A LOS 92, MURIÓ EL ARTISTA DE LA BLASFEMIA
Conceptualista y comprometido, fue uno de los plásticos más importantes del país, apreciado en todo el mundo y ganador, entre otros premios, del León de Oro de la Bienal de Venecia 2007.
Prohibido hacer ninguna metáfora sobre el cielo: el pasado jueves, a los 92 años, murió León Ferrari, el artista revulsivo, el polémico, el político, el premiado, el siempre joven.
Su padre fue un arquitecto constructor de cúpulas católicas y su madre una profesora de cerámica; pero él, León Ferrari, tal vez el artista argentino más controversial, fue un autodidacta. “Si decís las viejas cosas con las viejas palabras no llegan; es un lugar común que mata la idea que se está expresando”, dijo. Y el suyo fue un arte principalmente de ideas.
Nació en 1920 y comenzó a pintar en 1946. Tuvo su primer muestra en Milán en 1955, de viaje por Italia por cuestiones familiares. De finales de esa década son sus esculturas en cerámica, sus tallas en madera y sus primeras estructuras de alambres entrelazados. En 1962 comenzaron sus escrituras abstractas. Como si la hoja fuera el espacio y la tinta el alambre, sus estructuras se volvieron planas y escribieron lo que no puede decirse con palabras pero tiene tono, tensión e impronta contundentes.
Su Cuadro escrito–la descripción de la obra en lugar de la obra en sí– fue una de las primeras propuestas de arte conceptual en Argentina y el resto del mundo. Eran años de agitación, en los que ser artista significaba un fuerte compromiso con la realidad y las posibilidades plásticas tenían que ser, al mismo tiempo, posibilidades revolucionarias. Todos intentaban correr el velo del arte un poco más allá de su límite preguntando por la propia naturaleza del arte y del artista. El conceptualismo en Argentina tuvo tantas manifestaciones como artistas, pero siempre fue caliente, comprometido políticamente.
En 1966 Ferrari participó de la muestra colectiva Homenaje a Vietnam en galería Van Riel. Un año después se realizó Homenaje al Che. En plena dictadura de Onganía, la policía consideró la muestra peligrosa y León –como el resto de los participantes– pasó la noche encerrado con sus cuadros. De estas detenciones hubo varias por esos años y a partir de una de ellas comenzó a gestarse la acción colectiva Tucumán Arde, articulación artístico-política única en Argentina, de la que Ferrari participó junto a Juan Pablo Renzi, Graciela Carnevale y Eduardo Favario, entre otros. La acción tuvo una primera etapa –la aparición en la ciudad de Rosario de varias pegatinas con la leyenda Tucumán Arde– y una segunda, la exposición de material de denuncia relevado in situ por los artistas. En Rosario la muestra duró una semana. En Buenos Aires y bajo la amenaza policial de clausurar la entidad gremial donde se llevaba a cabo, ni un día.
En 1977, su hijo Ariel fue secuestrado y asesinado por Astiz. Ferrari nunca dejó de buscar justicia.
Se exilió en Brasil e incursionó en técnicas diversas: arte correo, litografía, micro-fichas. Fabricó instrumentos musicales que utilizó en performances. Del ‘83 son sus collages político-religiosos en los que yuxtapone imágenes contemporáneas, eróticas orientales e ilustraciones de la Biblia. También realizó obras con estiércol: una jaula con palomas defecando sobre el Juicio Final de Miguel Angel es, probablemente, la más famosa.
Conocía los bueyes con los que araba: había leído la Biblia y observado el arte europeo-cristiano. La ironía sólo puede nacer de la inteligencia y León tuvo ambas. Por eso fue reconocido a nivel mundial: expuso en Nueva York, Milán, Amsterdam, Madrid, San Pablo, La Habana y México entre otras ciudades. En 2007 se trajo el León de Oro de la Bienal de Venecia, y en 2009 el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedicó una retrospectiva –junto a la brasilera Mira Schendel– que luego viajó al Museo de Arte Reina Sofía de Madrid. Aquí fue atacado –hubo incidentes con grupos católicos en dos de sus muestras– pero también apoyado por sus colegas y el público en general. Porque fue un hombre de paz pudo ser un artista polémico. Porque no vio nada con ojos ingenuos, León Ferrari fue un artista necesario.
Fuente: Ñ
Homenaje a García Lorca, 1961
Gagarin, 1961