sol, y entre todas las cosas, la poesía. Pasan y vuelven las estaciones, pero en primavera o en invierno, crece, florece y se duplica esta rosa de todos los tiempos.
Por eso los poetas cantamos todo lo que existió, lo que existe y lo que vivirá mañana. La tierra y el hombre tienen perpetua profundidad y fecundidad para nosotros. Nunca rechazaremos nada sino la complicidad con el mal, con lo que daña a los seres, con la opresión o el veneno. Esta relación entre la tierra, el tiempo y el hombre la qué necesita riego y fulgor, es decir, poesía, para resplandecer y fructificar, para que la dicha universal sea nuestro reino común.
Por eso son enemigos de la poesía cuantos excluyen de ella la lucha que es también nuestro pan de cada día. Aquellos que nos ponen una frontera, quieren destruir todo el castillo. Aquellos que, políticamente, quieren apartar la poesía de la política, quieren amordazarnos, quieren apagar el canto, el eterno canto.
Yo quiero que todos los poetas canten la rosa roja y la rosa blanca, los ojos azules y los ojos negros, los días de sol sobre la arena y las noches de sombra tempestuosa. Yo quiero que todos canten sus amores.
Si no lo hicieran, estarían traicionando sus propios mandatos imperiosos. Pero hay una traición más aterradora, y es la de que nuestro canto no comparta, no recoja o no guíe los caminos del hombre. La sociedad humana y su destino es materia sagrada para el ciudadano, pero para el poeta es masa creciente, creación profunda, obligación original. No hay poesía sin contacto humano. En el pan de mañana deben ir señaladas las manos del poeta.
¡Ay de aquellos que no comprendieron sino el silencio, cuando la poesía es palabra, y de aquellos que sólo comprendieron la sombra, cuando la poesía es luz de cada día y cada noche de los hombres!
Por eso el camino no va hacia adentro de los seres, como una red de sueños. El camino de la poesía sale hacia afuera, por calles y fábricas, escucha en todas las puertas de los explotados, corre y advierte, susurra y congrega, amenaza con la voz pesada de todo el porvenir, está en todos los sitios de las luchas humanas, en todos los combates, en todas las campanas que anuncian el mundo que nace, porque con fuerza, con esperanza, con ternura y con dureza lo haremos nacer.
¿Nosotros los poetas?
Sí, nosotros, los pueblos.
Los Guindos, noviembre de 1952
Prólogo de Pablo Neruda a “Poesía política”, de Editora Austral, dirigida por Margarita Aguirre, Santiago de Chile, 1953
Fuente: El Sudamericano