INTRODUCCIÓN
Los marxistas no han sido los únicos en haber comprobado la crisis de la
filosofía burguesa. Esta noción se ha convertido desde hace mucho tiempo en
moneda corriente en la filosofía burguesa misma. Así, por ejemplo, el neo-
hegeliano Siegfried Marck, al querer determinar el lugar que Rickert ocupa en
la evolución de la filosofía, declara que pertenece al período anterior a la crisis.
En efecto, si nos tomamos el trabajo de estudiar atentamente la evolución de
la filosofía burguesa de estos últimos tiempos, puede verse que sus mismas
bases son puestas en duda periódicamente. Y no es casualidad que en el punto
de partida de esta evolución se vuelva a encontrar el programa de Nietzsche:
volver a estructurar la tabla de valores. Puede decirse que el año en el que un
dominio cualquiera del pensamiento no conoce una crisis aguda, se pierde en
la banalidad.
Pero el signo más serio de la crisis se encuentra sin duda en el hecho de que
su evolución termina en aquello que se llama con alguna exageración la
concepción del mundo del fascismo. Por otra parte es fácil comprobar que la
resistencia que la filosofía burguesa opone al fascismo es igual a cero.
Numerosas escuelas filosóficas, de las cuales el fascismo se había apoderado
(Nietzsche, por ejemplo), continúan beneficiándose con la misma popularidad
en los amplios medios antifascistas burgueses.
El hecho de la crisis es casi indiscutible. Su descripción y su estudio crítico
constituyen ya una tarea muy compleja, tanto sobre el plano histórico como
desde un punto de vista particularmente filosófico. Es allí donde
inmediatamente se plantea el problema: ¿qué hay de específicamente nuevo
en la filosofía del período imperialista? ¿En verdad es radicalmente nueva? Y,
en caso afirmativo, ¿en qué reside su novedad?
La prudencia es de rigor en el estudio de problemas de este género. Durante la
discusión del programa del partido comunista ruso, Lenin se había pronunciado
contra la tendencia representada por aquellos que se proponían estudiar la
estructura económica y las leyes internas del imperialismo haciendo
abstracción de la evolución general del capitalismo. Creemos que ese principio
metodológico se aplica perfectamente al dominio de la ideología y de la
filosofía. La filosofía del imperialismo sólo puede ser comprendida y criticada a
la luz de las leyes fundamentales de la sociedad capitalista, porque es evidente
que la influencia de la estructura económica se manifiesta igualmente en el
dominio de la filosofía.
La crisis se revela en síntomas que no tienen nada de profundos: en la filosofía
moderna se traduce por la incansable investigación de sus fuentes en el
pasado. Es fácil, por ejemplo, seguir la influencia de Kant hasta H. St.
hasta Descartes mientras que, de acuerdo con el irracionalismo alemán, sería
desde Descartes de donde partiría la desviación de la filosofía moderna.
Podríamos multiplicar estos ejemplos hasta el infinito. En esa investigación
desordenada y reanudada sin cesar de fuentes antiguas cada vez distintas, se
manifiestan una vez más los signos de la crisis sobre el plano histórico. Esta
crisis expresa un profundo malestar: la filosofía perdió su camino. ¿Dónde y
cuándo se perdió? ¿Hasta dónde es preciso retroceder para volver a encontrar
el buen camino?
DESCARGAR "DIALÉCTICA Y CONCIENCIA DE CLASE", DE GYORGY LUKACS: https://elsudamericano.files.wordpress.com/2015/02/22-gyc3b6rgy-lukacs-coleccic3b3n.pdf