La memoria perdida sobre los niños españoles en Rusia
Dar a conocer esta tremenda historia es una deuda a saldar. Por eso no parece casual que ambos libros hayan sido publicados por la editorial de CCOO − Ediciones GPS−, como no lo es que el primero esté prologado por Cayo Lara y el segundo por Carlos García-Alíx. El desconocimiento sobre una diáspora de semejantes dimensiones sólo es atribuible a la ocultación de la memoria democrática.
La infancia quebrada de cerca de tres mil niñas y niños españoles que marcharon a la URSS huyendo de los desastres de la guerra civil es uno de los capítulos más tristes y desgarradores de la historia de nuestro pasado reciente; pero también de los más apasionantes. Ambos libros nos revelan aquella odisea.
El relato sigue el hilo conductor de la historia real del primero de ellos en ser repatriado: Tino. En Pisaré sus calles nuevamente se narra su evacuación desde Gijón en medio de la guerra; la infancia en las “casas” de acogida en la URSS y como allí los alcanzó otra guerra, aun peor, cuando los nazis invadieron la Unión Soviética. Finaliza cuando llega a España procedente de los campos de concentración de Finlandia, donde estuvo prisionero tras ser capturado combatiendo en el Ejército Rojo.
El regreso a la España de la posguerra
El siguiente −Dos Patrias−, arranca con su llegada a Oviedo en 1942 cuando Tino aún no ha cumplido dieciocho años y ya ha sido atravesado por dos guerras. Soldado en el Ejército Rojo; guerrillero en los bosques helados; prisionero en Finlandia y luego repatriado. Ya en España choca con un clima asfixiante sometido a sospecha y vigilancia por las autoridades franquistas durante la inmediata postguerra, y cómo con vitalidad, dignidad y resistencia logra subsistir en ese ambiente.
En paralelo la narración sigue la pista de los quedaron en la Unión Soviética. En una lectura que engancha, conoceremos a los que sufrieron los campos de concentración nazis; a los españoles que entraron en vanguardia en Berlín –hecho escasamente conocido- al igual que lo hicieron los de La Nueve en París. A los más pequeños nuevamente evacuados.
Muchos de ellos merecerían un libro por si solos. La narración lo compensa desvelando destellos de sus vidas. Una nos lleva a la otra y, como si de matrioskas se tratara, se van abriendo para revelarnos la siguiente en una lectura envolvente de la historia a contrapelo de los niños y niñas que crecieron en una tierra muy lejana a la suya pero que nunca perdieron su identidad, ni su cultura española. La mayoría siempre quiso volver y muchos lo consiguieron ya en 1956 y 1957. Los que retornaron hallaron una España, más madrastra que madre, que los maltrató y puso bajo sospecha.Venían de la Unión Soviética que, para la dictadura franquista, era su peor enemigo.
Ellos vivieron la paradoja trágica de los exiliados; allí, con los pies en Rusia y la cabeza en España. Después, algunos, ya físicamente en España desde donde su pensamiento volaba a esa otra patria donde quedaron amigos, novios y novias, hermanos y a veces hijos.
Una constelación de nombres propios que adquiere una dimensión mágica a través de las cartas guardadas en una caja de Cola Cao: Moscú, Leningrado, Samarkanda, Karelia, Berlín o el Oviedo de la primera posguerra con sus calles, los arrabales, tiendas, tabernas y policías a la caza de “rojos indeseables”, figuras a contraluz que devienen míticas en aquella ciudad derrotada. Y en un paseo por el Madrid de esos duros años contrastados con la lucha por la vida. Los muchachos y muchachas del bautizado por ellos mismos como Cerro de los Locos en la Dehesa de la Villa; o la legendaria piscina La Isla, a orillas del Manzanares. Chispas de esperanza en la oscuridad.
Novela documental; entre la ficción y la historia
Carlos Olalla, director del Festival de Cine de la Memoria Democrática animó así a su lectura: “Esta tragedia quiero pediros que no la imaginéis, sino que la viváis en primera persona leyendo estos libros duros y desgarradores a veces; bellos y sinceros siempre”. La presidenta del Centro Español en Moscú definió los libros como “un relato en el que combina géneros literarios con gran habilidad; transita de la ficción a la historia, de la historia a la entrevista, de ésta al documento… Escrito con rigurosidad y carga emocional de forma fluida y amena, nadie permanece impasible ante esa memoria de vida a través de cartas estremecedoras, relatos desgarradores que constituyen una intrahistoria de dignidad”.
Stanislav Viázmenskiy, historiador ruso publicó allí: “El protagonista, Tino, combatió en la Tercera División de Leningrado. Sus recuerdos de la guerra, las penurias del cautiverio finlandés, del retorno a la España franquista, las dificultades de la adaptación a su patria sirvieron de base para la novela”. En definitiva una pléyade de héroes anónimos cuyas peripecias merecen ser contadas. Cada uno tuvo que reinventarse una y otra vez para subsistir, pariendo, de su interior, una nueva vida como si de tres mil matrioskas se tratara. Y de esta forma, saliendo la una de la otra, se suceden las historias cada cual alumbrada por la anterior.
Fuente: Mundo Obrero