Carta abierta a los miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética
5 de octubre de 1964
Queridos camaradas:
N. Jruschov se esfuerza por convencerles a ustedes, comunistas de la Unión Soviética, a los pueblos soviéticos y a todo el mundo de que su llegada al Poder marca el comienzo de una nueva época, de un gran viraje histórico. El decenio de su dominación es presentado como el decenio de la «prosperidad de la Unión Soviética, de la «marcha triunfal hacia el comunismo», como el decenio del «triunfo de la paz y de la coexistencia pacífica», como el decenio de la «consolidación del movimiento comunista» y del «desarrollo creador del marxismo». Para los revisionistas modernos la «verdadera historia» de la Unión Soviética empieza a partir de 1953.
Todas estas afirmaciones son mentiras y nada más que mentiras. Con la usurpación del Poder por parte del grupo de Jruschov comienza efectivamente un viraje histórico, pero es un viraje regresivo, viraje que abrió paso al oportunismo y al revisionismo, a la traición y a la degeneración, a la labor de zapa contra la unidad y al inicio de la escisión en el movimiento comunista, al acercamiento y a la unión con los imperialistas y los demás enemigos de los pueblos y del socialismo, al sabotaje de la revolución y a la restauración del capitalismo.
Ninguna persona y ningún grupo hasta el presente ha ocasionado a la Unión Soviética, al campo socialista, al movimiento comunista, a la causa del socialismo y del comunismo daños y males tan grandes como Jruschov y su grupo. La historia de la Unión Soviética y del comunismo internacional no conoce a un renegado tan grande y a un enemigo tan feroz y peligroso como el grupo revisionista jruschovista. Lo que no lograron en su tiempo los imperialistas con su intervención armada, ni Trotski, Bujarin y los demás enemigos del Poder soviético, lo que no pudieron conseguir los fascistas alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, trata de conseguirlo ahora el grupo de Jruschov.
¿Quién ha humillado, quién ha desacreditado, quién ha atacado más duramente, quién ha calumniado más que N. Jruschov al Poder soviético, al régimen socialista soviético? Fue Jruschov quien quiso hacer borrón y cuenta nueva del período más glorioso de la Unión Soviética, cuando el pueblo soviético, guiado por el Partido con Stalin a la cabeza, venció enormes dificultades, hizo frente con valor al feroz bloqueo capitalista, aplastó la contrarrevolución, construyó por primera vez en el mundo la sociedad socialista, logró la gran victoria histórica en .la Guerra Patria y transformó la Unión Soviética en un poderoso Estado socialista desarrollado y adelantado, con una autoridad y un papel sin precedentes en la arena internacional. Fue Jruschov quien presentó todo este período como el período de la decadencia en la Unión Soviética, donde reinaron el terror y las persecuciones, las prisiones y los campos de concentración, la violación de la legalidad y de la democracia, la arbitrariedad y el despotismo, la pobreza y el hambre. Con todas estas calumnias, N. Jruschov prestó un gran servicio a los imperialistas, dándoles armas para atacar y desacreditar a la Unión Soviética. El tristemente célebre informe «secreto» que Jruschov presentó en el XX Congreso, y también sus demás discursos, fueron el principal alimento de la más reaccionaria, anticomunista y antisoviética propaganda, una fuente inagotable para ella.
¿Quién puede dar crédito a las calumnias de Jruschov sobre los «crímenes» de Stalin? ¿Se puede acaso creer en las invenciones de las comisiones investigadoras creadas por Jruschov, en los escritos de los Adjubey y en los diarios de los Solzhenitsin2 y comparsas? ¿Será que el imperialismo y sus agentes, que le profesaban un odio inveterado a la Unión Soviética y que querían destruirla desde los primeros días de su existencia, han permanecido de brazos cruzados sin hacer nada contra ella? Precisamente en 1938, el propio N. Jruschov había dicho: «Los Yakir, Balitski, Tyubchenki, Zatonski y otros canallas querían traer a Ucrania a los terratenientes polacos, querían introducir aquí a los fascistas alemanes, a los terratenientes y capitalistas... Hemos eliminado a muchos enemigos, pero aún no a todos. Por lo tanto, debemos estar ojo avizor. Debemos tener muy presentes las palabras del camarada Stalin: “mientras exista el cerco capitalista, los enemigos enviarán a nuestro país espías y saboteadores” » Este mismo Jruschov, un año antes, en 1937, decía: «Nuestro Partido aplastará sin piedad a la pandilla de traidores, barrerá de la faz de la tierra a toda la carroña trotskista- derechista. La garantía de esto es la dirección firme de nuestro Comité Central, la dirección firme de nuestro jefe, el camarada Stalin. Aniquilaremos a los enemigos hasta el final, del primero al último, y echaremos al viento sus cenizas» Pero, en vez de borrar de la faz de la tierra a la carroña trotskista, en vez de exterminar a todos los enemigos y echar al viento sus cenizas; el renegado Jruschov incineró el cuerpo de Stalin, echó al viento sus cenizas, las cenizas de este gran defensor y artífice de las históricas victorias de la Unión Soviética, rehabilitó, del primero hasta el último, a todos los contrarrevolucionarios, los declaró víctimas de Stalin y decidió levantarles monumentos.
Los albaneses sabemos muy bien, por propia experiencia, quiénes son las víctimas que N. Jruschov toma bajo su protección. Mientras Jruschov ha calificado a los dirigentes del Partido y del Estado albanés, que han guiado al pueblo en su gran lucha de liberación y de edificación del socialismo, de agentes del imperialismo vendidos por 30 monedas, de asesinos y terroristas, a los enemigos de nuestro Partido y pueblo los ha tomado abiertamente bajo su protección, calificándoles de verdaderos comunistas revolucionarios, internacionalistas, patriotas y víctimas inocentes. Solamente un traidor, un enemigo del comunismo puede lanzar contra Stalin, gran dirigente del Partido Comunista, del pueblo soviético y del movimiento comunista internacional, tan monstruosas calumnias y ataques. En sus ataques anticomunistas contra Stalin, Jruschov ha superado también a los imperialistas y a los más furiosos reaccionarios y renegados del comunismo, Kautsky, Trotski, Tito y Gilas ¡Qué no ha dicho contra Stalin! Ha llamado «asesino», «delincuente común», «déspota del tipo de Ivan el Terrible», «el mayor dictador de la historia de Rusia», etc., etc., a J. Stalin, a quien durante 30 años guió al Partido de los bolcheviques y al pueblo soviético de victoria en victoria, a quien defendió valientemente la línea del gran Lenin, a quien inspiró a los Stajanov y a los héroes de la edificación socialista en la Unión Soviética, a quien movilizó y guió resueltamente a los obreros y campesinos, a todo el pueblo soviético en la gran Guerra Patria, a aquél con cuyo nombre en los labios se lanzaron al ataque contra los enemigos y sacrificaron sus vidas los Matrosov, las Kosmodemianskaya, los héroes de Stalingrado y cientos de miles de héroes combatientes.
¿No han pensado ustedes, camaradas, por qué se manifiesta un odio tan furioso contra Stalin, por qué se le ataca y desacredita con tanta rabia, por qué se quiere empañar tan descaradamente todo el glorioso período de la historia del pueblo soviético y de su partido a cuya cabeza estaba J. V. Stalin? ¿Y no ven ustedes una relación lógica entre los ataques y las calumnias contra Stalin y los aplausos y los elogios a los cabecillas del imperialismo, a Eisenhower, Kennedy, Johnson, etc., a los cuales Jruschov ha calificado de personas «sensatas» que «gozan del apoyo de la mayoría absoluta del pueblo norteamericano», que «se interesan seriamente por la salvaguardia de la paz», llegando incluso a considerar la muerte de alguno de estos dirigentes del imperialismo, como ha sido el caso de Kennedy, como «una gran pérdida para la humanidad» , proclamando con tal motivo un día de luto también para los comunistas? Solamente un charlatán, alguien sin personalidad ni vergüenza puede comportarse como lo hizo Jruschov hacia Stalin, al que mientras vivía, cubría de elogios llamándolo «amigo íntimo y compañero de armas del gran Lenin», «amigo del pueblo y padre querido», «gran mariscal de la victoria contra el fascismo» «el mayor genio y guía de la humanidad».
¿Cómo ha sido posible que ustedes, los comunistas soviéticos, que el pueblo soviético, conquistaran tan grandes victorias históricas teniendo a la cabeza del Partido y del Estado a una persona que solamente cometía crímenes y errores de todas clases? La mayor absurdidad y la tergiversación más burda de la historia es la de negar los grandes méritos de Stalin como dirigente del Partido y comandante supremo del Ejército Soviético, y poner por las nubes el papel y los méritos de Jruschov, a quien se presenta como gran estratega no solamente de la Guerra Patria sino también de la guerra civil, como pionero de la era cósmica, etc., etc. Es muy lamentable que también algunos compañeros de lucha de Stalin, que a su lado y bajo su guía dirigieron grandes operaciones durante la Guerra Patria, ahora, siguiendo las directrices de Jruschov, tergiversan la historia, niegan lo que ellos mismos han afirmado hace poco.
Con sus viles calumnias y ataques contra Stalin, propios sólo de canallas, Jruschov ofende gravemente al gran pueblo sovíétíco y a su Partido, a la dictadura del proletariado y al régimen socialista soviético, ofende al glorioso Ejército Soviético, al movimiento comunista internacional y a los pueblos y trabajadores de todo el mundo, ofende al socialismo y al marxismo-leninismo. En un tiempo Jruschov mismo había dicho: «¡Quien levanta la mano contra el camarada Stalin, la levanta contra todos nosotros, contra la clase obrera, contra los trabajadores! ¡Quien levanta la mano contra el camarada Stalin, la levanta contra la doctrina de Marx-Engels-Lenin!» (Del discurso pronunciado por él en el mitin celebrado en Moscú en enero de 1937) Precisamente así ha actuado el mismo Jruschov: al levantar la mano contra Stalin, la ha levantado contra todos, contra el comunismo, contra el marxismo-leninismo. Levantando la mano contra Stalin, Jruschov la levantó contra el mismo sistema socialista soviético. No se atreve a confesarlo públicamente, a pesar de los llamamientos de sus aliados más consecuentes para llevar hasta el fin la liquidación de las consecuencias del «culto». Pero al calificar las tres décadas de la dirección de Stalin como una anomalía, como un alejamiento del camino leninista y al dedicarse intensamente a la labor de zapa para minar el sistema socialista, Jruschov mismo está pisoteando el sistema socialista soviético y está dirigiendo la evolución pacífica de la degeneración del socialismo en la Unión Soviética. ¡Y qué ironía, a esta línea traidora, socialdemócrata, la llama «retorno a Lenin», «prosecución de la verdadera vía leninista»!
