Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa, en Quesada (Jaén).
Miguel Hernández se reencuentra con Josefina Manresa
La maleta con la que Miguel Hernández emprendió el viaje desde Orihuela hasta Madrid en busca de una aventura literaria es una de las piezas más emotivas del nuevo Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa, en Quesada (Jaén).
El poeta ha vuelto a reencontrarse con su esposa, la principal valedora de la conservación de su legado poético. Ambos comparten desde este 28 de marzo, cuando se cumplen 73 años de la muerte del poeta en la cárcel de Alicante, la denominación de este espacio cultural y litarario.
Abre sus puertas después de una larga polémica, con unos 5.600 documentos entre manuscritos, cartas, fotografías, objetos personales y cuadros. Hace dos años, la Diputación de Jaén adquirió, por tres millones de euros, el legado del poeta que se encontraba en la caja fuerte de un banco de Elche condenado a la oscuridad. El gobierno local ilicitano del Partido Popular revocó el acuerdo que puso fin a la estancia dicho legado en el municipio durante 27 años, ajo el argumento de que no podía hacer frente a las pretensiones económicas de los herederos.
“Miguel estaría hoy muy orgulloso de volver a esta tierra y quedarse para siempre”, afirmó Lucía Izquierdo, nuera de Miguel Hernández. El poeta ha sido nombrado por el Pleno de Quesada Hijo Predilecto a título póstumo, reconocimiento que también se ha otorgado a su esposa.
El legado hernandiano que ahora se custodia en Jaén ha sido inventariado por el Instituto de Estudios Giennenses (IEG). A esos 5.600 registros se suman unos 950 manuscritos literarios, unas 1.700 cartas y correspondencia del poeta con amigos y otros escritores como Juan Ramón Jiménez, Pablo Neruda, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre o Ramón Sijé, a quien el poeta de Orihuela dedicó su célebre Elegía.
“Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo / nacida ya para el marero oficio/ ser graciosa y morena tu ejercicio/ y tu virtud más ejemplar ser cielo”. Son los versos de uno de los poemas con los que Hernández cortejaba a Josefina y que el visitante puede encontrar en una de las seis salas de este museo. Un espacio que se ha integrado al ya existente de otro quesadeño: el pintor Rafael Zabaleta. Cuatro de esas salas son temáticas y se identifican con las diferentes etapas y las obras más significativas del poeta alicantino: Perito en Lunas (entre 1910-1934); El Rayo que no cesa (1935-1936); Viento del pueblo (1936-1939); Romancero y cancionero de ausencias (1936-1939).
A ellas se suma ahora El legado del poeta (de 1943 a la actualidad). En esta última sala se explica cómo se ha expandido su obra por todo el mundo, desde Australia a China pasando por Latinoamérica y toda Europa. Se recuerda también cómo en Manila y Moscú hay una biblioteca y un colegio, respectivamente, que llevan el nombre de Miguel Hernández.
“No es un museo al uso, sino que hemos querido construir un espacio para la emotividad y también con mucha carga didáctica”, explica Francisco Escudero, gestor del Legado Hernandiano y artífice de los contenidos del museo.
En el terreno de la emotividad hay cartas como la que Miguel escribió a su esposa desde la cárcel de Alicante, cuando la tuberculosis ya le presagiaba la muerte: “Llama a un especialista, me desespero de verme así”; o el pañuelo de seda que le regaló o la polvera que le trajo de su viaje a la Unión Soviética.
Tampoco faltan objetos personales como la maleta con la que llegó a Madrid, o su máquina de escribir Underwood, con la que escribió buena parte de su obra poética y que utilizó para muchos de sus artículos de propaganda política en el Altavoz del Frente Sur, un órgano encargado de la propaganda de la zona republicana, la misma con que también dejó testimonio del bombardeo que sufrió Jaén el 1 de abril de abril de 1937. Ciudad a la que habñai llegado el poeta el 3 de marzo de ese mismo año.
La Diputación de Jaén ha invertido 600.000 euros. “Para el municipio va a ser un reclamo cultural y turístico de primer orden”, señala el alcalde, el socialista Manuel Vallejo, que prepara también una ruta por el casco antiguo de Quesada para recrear la estancia en el pueblo de Miguel y Manresa.
Fuente: El País