Este es el verdadero objetivo, la verdadera significación de todo el ruido que N. Jruschov arma sobre la así llamada lucha contra el culto a la personalidad y sus consecuencias. El grupo de Jruschov ha levantado la mano contra lo más sagrado, contra la más poderosa arma del pueblo soviético para la defensa de los triunfos de la revolución y para la edificación del comunismo, contra la dictadura del proletariado y el Partido Comunista. Intenta desarmar al pueblo, arrebatarle el Poder, hacer degenerar al Partido. Ha violado y repudiado la consecuente línea marxista-leninista del Partido Bolchevique, sus tradiciones y su espíritu revolucionario, ha impuesto al partido una línea oportunista y revisionista en todos los campos de la vida y de la actividad, línea que está amenazando las históricas victorias del socialismo en la Unión Soviética por las cuales el Partido y el pueblo soviético han luchado con gran heroísmo, han hecho numerosos sacrificios, han derramado su sangre.
Para realizar esta línea, la camarilla revisionista de Jruschov ha efectuado grandes y continuas purgas entre los cuadros del Partido y del Estado, tanto en la capital como en las provincias, apartando a todos los cuadros en los que no tenía confianza y sustituyéndolos por cuadros fieles a su línea. En una década, Jrusohov ha excluido del Comité Central, elegido en el XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1952, a más del 70 por ciento de sus miembros y en el XXII Congreso excluyó del Comité Central, elegido en el XX Congreso, a casi el 50 por ciento de sus miembros. Además, poco antes del XXII Congreso, bajo la tapadera de la rotación de cuadros, sustituyó al 45 por ciento de los miembros de los comités centrales de los partidos de las Repúblicas Federadas, de los comités del partido de las provincias y de las regiones, y al 40 por ciento de los miembros de los comités del partido de las ciudades y de los distritos. En 1963, la camarilla de Jruschov sustituyó otra vez, so pretexto de la reorganización del partido en base a la estructura de producción, a más de la mitad de los miembros de los comités centrales de las Repúblicas Federadas y de los comités del partido de las provincias.
Las personas que rodean hoy a N. Jruschov y están a su servicio, forman una capa privilegiada, degenerada desde el punto de vista ideológico, que ha traicionado la causa revolucionaria de la clase obrera soviética, que lucha contra el marxismo-leninismo y el socialismo. Su única preocupación es la consolidación de su propia posición económica y de su propia dominación política. El grupo de Jruschov, con el apoyo de esta capa, está transformando al glorioso Partido Comunista de la Unión Soviética en un partido revisionista, y al Estado socialista soviético en una dictadura de la camarilla jruschovísta.
Sus tesis sobre los llamados «partido de todo el pueblo» y «Estado de todo el pueblo» son un gran fraude. No tienen nada en común con el marxismo-leninismo y sirven solamente para preparar el terreno a la restauración del capitalismo. «La marcha hacia adelante, es decir hacia el comunismo, pasa por la dictadura del proletariado, y no puede ser de otra manera», ha dicho Lenin. Declarando liquidada la dictadura del proletariado en la Unión Soviética, el grupo de Jruschov da un paso atrás muy peligroso en dirección al capitalismo. El llamado «Estado de todo el pueblo» de N. Jruschov no es nada más que una máscara que sirve para encubrir la dictadura de su camarilla, dictadura que está dirigida contra la clase obrera y el campesinado soviéticos, contra el pueblo soviético. N. Jruschov lucha únicamente contra la dictadura del proletariado y está a favor de conservar el Poder estatal para emplearlo como medio para la realización de sus designios contrarrevolucionarios y para mantener al pueblo y a los comunistas soviéticos en un estado de opresión y sumisión. No menos peligrosa es también la tesis sobre el «partido de todo el pueblo», que borra el carácter proletario y de clase del Partido Comunista de la Unión Soviética y abre paso a la degeneración del partido marxista-leninista en un partido revisionista. Estos fines persiguen todas las organizaciones y reorganizaciones en el Partido y en el Poder que ha emprendido N. Jruschov en repetidas ocasiones.
Camaradas, el Poder soviético, el primer Poder socialista en el mundo, instaurado por la Revolución de Octubre, y el gran Partido Comunista de la Unión Soviética, se encuentran frente al muy serio peligro de su degeneración en un Poder burgués y en un partido revisionista burgués. En estos momentos la pasividad es imperdonable y fatal. A las amplias masas de miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, a las amplias masas del pueblo soviético se les plantea de forma imperativa el elevado y sagrado deber de defender la dictadura del proletariado, defender al Partido Comunista fundado por Lenin.
N. Jruschov, desde su llegada al Poder, ha emprendido una serie de medidas y reformas en el campo de la economía, y particularmente de la agricultura, sobre las cuales ha armado mucho alboroto. Pero, ¿cuál es el verdadero fin y significado de tales medidas y reformas? Se oponen a los principios del socialismo y del comunismo, son un intento de introducir en la economía socialista soviética formas de organización y métodos de dirección tomados de prestado de la experiencia de la Yugoslavia titista y de los países capitalistas. El grupo de Jruschov ha sustituido el principio socialista de la remuneración según el trabajo, por el estímulo material entendido en su sentido absoluto y fetichista, ha minado la dirección planificada y centralizada de la economía, está alentando el principio capitalista de la lucha por el beneficio y fomentando la libre competencia capitalista, está arruinando y desmembrando la propiedad colectiva de todo el pueblo, tal como ha hecho con las estaciones de máquinas y tractores.
El comunismo de N. Jruschov es, en esencia, una variedad del socialismo burgués. Toda su palabrería sobre la preocupación que siente por el bienestar del pueblo, por una vida mejor para todos, es pura, hipocresía y demagogia. Lo que le preocupa al grupo de Jruschov es asegurar una vida mejor, más cómoda y más próspera para una capa privilegiada y degenerada, que obtiene grandes ingresos en forma de sueldos, gratificaciones especiales y altos honorarios y mediante malversaciones, sobornos, hurtos, etc. Los más altos ideales del comunismo han sido reducidos por Jruschov a «un buen plato de gulash». Toma como modelo de su comunismo a los Estados Unidos de América, la experiencia de los industriales, y las recomendaciones de los grandes hacendados norteamericanos de los Eaton, Harst y compañía. Ha llegado al punto de tender la mano a los imperialistas norteamericanos para que éstos, con sus dólares y sus créditos, «edifiquen» el comunismo en la Unión Soviética. Los revisionistas jruschovistas han abierto las puertas a la penetración de la ideología burguesa, al modo de vida burgués, a la degeneración burguesa en el arte, en la literatura y en la cultura, al resurgimiento de toda clase de tendencias antisoviéticas, antisocialistas, a la propagación de las corrientes decadentes occidentales. Propagan aparatosamente el individualismo y el egoísmo burgués, el humanismo y el pacifismo burgués.
¿Acaso todo esto no pone claramente en evidencia lo peligroso del camino por el que Jruschov está llevando a la Unión Soviética? Todas estas actitudes no son en modo alguno pasos adelante hacia el comunismo, sino pasos atrás, hacia el capitalismo. En estas circunstancias, frente a los comunistas revolucionarios soviéticos, frente al pueblo soviético, se presenta la alternativa: permitir que el grupo de Jruschov realice tranquilamente su obra criminal, contrarrevolucionaria, o levantarse en defensa de los triunfos del socialismo y del comunismo en la Unión Soviética, y poner fin a la marcha antisoviética y antisocialista de N. Jruschov.
Queridos camaradas:
Cuando su partido mantenía en alto y sin mácula la bandera del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario y seguía una consecuente línea revolucionaria en todas las cuestiones de política interior y exterior, la Unión Soviética fue durante décadas enteras el bastión de la revolución y del socialismo, el abanderado de la lucha contra el imperialismo, el defensor y gran sostenedor de la libertad e independencia de los pueblos, el gran luchador por la causa de la liberación de la clase obrera en el mundo. Los comunistas revolucionarios y los pueblos de todo el mundo veían con profundo respeto y gran amor a la Unión Soviética, seguían su ejemplo y se inspiraban en su actitud de principios y revolucionaria. La creación del campo socialista, el crecimiento del movimiento comunista y obrero, el gran auge de la lucha de liberación nacional de los pueblos están estrechamente ligados al papel y a la contribución internacionalista del primer país del socialismo, la Unión Soviética. En aquel entonces en el campo socialista, en el movimiento comunista y en todas las organizaciones progresistas y democráticas internacionales existía una plena unidad de pensamiento y de acción.
Todas las fuerzas revolucionarias del mundo, teniendo a la Unión Soviética a la cabeza, luchaban unidas como un solo hombre contra las fuerzas del imperialismo y de la reacción.
Pero N. Jruschov, con su línea política, socavó el prestigio, la autoridad y el papel de la Unión Soviética en el mundo. En nombre de la Unión Soviética, divide el campo socialista y el movimiento comunista internacional, sabotea y sofoca la revolución y la lucha de liberación de los pueblos, engaña e intimida a los pueblos, embellece y defiende al capitalismo y al imperialismo.
¡Vean, camaradas, la gran tragedia que está jugando el grupo de Jruschov a expensas de un país como el suyo, que posee tan brillantes tradiciones revolucionarias, tan grandes méritos históricos! Ha ligado y está uniendo cada vez más la Unión Soviética a feroces enemigos, a aquéllos contra los cuales los comunistas y el pueblo soviético han librado una resuelta y heroica lucha. El grupo de Jruschov ha convertido en aliados y amigos de la Unión Soviética a aquéllos que quieren cavarle la tumba. Ha convertido en aliado y amigo de la Unión Soviética al imperialismo norteamericano, que es la cabeza del imperialismo mundial, el centro de la reacción, la fuente principal de guerra y agresión, el explotador y gendarme internacional, el enemigo número uno de los pueblos de todo el mundo.
Trata de amiga y hermana suya a la camarilla de Tito, que desde hace tiempo ha traicionado al marxismo-leninismo, que desarrolla una labor de zapa contra las fuerzas del socialismo, de la libertad y de la paz en el mundo, que sirve con celo al imperialismo, que se mantiene en pie con los dólares norteamericanos y que ha sido condenada unánimemente por el movimiento comunista internacional.
En sus amigos y aliados se han convertido los renegados de la clase obrera, los lacayos de la burguesía y los rabiosos anticomunistas, los cabecillas reaccionarios derechistas socialdemócratas como Guy Mollet, Spaak, Wílson, etc, N. Jruschov ha hecho una amiga y aliada a la burguesía reaccionaria hindú a quien arma e incita para oprimir al pueblo hindú y agredir a un país hermano como es la República Popular China. Se ha hecho amigo y aliado del Vaticano, de este viejo centro de la reacción y del obscurantismo, así como de todas las fuerzas reaccionarías y contrarrevolucionarias del mundo, incluso de los revanchistas de Bonn, con los cuales Jruschov trata de ponerse de acuerdo.
Todo el rigor de su lucha N. Jruschov lo ha dirigido contra los verdaderos aliados y fieles amigos de la Unión Soviética.
Ya son de su conocimiento los feroces ataques y las monstruosas calumnias y acusaciones, los actos hostiles que el grupo de Jruschov ha emprendido contra el Partido del Trabajo de Albania, la República Popular de Albania, el pueblo albanés y sus dirigentes. ¡y de qué no ha acusado a nuestro Partido y nuestro pueblo! En su lucha contra nuestro Partido y nuestro pueblo hizo uso de amenazas y presiones, intervino brutalmente en sus asuntos internos, impuso el bloqueo económico y rompió las relaciones diplomáticas. Desde la tribuna del XXII Congreso llamó abiertamente a los comunistas y al pueblo albanés a la contrarrevolución para derribar a la dirección del Partido y del Estado, llamamientos que se repiten continuamente a través de los órganos de propaganda soviéticos y particularmente de Radio Moscú en sus emisiones destinadas a Albania. Pero, ¿por qué todo este odio, toda esta enemistad hacia un país socialista, hacia un partido marxista y un pueblo hermano, odio y enemistad que no han expresado hacia nuestro país ni siquiera los más feroces enemigos imperialistas? ¿Qué «crimen» han cometido este Partido y este pueblo? Su único «crimen» ha sido el de no haber aceptado someterse a la línea traidora de N. Jruschov, el de haber denunciado y contrarrestado los intentos escisionistas de los revisionistas.
El grupo de Jruschov desarrolla una enconada lucha contra los países socialistas que no se someten a su «diktat», y también contra todos los partidos comunistas que se oponen al revisionismo y defienden el marxismo-leninismo. Contra ellos emplea todas las armas y métodos de que se valen los enemigos de clase. Interviene brutalmente en sus asuntos internos, viola su soberanía y su independencia, realiza presiones y chantajes para ponerles de rodillas, siembra la escisión y urde complots como lo hizo recientemente contra el Partido Comunista del Japón, utiliza los organismos conjuntos del Consejo de Ayuda Mutua Económica y del Tratado de Varsovia para poner a los países socialistas bajo el dominio de su grupo, para explotarlos con fines egoístas y chovinistas.
Con su línea y con toda su actividad N. Jruschov ha hecho y está haciendo grandes servicios al imperialismo y a la reacción mundial y ha perjudicado y está perjudicando gravemente la causa del socialismo, de la libertad de los pueblos y de la paz en el mundo.
El revisionismo moderno, que se propagó muy rápidamente después del XX Congreso del partido Comunista de la Unión Soviética, abrió el paso a la contrarrevolución sangrienta en Hungría, a los acontecimientos contrarrevolucionarios en Polonia, puso en peligro la existencia misma de algunos partidos comunistas y obreros, como en los Estados Unidos de América, en Dinamarca y en otros países. Siguiendo el camino de Jruschov, el Partido Comunista de la India, con Dange a la cabeza, se ha transformado en un instrumento de la gran burguesía reaccionaria, en un partido nacionalchovinista que ha traicionado los ideales de la clase obrera y del pueblo hindú. En Argelia los revisionistas alejaron al partido de la lucha armada apoyada en el pueblo, le aislaron de las masas, le hicieron rezagarse perdiendo así su posición en la vida política de Argelia. Una verdadera tragedia sufrió el Partido Comunista de Irak, el cual, después de haberse sometido a la presión del grupo de Jruschov, siguió una línea oportunista, relajó la vigilancia y, por consiguiente, fue ferozmente atacado por la reacción, sufriendo la causa de la revolución en Irak un duro revés.
El revisionismo corroe a numerosos partidos comunistas y obreros, particularmente en Europa, que está preñada de revisionismo. Se están transformando de partidos de la revolución social en partidos de las reformas sociales, se están acercando y fundiendo con los socialdemócratas, se están apartando de las tradiciones y del espíritu revolucionario, se están adormeciendo con las ilusiones del camino pacífico parlamentario que los revisionistas han elevado a principio estratégico mundial.
En su interés de conseguir a toda costa el acercamiento y la colaboración multilateral con el imperialismo norteamericano -a cuyo servicio está colocada en realidad toda su llamada política de coexistencia pacífica- N. Jruschov ha cometido graves crímenes contra la libertad y la independencia de los pueblos, contra la paz, contra la misma Unión Soviética, contra su seguridad. En interés de este acercamiento y esta reconciliación, Jruschov, después de sus actos aventureros, capituló vergonzosamente durante la crisis del Caribe frente al imperialismo norteamericano, no vacilando en sacrificar incluso la soberanía de Cuba. Jruschov cubrió de oprobio a la Unión Soviética, a sus fuerzas armadas, al permitir que los imperialistas norteamericanos controlaran en alta mar, de forma humillante, los buques soviéticos, mientras Cuba, un pequeño país a 90 millas de los EE.UU., defendía con honor su dignidad, no tolerando ningún control imperialista sobre su territorio, ni tampoco el control imperialista sobre los buques soviéticos en aguas territoriales cubanas.
N. Jruschov sacrificó los intereses nacionales del pueblo congoleño cuando votó a favor del envío de tropas de la ONU bajo el control de los imperialistas norteamericanos. Este compromiso acarreó las trágicas consecuencias a la causa de la libertad e independencia del pueblo congoleño ya conocidas por todo el mundo. Una gran traición y engaño para los pueblos fue también el Tratado de Moscú sobre la proscripción parcial de pruebas nucleares el cual en realidad está dirigido contra los intereses de la misma Unión Soviética y del campo socialista, y da al imperialismo norteamericano la posibilidad de continuar de manera unilateral las pruebas subterráneas y aumentar su potencial atómico, de proseguir amenazando e intimidando a los pueblos con su chantaje nuclear.
Los chalaneos de Jruschov con el imperialismo en detrimento de los pueblos son numerosos. No obstante la alharaca desatada durante algunos años acerca de la firma del tratado de paz con Alemania y la solución del problema de Berlín Oeste, actualmente ha abandonado casi totalmente esta cuestión y, en vísperas de su visita a Alemania Occidental, se prepara a establecer nuevos compromisos con los revanchistas de Bonn en perjuicio de los intereses vitales de la República Democrática Alemana. Mientras todos los pueblos del mundo se alzaron para condenar con odio y enérgicamente los nuevos actos de agresión de los Estados Unidos de América contra la República Democrática de Viet Nam, N. Jruschov, para no disgustar a los norteamericanos, se limitó a expresar, a media voz, con pocas y pálidas palabras su aflicción por los acontecimientos del golfo de Tonkín, en un momento en que un país socialista hermano estaba y está todavía expuesto a un peligro muy grave.
N. Jruschov no sólo ha renunciado a la lucha contra el imperialismo sino que intenta impedir por todos los medios que también los demás pueblos hagan la revolución y luchen contra el imperialismo, intenta frenar y estrangular el movimiento mundial de liberación. Propaga toda clase de ilusiones pacifistas sobre el imperialismo y sus cabecillas, aconseja a los pueblos permanecer tranquilos, no irritar al imperialismo, someterse a él, ya que, según Jruschov, «cualquier chispa puede hacer estallar una conflagración mundial», les amenaza y les atemoriza con los horrores de la guerra atómica, predica la paz a toda costa y a cualquier precio. Ha llegado hasta el punto de proponer la creación de fuerzas de policía internacionales en el marco de la Organización de las Naciones Unidas y convertirse así en gendarme internacional, junto con el imperialismo norteamericano, para aplastar cualquier movimiento de liberación y revolucionario de los pueblos del mundo.
No sin razón los imperialistas norteamericanos, los cabecillas socialdemócratas de derecha y los reaccionarios de toda ralea no escatiman elogios a la personalidad de Jruschov, a su política, a su actitud. Le llaman «gran político realista con el cual es posible entenderse fácilmente», «la persona más adecuada en Moscú para Occidente», «un Primer Ministro soviético que actúa como un político norteamericano», «el hombre que está llevando el mundo comunista por el camino de una gran transformación y evolución», etc., etc. Ellos han puesto muchas esperanzas en N. J.ruschov y su grupo, y precisamente por eso aprueban su orientación, apoyan su línea y le ayudan para atraerle cada vez más al camino de la traición, en el que se ha introducido desde hace tiempo. Dicen abiertamente que «no deben dejar escaparse de las manos esta gran ocasión», que «los EE.UU. deben, dentro de ciertos límites, facilitar la tarea a Jruschov», etc., etc.
La historia no conoce caso alguno tan típico en el que los cabecillas del imperialismo, los enemigos de clase, hayan alabado tan ruidosamente, con tanto entusiasmo, a un dirigente de un partido comunista, como lo han hecho con N. Jruschov, en el que hayan expresado tan abiertamente su aprobación, su satisfacción y su esperanza respecto a su línea política. Este mismo hecho muestra claramente en favor de quién actúa N. Jruschov, a quién sirven sus puntos de vista y su actuación.
Queridos camaradas:
Frente al grave peligro del revisionismo jruschovista que amenaza al campo socialista, al movimiento comunista internacional, a la misma Unión Soviética, se han levantado hoy en lucha resuelta y de principios los partidos comunistas que mantienen firmes posiciones marxista-leninistas, todos los comunistas revolucionarios del mundo y no podía suceder de otra forma. Los comunistas que han consagrado su vida a la causa de la Revolución y del socialismo no podían ni pueden permanecer impasibles ni dejar de levantarse contra esta gran traición cometida por los revisionistas modernos contra la clase obrera. Nosotros estamos plenamente convencidos de que esta lucha tomará cada vez mayores proporciones y que precisamente ésta ocasionará la derrota final del revisionismo.
En esta gran batalla histórica entre el marxismo y el revisionismo, de la cual depende el presente y el futuro del socialismo, una gran responsabilidad y un gran papel les corresponde a ustedes, queridos camaradas miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética. Precisamente en la dirección de su partido se ha introducido el peor de los males, allí se encuentra el centro del revisionismo actual. El grave peligro que representa hoy el revisionismo para todo el movimiento comunista internacional consiste en que se ha manifestado en el partido más antiguo y más influyente del mundo, en el Partido bolchevique, en el partido de Lenin y de Stalin, en que ha afectado al primer y al más poderoso, país socialista, la Unión Soviética.
El grupo de Jruschov, especulando con la autoridad del Partido Comunista de la Unión Soviética, del Estado soviético, aprovechando el Poder estatal y valiéndose de todos los medios colosales de que éste dispone, trata de engañar a los comunistas soviéticos, imponerles su línea, corromper a las direcciones de numerosos partidos y empujarlos al lodazal del oportunismo.
Frente a la grave situación creada por la traición de N. Jruschov, es hora ya de que ustedes, comunistas soviéticos, cumplan con su alto deber revolucionario hacia su partido, su pueblo y su glorioso país, y hacia los comunistas, los proletarios y los pueblos de todo el mundo, de que no permitan a la camarilla traidora jruschovista jugar con los destinos del socialismo y del comunismo. Los comunistas revolucionarios soviéticos no se han dormido jamás en los laureles de las tradiciones y de los méritos del pasado. Hoy se requiere más que nunca que estas tradiciones se renueven con el mismo espíritu revolucionario, con la misma resolución y fidelidad a los principios, que se defienda el glorioso nombre del Partido Comunista de la Unión Soviética, que se levante bien en alto su bandera revolucionaria tirada por tierra por Jruschov. Esto lo exigen los intereses vitales de la Unión Soviética, del campo socialista, del movimiento revolucionario y de liberación del mundo.
Ustedes viven y trabajan en un país donde hoy por hoy está en el Poder la cabeza del revisionismo moderno. Por eso, su lucha en defensa del marxismo-leninismo tiene una importancia decisiva. No cabe duda de que esta lucha no es fácil. Exige grandes esfuerzos, requiere osadía y resolución y también sacrificios. Pero los comunistas soviéticos a lo largo de su gloriosa historia han dado numerosas pruebas de heroísmo y abnegación en nombre de la gran causa de la clase obrera. Jamás se han amedrentado, nunca han retrocedido frente al enemigo, ni siquiera en los momentos más difíciles, cumpliendo siempre con honor su deber.
El Partido del Trabajo de Albania se dirige a ustedes, miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, con esta carta abierta porque les apreciamos, porque les consideramos, hoy igual que ayer, compañeros de armas. Los intentos del grupo de Jruschov de quebrantar la amistad soviético-albanesa, de sembrar la enemistad y la discordia entre nuestros pueblos, fracasarán. Los sentimientos de amistad y de fraternidad de nuestro Partido y nuestro pueblo hacia su Partido y su pueblo no se han extinguido ni se extinguirán jamás. Los comunistas albaneses y el pueblo albanés están y estarán unidos por imperecederos lazos de amistad con la Unión Soviética. A pesar de que hoy en la Unión Soviética ocupan el Poder un grupo de renegados, el Partido del Trabajo de Albania, la República Popular de Albania y el pueblo albanés defenderán siempre a la Unión Soviética, al primer Estado socialista creado por el gran Lenin contra todos sus enemigos externos e internos. No hemos olvidado ni olvidaremos nunca lo que significa para nosotros la Unión Soviética, no olvidaremos nunca su ayuda internacionalista para la liberación de nuestro país y para la construcción del socialismo.
La actitud del Partido del Trabajo de Albania y del pueblo albanés ha sido y es clara y tajante: lucha de principios, intransigente y a ultranza por la destrucción del grupo revisionista de Jruschov; amistad, fidelidad y plena solidaridad internacionalista y fraternal con los pueblos de la Unión Soviética.
Nuestro Partido se atiene fielmente a la declaración hecha el 7 de noviembre de 1961 en la reunión solemne organizada con motivo del 20 aniversario de la fundación del Partido del Trabajo de Albania: «Nuestro Partido y nuestro pueblo, independientemente de los ataques, calumnias y actos hostiles dirigidos contra ellos, conservan intactos en sus corazones los sentimientos puros de amistad con los pueblos hermanos de la Unión Soviética. Nuestro Partido nos ha enseñado a querer a la Unión Soviética, a la gran patria de Lenin y de Stalin, tanto en los buenos como en los días aciagos»
Guiado por estos principios, por estos sentimientos y por este espíritu, el Partido del Trabajo de Albania se dirige a ustedes convencido de que los comunistas soviéticos sabrán, en estos momentos históricos, cumplir dignamente su misión revolucionaria internacionalista, permanecerán firmes ante cualquier borrasca, como dignos hijos de su partido, fieles continuadores de su vía y de su heroica historia.
¡Cuántos complots y ataques han fraguado los enemigos de clase, del partido y del pueblo soviético, contra la Unión Soviética desde la Revolución de Octubre! Pero siempre los enemigos han sido derrotados. La causa del socialismo y el Poder soviético han sido defendidos con honor. Ustedes, hijos del Partido Bolchevique, bajo la guía de. Lenin y de Stalin rechazaron la intervención de las potencias imperialistas que se lanzaron como fieras para estrangular la revolución, y supieron triunfar en la sangrienta guerra civil contra los rabiosos enemigos de clase. A su lado en aquellos días estaban, con sus acciones militantes, con su pensamiento y su corazón, los comunistas, los proletarios, todos los revolucionarios y los pueblos oprimidos del mundo. Ustedes, hijos del Partido Bolchevique, bajo la guía del eminente continuador de la obra de Lenin, J. V. Stalin, lucharon con gran heroísmo durante la Guerra Patria y derrotaron valerosamente, en los campos de batalla, al fascismo alemán, convirtiéndose en libertadores de los pueblos de Europa. También en esta guerra ustedes tuvieron como aliados a los partidos comunistas y obreros del mundo entero, a los proletarios, a todos los pueblos y a toda la humanidad progresista.
Hoy un grave peligro se cierne nuevamente sobre su partido, sobre la Unión Soviética. Están amenazados desde el interior y el exterior por el complot que traman de común acuerdo los imperialistas y los revisionistas modernos. Este complot, que se está urdiendo de forma pacífica, de hecho es mucho más peligroso para el destino del socialismo en la Unión Soviética, para todo el movimiento comunista y obrero internacional, para el destino de la revolución en general. A la cabeza de este complot figuran los cabecillas del imperialismo norteamericano y de la reacción mundial, y la camarilla de Jruschov. La causa del socialismo y de la Revolución de Octubre, a la cual ustedes han consagrado su vida, les convoca de nuevo a frustrar el gran complot contrarrevolucionario que les está amenazando, con el mismo heroísmo y espíritu revolucionario que ha caracterizado toda su vida de militantes leninistas. Hoy igual que ayer, en esta justa lucha en defensa del marxismo-leninismo, en defensa de la Unión Soviética, ustedes no están solos. A su lado están los partidos comunistas y obreros marxista-leninistas, están todos los comunistas revolucionarios, todos los proletarios y los pueblos del mundo, quienes constituyen una fuerza mucho mayor que la de aquéllos que les apoyaron y fueron sus aliados en el pasado en las batallas contra los enemigos de clase, contra los enemigos de la Unión Soviética.
El Partido del Trabajo de Albania, que no está acostumbrado a hablar a espaldas de nadie, sino abierta y lealmente, declara con sinceridad y decisión que está de su lado. Nosotros consideramos un elevado deber internacionalista la lucha que debe librarse contra el complot revisionista-imperialista en defensa del marxismo-leninismo, en defensa de la Unión Soviética, el primer país socialista. Y a la Unión Soviética no se la defiende declarando «estamos con la Unión Soviética aunque esté en un camino errado». Así piensan sólo los traidores. Así no se defiende a la Unión Soviética, así se defiende solamente la traición. Nosotros no queremos una Unión Soviética donde dominen los traidores revisionistas, no deseamos ver cómo los revisionistas socavan los triunfos de la Revolución de Octubre y empujan el país hacia nuevas alianzas con el imperialismo para la restauración del capitalismo en el territorio de la patria regada con la sangre de los mejores hijos del Partido, de la clase obrera, del pueblo soviético. Nosotros hemos querido ver a la Unión Soviética, hoy y siempre, como ha sido ayer, la poderosa fortaleza de la causa del socialismo y del comunismo, de la revolución, de la libertad de los pueblos y de la paz en el mundo.
Nosotros, los comunistas albaneses, todos los trabajadores y los patriotas de la Albania socialista, aunque pocos en número y continuamente expuestos a los feroces ataques de los imperialistas y revisionistas, estamos luchando y lucharemos resueltamente y sin doblegamos hasta el fin, en defensa de la gran causa común, el marxismo-leninismo, en defensa de la Unión Soviética. En esta lucha hemos asumido y asumiremos toda la responsabilidad que nos corresponde y opinamos que es hora ya de que todos los comunistas y los verdaderos revolucionarios, todos aquéllos para los que la causa del marxismo-leninismo, del socialismo, de la revolución es sagrada, asuman con resolución su plena responsabilidad frente a esta situación.
Expresamos una vez más nuestra plena convicción, y lo hacemos con inquebrantable fe, de qué nuestros camaradas, los comunistas del glorioso partido de Lenin y Stalin, al igual que fueron ayer un gran ejemplo de inspiración para todos los comunistas y los pueblos del mundo, sabrán también hoy cumplir con elevada conciencia revolucionaria las tareas de responsabilidad que les ha confiado la historia.
Por la defensa del marxismo-leninismo, por la defensa del socialismo y del comunismo, por la defensa de la Unión Soviética, bajo la gran bandera de Marx, Engels, Lenin y Stalin, los comunistas soviéticos unirán sus esfuerzos y su poderosa lucha a la de todos los comunistas y proletarios de todos los países, por el desenmascaramiento y la derrota total del revisionismo moderno y del imperialismo.
5 de octubre de 1964
Queridos camaradas:
N. Jruschov se esfuerza por convencerles a ustedes, comunistas de la Unión Soviética, a los pueblos soviéticos y a todo el mundo de que su llegada al Poder marca el comienzo de una nueva época, de un gran viraje histórico. El decenio de su dominación es presentado como el decenio de la «prosperidad de la Unión Soviética, de la «marcha triunfal hacia el comunismo», como el decenio del «triunfo de la paz y de la coexistencia pacífica», como el decenio de la «consolidación del movimiento comunista» y del «desarrollo creador del marxismo». Para los revisionistas modernos la «verdadera historia» de la Unión Soviética empieza a partir de 1953.
Todas estas afirmaciones son mentiras y nada más que mentiras. Con la usurpación del Poder por parte del grupo de Jruschov comienza efectivamente un viraje histórico, pero es un viraje regresivo, viraje que abrió paso al oportunismo y al revisionismo, a la traición y a la degeneración, a la labor de zapa contra la unidad y al inicio de la escisión en el movimiento comunista, al acercamiento y a la unión con los imperialistas y los demás enemigos de los pueblos y del socialismo, al sabotaje de la revolución y a la restauración del capitalismo.
Ninguna persona y ningún grupo hasta el presente ha ocasionado a la Unión Soviética, al campo socialista, al movimiento comunista, a la causa del socialismo y del comunismo daños y males tan grandes como Jruschov y su grupo. La historia de la Unión Soviética y del comunismo internacional no conoce a un renegado tan grande y a un enemigo tan feroz y peligroso como el grupo revisionista jruschovista. Lo que no lograron en su tiempo los imperialistas con su intervención armada, ni Trotski, Bujarin y los demás enemigos del Poder soviético, lo que no pudieron conseguir los fascistas alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, trata de conseguirlo ahora el grupo de Jruschov.
¿Quién ha humillado, quién ha desacreditado, quién ha atacado más duramente, quién ha calumniado más que N. Jruschov al Poder soviético, al régimen socialista soviético? Fue Jruschov quien quiso hacer borrón y cuenta nueva del período más glorioso de la Unión Soviética, cuando el pueblo soviético, guiado por el Partido con Stalin a la cabeza, venció enormes dificultades, hizo frente con valor al feroz bloqueo capitalista, aplastó la contrarrevolución, construyó por primera vez en el mundo la sociedad socialista, logró la gran victoria histórica en .la Guerra Patria y transformó la Unión Soviética en un poderoso Estado socialista desarrollado y adelantado, con una autoridad y un papel sin precedentes en la arena internacional. Fue Jruschov quien presentó todo este período como el período de la decadencia en la Unión Soviética, donde reinaron el terror y las persecuciones, las prisiones y los campos de concentración, la violación de la legalidad y de la democracia, la arbitrariedad y el despotismo, la pobreza y el hambre. Con todas estas calumnias, N. Jruschov prestó un gran servicio a los imperialistas, dándoles armas para atacar y desacreditar a la Unión Soviética. El tristemente célebre informe «secreto» que Jruschov presentó en el XX Congreso, y también sus demás discursos, fueron el principal alimento de la más reaccionaria, anticomunista y antisoviética propaganda, una fuente inagotable para ella.
¿Quién puede dar crédito a las calumnias de Jruschov sobre los «crímenes» de Stalin? ¿Se puede acaso creer en las invenciones de las comisiones investigadoras creadas por Jruschov, en los escritos de los Adjubey y en los diarios de los Solzhenitsin2 y comparsas? ¿Será que el imperialismo y sus agentes, que le profesaban un odio inveterado a la Unión Soviética y que querían destruirla desde los primeros días de su existencia, han permanecido de brazos cruzados sin hacer nada contra ella? Precisamente en 1938, el propio N. Jruschov había dicho: «Los Yakir, Balitski, Tyubchenki, Zatonski y otros canallas querían traer a Ucrania a los terratenientes polacos, querían introducir aquí a los fascistas alemanes, a los terratenientes y capitalistas... Hemos eliminado a muchos enemigos, pero aún no a todos. Por lo tanto, debemos estar ojo avizor. Debemos tener muy presentes las palabras del camarada Stalin: “mientras exista el cerco capitalista, los enemigos enviarán a nuestro país espías y saboteadores” » Este mismo Jruschov, un año antes, en 1937, decía: «Nuestro Partido aplastará sin piedad a la pandilla de traidores, barrerá de la faz de la tierra a toda la carroña trotskista- derechista. La garantía de esto es la dirección firme de nuestro Comité Central, la dirección firme de nuestro jefe, el camarada Stalin. Aniquilaremos a los enemigos hasta el final, del primero al último, y echaremos al viento sus cenizas» Pero, en vez de borrar de la faz de la tierra a la carroña trotskista, en vez de exterminar a todos los enemigos y echar al viento sus cenizas; el renegado Jruschov incineró el cuerpo de Stalin, echó al viento sus cenizas, las cenizas de este gran defensor y artífice de las históricas victorias de la Unión Soviética, rehabilitó, del primero hasta el último, a todos los contrarrevolucionarios, los declaró víctimas de Stalin y decidió levantarles monumentos.
Los albaneses sabemos muy bien, por propia experiencia, quiénes son las víctimas que N. Jruschov toma bajo su protección. Mientras Jruschov ha calificado a los dirigentes del Partido y del Estado albanés, que han guiado al pueblo en su gran lucha de liberación y de edificación del socialismo, de agentes del imperialismo vendidos por 30 monedas, de asesinos y terroristas, a los enemigos de nuestro Partido y pueblo los ha tomado abiertamente bajo su protección, calificándoles de verdaderos comunistas revolucionarios, internacionalistas, patriotas y víctimas inocentes. Solamente un traidor, un enemigo del comunismo puede lanzar contra Stalin, gran dirigente del Partido Comunista, del pueblo soviético y del movimiento comunista internacional, tan monstruosas calumnias y ataques. En sus ataques anticomunistas contra Stalin, Jruschov ha superado también a los imperialistas y a los más furiosos reaccionarios y renegados del comunismo, Kautsky, Trotski, Tito y Gilas ¡Qué no ha dicho contra Stalin! Ha llamado «asesino», «delincuente común», «déspota del tipo de Ivan el Terrible», «el mayor dictador de la historia de Rusia», etc., etc., a J. Stalin, a quien durante 30 años guió al Partido de los bolcheviques y al pueblo soviético de victoria en victoria, a quien defendió valientemente la línea del gran Lenin, a quien inspiró a los Stajanov y a los héroes de la edificación socialista en la Unión Soviética, a quien movilizó y guió resueltamente a los obreros y campesinos, a todo el pueblo soviético en la gran Guerra Patria, a aquél con cuyo nombre en los labios se lanzaron al ataque contra los enemigos y sacrificaron sus vidas los Matrosov, las Kosmodemianskaya, los héroes de Stalingrado y cientos de miles de héroes combatientes.
¿No han pensado ustedes, camaradas, por qué se manifiesta un odio tan furioso contra Stalin, por qué se le ataca y desacredita con tanta rabia, por qué se quiere empañar tan descaradamente todo el glorioso período de la historia del pueblo soviético y de su partido a cuya cabeza estaba J. V. Stalin? ¿Y no ven ustedes una relación lógica entre los ataques y las calumnias contra Stalin y los aplausos y los elogios a los cabecillas del imperialismo, a Eisenhower, Kennedy, Johnson, etc., a los cuales Jruschov ha calificado de personas «sensatas» que «gozan del apoyo de la mayoría absoluta del pueblo norteamericano», que «se interesan seriamente por la salvaguardia de la paz», llegando incluso a considerar la muerte de alguno de estos dirigentes del imperialismo, como ha sido el caso de Kennedy, como «una gran pérdida para la humanidad» , proclamando con tal motivo un día de luto también para los comunistas? Solamente un charlatán, alguien sin personalidad ni vergüenza puede comportarse como lo hizo Jruschov hacia Stalin, al que mientras vivía, cubría de elogios llamándolo «amigo íntimo y compañero de armas del gran Lenin», «amigo del pueblo y padre querido», «gran mariscal de la victoria contra el fascismo» «el mayor genio y guía de la humanidad».
¿Cómo ha sido posible que ustedes, los comunistas soviéticos, que el pueblo soviético, conquistaran tan grandes victorias históricas teniendo a la cabeza del Partido y del Estado a una persona que solamente cometía crímenes y errores de todas clases? La mayor absurdidad y la tergiversación más burda de la historia es la de negar los grandes méritos de Stalin como dirigente del Partido y comandante supremo del Ejército Soviético, y poner por las nubes el papel y los méritos de Jruschov, a quien se presenta como gran estratega no solamente de la Guerra Patria sino también de la guerra civil, como pionero de la era cósmica, etc., etc. Es muy lamentable que también algunos compañeros de lucha de Stalin, que a su lado y bajo su guía dirigieron grandes operaciones durante la Guerra Patria, ahora, siguiendo las directrices de Jruschov, tergiversan la historia, niegan lo que ellos mismos han afirmado hace poco.
Con sus viles calumnias y ataques contra Stalin, propios sólo de canallas, Jruschov ofende gravemente al gran pueblo sovíétíco y a su Partido, a la dictadura del proletariado y al régimen socialista soviético, ofende al glorioso Ejército Soviético, al movimiento comunista internacional y a los pueblos y trabajadores de todo el mundo, ofende al socialismo y al marxismo-leninismo. En un tiempo Jruschov mismo había dicho: «¡Quien levanta la mano contra el camarada Stalin, la levanta contra todos nosotros, contra la clase obrera, contra los trabajadores! ¡Quien levanta la mano contra el camarada Stalin, la levanta contra la doctrina de Marx-Engels-Lenin!» (Del discurso pronunciado por él en el mitin celebrado en Moscú en enero de 1937) Precisamente así ha actuado el mismo Jruschov: al levantar la mano contra Stalin, la ha levantado contra todos, contra el comunismo, contra el marxismo-leninismo. Levantando la mano contra Stalin, Jruschov la levantó contra el mismo sistema socialista soviético. No se atreve a confesarlo públicamente, a pesar de los llamamientos de sus aliados más consecuentes para llevar hasta el fin la liquidación de las consecuencias del «culto». Pero al calificar las tres décadas de la dirección de Stalin como una anomalía, como un alejamiento del camino leninista y al dedicarse intensamente a la labor de zapa para minar el sistema socialista, Jruschov mismo está pisoteando el sistema socialista soviético y está dirigiendo la evolución pacífica de la degeneración del socialismo en la Unión Soviética. ¡Y qué ironía, a esta línea traidora, socialdemócrata, la llama «retorno a Lenin», «prosecución de la verdadera vía leninista»!
Este es el verdadero objetivo, la verdadera significación de todo el ruido que N. Jruschov arma sobre la así llamada lucha contra el culto a la personalidad y sus consecuencias. El grupo de Jruschov ha levantado la mano contra lo más sagrado, contra la más poderosa arma del pueblo soviético para la defensa de los triunfos de la revolución y para la edificación del comunismo, contra la dictadura del proletariado y el Partido Comunista. Intenta desarmar al pueblo, arrebatarle el Poder, hacer degenerar al Partido. Ha violado y repudiado la consecuente línea marxista-leninista del Partido Bolchevique, sus tradiciones y su espíritu revolucionario, ha impuesto al partido una línea oportunista y revisionista en todos los campos de la vida y de la actividad, línea que está amenazando las históricas victorias del socialismo en la Unión Soviética por las cuales el Partido y el pueblo soviético han luchado con gran heroísmo, han hecho numerosos sacrificios, han derramado su sangre.
Para realizar esta línea, la camarilla revisionista de Jruschov ha efectuado grandes y continuas purgas entre los cuadros del Partido y del Estado, tanto en la capital como en las provincias, apartando a todos los cuadros en los que no tenía confianza y sustituyéndolos por cuadros fieles a su línea. En una década, Jrusohov ha excluido del Comité Central, elegido en el XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1952, a más del 70 por ciento de sus miembros y en el XXII Congreso excluyó del Comité Central, elegido en el XX Congreso, a casi el 50 por ciento de sus miembros. Además, poco antes del XXII Congreso, bajo la tapadera de la rotación de cuadros, sustituyó al 45 por ciento de los miembros de los comités centrales de los partidos de las Repúblicas Federadas, de los comités del partido de las provincias y de las regiones, y al 40 por ciento de los miembros de los comités del partido de las ciudades y de los distritos. En 1963, la camarilla de Jruschov sustituyó otra vez, so pretexto de la reorganización del partido en base a la estructura de producción, a más de la mitad de los miembros de los comités centrales de las Repúblicas Federadas y de los comités del partido de las provincias.
Las personas que rodean hoy a N. Jruschov y están a su servicio, forman una capa privilegiada, degenerada desde el punto de vista ideológico, que ha traicionado la causa revolucionaria de la clase obrera soviética, que lucha contra el marxismo-leninismo y el socialismo. Su única preocupación es la consolidación de su propia posición económica y de su propia dominación política. El grupo de Jruschov, con el apoyo de esta capa, está transformando al glorioso Partido Comunista de la Unión Soviética en un partido revisionista, y al Estado socialista soviético en una dictadura de la camarilla jruschovísta.
Sus tesis sobre los llamados «partido de todo el pueblo» y «Estado de todo el pueblo» son un gran fraude. No tienen nada en común con el marxismo-leninismo y sirven solamente para preparar el terreno a la restauración del capitalismo. «La marcha hacia adelante, es decir hacia el comunismo, pasa por la dictadura del proletariado, y no puede ser de otra manera», ha dicho Lenin. Declarando liquidada la dictadura del proletariado en la Unión Soviética, el grupo de Jruschov da un paso atrás muy peligroso en dirección al capitalismo. El llamado «Estado de todo el pueblo» de N. Jruschov no es nada más que una máscara que sirve para encubrir la dictadura de su camarilla, dictadura que está dirigida contra la clase obrera y el campesinado soviéticos, contra el pueblo soviético. N. Jruschov lucha únicamente contra la dictadura del proletariado y está a favor de conservar el Poder estatal para emplearlo como medio para la realización de sus designios contrarrevolucionarios y para mantener al pueblo y a los comunistas soviéticos en un estado de opresión y sumisión. No menos peligrosa es también la tesis sobre el «partido de todo el pueblo», que borra el carácter proletario y de clase del Partido Comunista de la Unión Soviética y abre paso a la degeneración del partido marxista-leninista en un partido revisionista. Estos fines persiguen todas las organizaciones y reorganizaciones en el Partido y en el Poder que ha emprendido N. Jruschov en repetidas ocasiones.
Camaradas, el Poder soviético, el primer Poder socialista en el mundo, instaurado por la Revolución de Octubre, y el gran Partido Comunista de la Unión Soviética, se encuentran frente al muy serio peligro de su degeneración en un Poder burgués y en un partido revisionista burgués. En estos momentos la pasividad es imperdonable y fatal. A las amplias masas de miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, a las amplias masas del pueblo soviético se les plantea de forma imperativa el elevado y sagrado deber de defender la dictadura del proletariado, defender al Partido Comunista fundado por Lenin.
N. Jruschov, desde su llegada al Poder, ha emprendido una serie de medidas y reformas en el campo de la economía, y particularmente de la agricultura, sobre las cuales ha armado mucho alboroto. Pero, ¿cuál es el verdadero fin y significado de tales medidas y reformas? Se oponen a los principios del socialismo y del comunismo, son un intento de introducir en la economía socialista soviética formas de organización y métodos de dirección tomados de prestado de la experiencia de la Yugoslavia titista y de los países capitalistas. El grupo de Jruschov ha sustituido el principio socialista de la remuneración según el trabajo, por el estímulo material entendido en su sentido absoluto y fetichista, ha minado la dirección planificada y centralizada de la economía, está alentando el principio capitalista de la lucha por el beneficio y fomentando la libre competencia capitalista, está arruinando y desmembrando la propiedad colectiva de todo el pueblo, tal como ha hecho con las estaciones de máquinas y tractores.
El comunismo de N. Jruschov es, en esencia, una variedad del socialismo burgués. Toda su palabrería sobre la preocupación que siente por el bienestar del pueblo, por una vida mejor para todos, es pura, hipocresía y demagogia. Lo que le preocupa al grupo de Jruschov es asegurar una vida mejor, más cómoda y más próspera para una capa privilegiada y degenerada, que obtiene grandes ingresos en forma de sueldos, gratificaciones especiales y altos honorarios y mediante malversaciones, sobornos, hurtos, etc. Los más altos ideales del comunismo han sido reducidos por Jruschov a «un buen plato de gulash». Toma como modelo de su comunismo a los Estados Unidos de América, la experiencia de los industriales, y las recomendaciones de los grandes hacendados norteamericanos de los Eaton, Harst y compañía. Ha llegado al punto de tender la mano a los imperialistas norteamericanos para que éstos, con sus dólares y sus créditos, «edifiquen» el comunismo en la Unión Soviética. Los revisionistas jruschovistas han abierto las puertas a la penetración de la ideología burguesa, al modo de vida burgués, a la degeneración burguesa en el arte, en la literatura y en la cultura, al resurgimiento de toda clase de tendencias antisoviéticas, antisocialistas, a la propagación de las corrientes decadentes occidentales. Propagan aparatosamente el individualismo y el egoísmo burgués, el humanismo y el pacifismo burgués.
¿Acaso todo esto no pone claramente en evidencia lo peligroso del camino por el que Jruschov está llevando a la Unión Soviética? Todas estas actitudes no son en modo alguno pasos adelante hacia el comunismo, sino pasos atrás, hacia el capitalismo. En estas circunstancias, frente a los comunistas revolucionarios soviéticos, frente al pueblo soviético, se presenta la alternativa: permitir que el grupo de Jruschov realice tranquilamente su obra criminal, contrarrevolucionaria, o levantarse en defensa de los triunfos del socialismo y del comunismo en la Unión Soviética, y poner fin a la marcha antisoviética y antisocialista de N. Jruschov.
Queridos camaradas:
Cuando su partido mantenía en alto y sin mácula la bandera del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario y seguía una consecuente línea revolucionaria en todas las cuestiones de política interior y exterior, la Unión Soviética fue durante décadas enteras el bastión de la revolución y del socialismo, el abanderado de la lucha contra el imperialismo, el defensor y gran sostenedor de la libertad e independencia de los pueblos, el gran luchador por la causa de la liberación de la clase obrera en el mundo. Los comunistas revolucionarios y los pueblos de todo el mundo veían con profundo respeto y gran amor a la Unión Soviética, seguían su ejemplo y se inspiraban en su actitud de principios y revolucionaria. La creación del campo socialista, el crecimiento del movimiento comunista y obrero, el gran auge de la lucha de liberación nacional de los pueblos están estrechamente ligados al papel y a la contribución internacionalista del primer país del socialismo, la Unión Soviética. En aquel entonces en el campo socialista, en el movimiento comunista y en todas las organizaciones progresistas y democráticas internacionales existía una plena unidad de pensamiento y de acción.
Todas las fuerzas revolucionarias del mundo, teniendo a la Unión Soviética a la cabeza, luchaban unidas como un solo hombre contra las fuerzas del imperialismo y de la reacción.
Pero N. Jruschov, con su línea política, socavó el prestigio, la autoridad y el papel de la Unión Soviética en el mundo. En nombre de la Unión Soviética, divide el campo socialista y el movimiento comunista internacional, sabotea y sofoca la revolución y la lucha de liberación de los pueblos, engaña e intimida a los pueblos, embellece y defiende al capitalismo y al imperialismo.
¡Vean, camaradas, la gran tragedia que está jugando el grupo de Jruschov a expensas de un país como el suyo, que posee tan brillantes tradiciones revolucionarias, tan grandes méritos históricos! Ha ligado y está uniendo cada vez más la Unión Soviética a feroces enemigos, a aquéllos contra los cuales los comunistas y el pueblo soviético han librado una resuelta y heroica lucha. El grupo de Jruschov ha convertido en aliados y amigos de la Unión Soviética a aquéllos que quieren cavarle la tumba. Ha convertido en aliado y amigo de la Unión Soviética al imperialismo norteamericano, que es la cabeza del imperialismo mundial, el centro de la reacción, la fuente principal de guerra y agresión, el explotador y gendarme internacional, el enemigo número uno de los pueblos de todo el mundo.
Trata de amiga y hermana suya a la camarilla de Tito, que desde hace tiempo ha traicionado al marxismo-leninismo, que desarrolla una labor de zapa contra las fuerzas del socialismo, de la libertad y de la paz en el mundo, que sirve con celo al imperialismo, que se mantiene en pie con los dólares norteamericanos y que ha sido condenada unánimemente por el movimiento comunista internacional.
En sus amigos y aliados se han convertido los renegados de la clase obrera, los lacayos de la burguesía y los rabiosos anticomunistas, los cabecillas reaccionarios derechistas socialdemócratas como Guy Mollet, Spaak, Wílson, etc, N. Jruschov ha hecho una amiga y aliada a la burguesía reaccionaria hindú a quien arma e incita para oprimir al pueblo hindú y agredir a un país hermano como es la República Popular China. Se ha hecho amigo y aliado del Vaticano, de este viejo centro de la reacción y del obscurantismo, así como de todas las fuerzas reaccionarías y contrarrevolucionarias del mundo, incluso de los revanchistas de Bonn, con los cuales Jruschov trata de ponerse de acuerdo.
Todo el rigor de su lucha N. Jruschov lo ha dirigido contra los verdaderos aliados y fieles amigos de la Unión Soviética.
Ya son de su conocimiento los feroces ataques y las monstruosas calumnias y acusaciones, los actos hostiles que el grupo de Jruschov ha emprendido contra el Partido del Trabajo de Albania, la República Popular de Albania, el pueblo albanés y sus dirigentes. ¡y de qué no ha acusado a nuestro Partido y nuestro pueblo! En su lucha contra nuestro Partido y nuestro pueblo hizo uso de amenazas y presiones, intervino brutalmente en sus asuntos internos, impuso el bloqueo económico y rompió las relaciones diplomáticas. Desde la tribuna del XXII Congreso llamó abiertamente a los comunistas y al pueblo albanés a la contrarrevolución para derribar a la dirección del Partido y del Estado, llamamientos que se repiten continuamente a través de los órganos de propaganda soviéticos y particularmente de Radio Moscú en sus emisiones destinadas a Albania. Pero, ¿por qué todo este odio, toda esta enemistad hacia un país socialista, hacia un partido marxista y un pueblo hermano, odio y enemistad que no han expresado hacia nuestro país ni siquiera los más feroces enemigos imperialistas? ¿Qué «crimen» han cometido este Partido y este pueblo? Su único «crimen» ha sido el de no haber aceptado someterse a la línea traidora de N. Jruschov, el de haber denunciado y contrarrestado los intentos escisionistas de los revisionistas.
El grupo de Jruschov desarrolla una enconada lucha contra los países socialistas que no se someten a su «diktat», y también contra todos los partidos comunistas que se oponen al revisionismo y defienden el marxismo-leninismo. Contra ellos emplea todas las armas y métodos de que se valen los enemigos de clase. Interviene brutalmente en sus asuntos internos, viola su soberanía y su independencia, realiza presiones y chantajes para ponerles de rodillas, siembra la escisión y urde complots como lo hizo recientemente contra el Partido Comunista del Japón, utiliza los organismos conjuntos del Consejo de Ayuda Mutua Económica y del Tratado de Varsovia para poner a los países socialistas bajo el dominio de su grupo, para explotarlos con fines egoístas y chovinistas.
Con su línea y con toda su actividad N. Jruschov ha hecho y está haciendo grandes servicios al imperialismo y a la reacción mundial y ha perjudicado y está perjudicando gravemente la causa del socialismo, de la libertad de los pueblos y de la paz en el mundo.
El revisionismo moderno, que se propagó muy rápidamente después del XX Congreso del partido Comunista de la Unión Soviética, abrió el paso a la contrarrevolución sangrienta en Hungría, a los acontecimientos contrarrevolucionarios en Polonia, puso en peligro la existencia misma de algunos partidos comunistas y obreros, como en los Estados Unidos de América, en Dinamarca y en otros países. Siguiendo el camino de Jruschov, el Partido Comunista de la India, con Dange a la cabeza, se ha transformado en un instrumento de la gran burguesía reaccionaria, en un partido nacionalchovinista que ha traicionado los ideales de la clase obrera y del pueblo hindú. En Argelia los revisionistas alejaron al partido de la lucha armada apoyada en el pueblo, le aislaron de las masas, le hicieron rezagarse perdiendo así su posición en la vida política de Argelia. Una verdadera tragedia sufrió el Partido Comunista de Irak, el cual, después de haberse sometido a la presión del grupo de Jruschov, siguió una línea oportunista, relajó la vigilancia y, por consiguiente, fue ferozmente atacado por la reacción, sufriendo la causa de la revolución en Irak un duro revés.
El revisionismo corroe a numerosos partidos comunistas y obreros, particularmente en Europa, que está preñada de revisionismo. Se están transformando de partidos de la revolución social en partidos de las reformas sociales, se están acercando y fundiendo con los socialdemócratas, se están apartando de las tradiciones y del espíritu revolucionario, se están adormeciendo con las ilusiones del camino pacífico parlamentario que los revisionistas han elevado a principio estratégico mundial.
En su interés de conseguir a toda costa el acercamiento y la colaboración multilateral con el imperialismo norteamericano -a cuyo servicio está colocada en realidad toda su llamada política de coexistencia pacífica- N. Jruschov ha cometido graves crímenes contra la libertad y la independencia de los pueblos, contra la paz, contra la misma Unión Soviética, contra su seguridad. En interés de este acercamiento y esta reconciliación, Jruschov, después de sus actos aventureros, capituló vergonzosamente durante la crisis del Caribe frente al imperialismo norteamericano, no vacilando en sacrificar incluso la soberanía de Cuba. Jruschov cubrió de oprobio a la Unión Soviética, a sus fuerzas armadas, al permitir que los imperialistas norteamericanos controlaran en alta mar, de forma humillante, los buques soviéticos, mientras Cuba, un pequeño país a 90 millas de los EE.UU., defendía con honor su dignidad, no tolerando ningún control imperialista sobre su territorio, ni tampoco el control imperialista sobre los buques soviéticos en aguas territoriales cubanas.
N. Jruschov sacrificó los intereses nacionales del pueblo congoleño cuando votó a favor del envío de tropas de la ONU bajo el control de los imperialistas norteamericanos. Este compromiso acarreó las trágicas consecuencias a la causa de la libertad e independencia del pueblo congoleño ya conocidas por todo el mundo. Una gran traición y engaño para los pueblos fue también el Tratado de Moscú sobre la proscripción parcial de pruebas nucleares el cual en realidad está dirigido contra los intereses de la misma Unión Soviética y del campo socialista, y da al imperialismo norteamericano la posibilidad de continuar de manera unilateral las pruebas subterráneas y aumentar su potencial atómico, de proseguir amenazando e intimidando a los pueblos con su chantaje nuclear.
Los chalaneos de Jruschov con el imperialismo en detrimento de los pueblos son numerosos. No obstante la alharaca desatada durante algunos años acerca de la firma del tratado de paz con Alemania y la solución del problema de Berlín Oeste, actualmente ha abandonado casi totalmente esta cuestión y, en vísperas de su visita a Alemania Occidental, se prepara a establecer nuevos compromisos con los revanchistas de Bonn en perjuicio de los intereses vitales de la República Democrática Alemana. Mientras todos los pueblos del mundo se alzaron para condenar con odio y enérgicamente los nuevos actos de agresión de los Estados Unidos de América contra la República Democrática de Viet Nam, N. Jruschov, para no disgustar a los norteamericanos, se limitó a expresar, a media voz, con pocas y pálidas palabras su aflicción por los acontecimientos del golfo de Tonkín, en un momento en que un país socialista hermano estaba y está todavía expuesto a un peligro muy grave.
N. Jruschov no sólo ha renunciado a la lucha contra el imperialismo sino que intenta impedir por todos los medios que también los demás pueblos hagan la revolución y luchen contra el imperialismo, intenta frenar y estrangular el movimiento mundial de liberación. Propaga toda clase de ilusiones pacifistas sobre el imperialismo y sus cabecillas, aconseja a los pueblos permanecer tranquilos, no irritar al imperialismo, someterse a él, ya que, según Jruschov, «cualquier chispa puede hacer estallar una conflagración mundial», les amenaza y les atemoriza con los horrores de la guerra atómica, predica la paz a toda costa y a cualquier precio. Ha llegado hasta el punto de proponer la creación de fuerzas de policía internacionales en el marco de la Organización de las Naciones Unidas y convertirse así en gendarme internacional, junto con el imperialismo norteamericano, para aplastar cualquier movimiento de liberación y revolucionario de los pueblos del mundo.
No sin razón los imperialistas norteamericanos, los cabecillas socialdemócratas de derecha y los reaccionarios de toda ralea no escatiman elogios a la personalidad de Jruschov, a su política, a su actitud. Le llaman «gran político realista con el cual es posible entenderse fácilmente», «la persona más adecuada en Moscú para Occidente», «un Primer Ministro soviético que actúa como un político norteamericano», «el hombre que está llevando el mundo comunista por el camino de una gran transformación y evolución», etc., etc. Ellos han puesto muchas esperanzas en N. J.ruschov y su grupo, y precisamente por eso aprueban su orientación, apoyan su línea y le ayudan para atraerle cada vez más al camino de la traición, en el que se ha introducido desde hace tiempo. Dicen abiertamente que «no deben dejar escaparse de las manos esta gran ocasión», que «los EE.UU. deben, dentro de ciertos límites, facilitar la tarea a Jruschov», etc., etc.
La historia no conoce caso alguno tan típico en el que los cabecillas del imperialismo, los enemigos de clase, hayan alabado tan ruidosamente, con tanto entusiasmo, a un dirigente de un partido comunista, como lo han hecho con N. Jruschov, en el que hayan expresado tan abiertamente su aprobación, su satisfacción y su esperanza respecto a su línea política. Este mismo hecho muestra claramente en favor de quién actúa N. Jruschov, a quién sirven sus puntos de vista y su actuación.
Queridos camaradas:
Frente al grave peligro del revisionismo jruschovista que amenaza al campo socialista, al movimiento comunista internacional, a la misma Unión Soviética, se han levantado hoy en lucha resuelta y de principios los partidos comunistas que mantienen firmes posiciones marxista-leninistas, todos los comunistas revolucionarios del mundo y no podía suceder de otra forma. Los comunistas que han consagrado su vida a la causa de la Revolución y del socialismo no podían ni pueden permanecer impasibles ni dejar de levantarse contra esta gran traición cometida por los revisionistas modernos contra la clase obrera. Nosotros estamos plenamente convencidos de que esta lucha tomará cada vez mayores proporciones y que precisamente ésta ocasionará la derrota final del revisionismo.
En esta gran batalla histórica entre el marxismo y el revisionismo, de la cual depende el presente y el futuro del socialismo, una gran responsabilidad y un gran papel les corresponde a ustedes, queridos camaradas miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética. Precisamente en la dirección de su partido se ha introducido el peor de los males, allí se encuentra el centro del revisionismo actual. El grave peligro que representa hoy el revisionismo para todo el movimiento comunista internacional consiste en que se ha manifestado en el partido más antiguo y más influyente del mundo, en el Partido bolchevique, en el partido de Lenin y de Stalin, en que ha afectado al primer y al más poderoso, país socialista, la Unión Soviética.
El grupo de Jruschov, especulando con la autoridad del Partido Comunista de la Unión Soviética, del Estado soviético, aprovechando el Poder estatal y valiéndose de todos los medios colosales de que éste dispone, trata de engañar a los comunistas soviéticos, imponerles su línea, corromper a las direcciones de numerosos partidos y empujarlos al lodazal del oportunismo.
Frente a la grave situación creada por la traición de N. Jruschov, es hora ya de que ustedes, comunistas soviéticos, cumplan con su alto deber revolucionario hacia su partido, su pueblo y su glorioso país, y hacia los comunistas, los proletarios y los pueblos de todo el mundo, de que no permitan a la camarilla traidora jruschovista jugar con los destinos del socialismo y del comunismo. Los comunistas revolucionarios soviéticos no se han dormido jamás en los laureles de las tradiciones y de los méritos del pasado. Hoy se requiere más que nunca que estas tradiciones se renueven con el mismo espíritu revolucionario, con la misma resolución y fidelidad a los principios, que se defienda el glorioso nombre del Partido Comunista de la Unión Soviética, que se levante bien en alto su bandera revolucionaria tirada por tierra por Jruschov. Esto lo exigen los intereses vitales de la Unión Soviética, del campo socialista, del movimiento revolucionario y de liberación del mundo.
Ustedes viven y trabajan en un país donde hoy por hoy está en el Poder la cabeza del revisionismo moderno. Por eso, su lucha en defensa del marxismo-leninismo tiene una importancia decisiva. No cabe duda de que esta lucha no es fácil. Exige grandes esfuerzos, requiere osadía y resolución y también sacrificios. Pero los comunistas soviéticos a lo largo de su gloriosa historia han dado numerosas pruebas de heroísmo y abnegación en nombre de la gran causa de la clase obrera. Jamás se han amedrentado, nunca han retrocedido frente al enemigo, ni siquiera en los momentos más difíciles, cumpliendo siempre con honor su deber.
El Partido del Trabajo de Albania se dirige a ustedes, miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, con esta carta abierta porque les apreciamos, porque les consideramos, hoy igual que ayer, compañeros de armas. Los intentos del grupo de Jruschov de quebrantar la amistad soviético-albanesa, de sembrar la enemistad y la discordia entre nuestros pueblos, fracasarán. Los sentimientos de amistad y de fraternidad de nuestro Partido y nuestro pueblo hacia su Partido y su pueblo no se han extinguido ni se extinguirán jamás. Los comunistas albaneses y el pueblo albanés están y estarán unidos por imperecederos lazos de amistad con la Unión Soviética. A pesar de que hoy en la Unión Soviética ocupan el Poder un grupo de renegados, el Partido del Trabajo de Albania, la República Popular de Albania y el pueblo albanés defenderán siempre a la Unión Soviética, al primer Estado socialista creado por el gran Lenin contra todos sus enemigos externos e internos. No hemos olvidado ni olvidaremos nunca lo que significa para nosotros la Unión Soviética, no olvidaremos nunca su ayuda internacionalista para la liberación de nuestro país y para la construcción del socialismo.
La actitud del Partido del Trabajo de Albania y del pueblo albanés ha sido y es clara y tajante: lucha de principios, intransigente y a ultranza por la destrucción del grupo revisionista de Jruschov; amistad, fidelidad y plena solidaridad internacionalista y fraternal con los pueblos de la Unión Soviética.
Nuestro Partido se atiene fielmente a la declaración hecha el 7 de noviembre de 1961 en la reunión solemne organizada con motivo del 20 aniversario de la fundación del Partido del Trabajo de Albania: «Nuestro Partido y nuestro pueblo, independientemente de los ataques, calumnias y actos hostiles dirigidos contra ellos, conservan intactos en sus corazones los sentimientos puros de amistad con los pueblos hermanos de la Unión Soviética. Nuestro Partido nos ha enseñado a querer a la Unión Soviética, a la gran patria de Lenin y de Stalin, tanto en los buenos como en los días aciagos»
Guiado por estos principios, por estos sentimientos y por este espíritu, el Partido del Trabajo de Albania se dirige a ustedes convencido de que los comunistas soviéticos sabrán, en estos momentos históricos, cumplir dignamente su misión revolucionaria internacionalista, permanecerán firmes ante cualquier borrasca, como dignos hijos de su partido, fieles continuadores de su vía y de su heroica historia.
¡Cuántos complots y ataques han fraguado los enemigos de clase, del partido y del pueblo soviético, contra la Unión Soviética desde la Revolución de Octubre! Pero siempre los enemigos han sido derrotados. La causa del socialismo y el Poder soviético han sido defendidos con honor. Ustedes, hijos del Partido Bolchevique, bajo la guía de. Lenin y de Stalin rechazaron la intervención de las potencias imperialistas que se lanzaron como fieras para estrangular la revolución, y supieron triunfar en la sangrienta guerra civil contra los rabiosos enemigos de clase. A su lado en aquellos días estaban, con sus acciones militantes, con su pensamiento y su corazón, los comunistas, los proletarios, todos los revolucionarios y los pueblos oprimidos del mundo. Ustedes, hijos del Partido Bolchevique, bajo la guía del eminente continuador de la obra de Lenin, J. V. Stalin, lucharon con gran heroísmo durante la Guerra Patria y derrotaron valerosamente, en los campos de batalla, al fascismo alemán, convirtiéndose en libertadores de los pueblos de Europa. También en esta guerra ustedes tuvieron como aliados a los partidos comunistas y obreros del mundo entero, a los proletarios, a todos los pueblos y a toda la humanidad progresista.
Hoy un grave peligro se cierne nuevamente sobre su partido, sobre la Unión Soviética. Están amenazados desde el interior y el exterior por el complot que traman de común acuerdo los imperialistas y los revisionistas modernos. Este complot, que se está urdiendo de forma pacífica, de hecho es mucho más peligroso para el destino del socialismo en la Unión Soviética, para todo el movimiento comunista y obrero internacional, para el destino de la revolución en general. A la cabeza de este complot figuran los cabecillas del imperialismo norteamericano y de la reacción mundial, y la camarilla de Jruschov. La causa del socialismo y de la Revolución de Octubre, a la cual ustedes han consagrado su vida, les convoca de nuevo a frustrar el gran complot contrarrevolucionario que les está amenazando, con el mismo heroísmo y espíritu revolucionario que ha caracterizado toda su vida de militantes leninistas. Hoy igual que ayer, en esta justa lucha en defensa del marxismo-leninismo, en defensa de la Unión Soviética, ustedes no están solos. A su lado están los partidos comunistas y obreros marxista-leninistas, están todos los comunistas revolucionarios, todos los proletarios y los pueblos del mundo, quienes constituyen una fuerza mucho mayor que la de aquéllos que les apoyaron y fueron sus aliados en el pasado en las batallas contra los enemigos de clase, contra los enemigos de la Unión Soviética.
El Partido del Trabajo de Albania, que no está acostumbrado a hablar a espaldas de nadie, sino abierta y lealmente, declara con sinceridad y decisión que está de su lado. Nosotros consideramos un elevado deber internacionalista la lucha que debe librarse contra el complot revisionista-imperialista en defensa del marxismo-leninismo, en defensa de la Unión Soviética, el primer país socialista. Y a la Unión Soviética no se la defiende declarando «estamos con la Unión Soviética aunque esté en un camino errado». Así piensan sólo los traidores. Así no se defiende a la Unión Soviética, así se defiende solamente la traición. Nosotros no queremos una Unión Soviética donde dominen los traidores revisionistas, no deseamos ver cómo los revisionistas socavan los triunfos de la Revolución de Octubre y empujan el país hacia nuevas alianzas con el imperialismo para la restauración del capitalismo en el territorio de la patria regada con la sangre de los mejores hijos del Partido, de la clase obrera, del pueblo soviético. Nosotros hemos querido ver a la Unión Soviética, hoy y siempre, como ha sido ayer, la poderosa fortaleza de la causa del socialismo y del comunismo, de la revolución, de la libertad de los pueblos y de la paz en el mundo.
Nosotros, los comunistas albaneses, todos los trabajadores y los patriotas de la Albania socialista, aunque pocos en número y continuamente expuestos a los feroces ataques de los imperialistas y revisionistas, estamos luchando y lucharemos resueltamente y sin doblegamos hasta el fin, en defensa de la gran causa común, el marxismo-leninismo, en defensa de la Unión Soviética. En esta lucha hemos asumido y asumiremos toda la responsabilidad que nos corresponde y opinamos que es hora ya de que todos los comunistas y los verdaderos revolucionarios, todos aquéllos para los que la causa del marxismo-leninismo, del socialismo, de la revolución es sagrada, asuman con resolución su plena responsabilidad frente a esta situación.
Expresamos una vez más nuestra plena convicción, y lo hacemos con inquebrantable fe, de qué nuestros camaradas, los comunistas del glorioso partido de Lenin y Stalin, al igual que fueron ayer un gran ejemplo de inspiración para todos los comunistas y los pueblos del mundo, sabrán también hoy cumplir con elevada conciencia revolucionaria las tareas de responsabilidad que les ha confiado la historia.
Por la defensa del marxismo-leninismo, por la defensa del socialismo y del comunismo, por la defensa de la Unión Soviética, bajo la gran bandera de Marx, Engels, Lenin y Stalin, los comunistas soviéticos unirán sus esfuerzos y su poderosa lucha a la de todos los comunistas y proletarios de todos los países, por el desenmascaramiento y la derrota total del revisionismo moderno y del imperialismo.
Comité Central del Partido del Trabajo de Albania
Primer Secretario
Enver Hoxha
Primer Secretario
Enver Hoxha
Primera edición: Obras escogidas, Tomo III, Casa Editora «8 Nëntori», Tirana, 1980; Páginas 644-668.
Fuente de esta Edición Electrónica:Marxists Internet Archive, septiembre de 2010.
Fuente de esta Edición Electrónica:Marxists Internet Archive, septiembre de 2010.