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"NUESTRA LABOR", DE DAVID SHTÉRENBERG

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 El agitador político, de David Shtérenberg

TEXTO DEL ARTISTA SOVIÉTICO ESCRITO EN ENERO DE 1920

La cultura artística de la Rusia Soviética se desarrolla en amplitud y profundidad a pesar de las duras circunstancias del momento. La moribunda Academia de las Artes, compuesta por funcionarios artísticos carentes de talento del período zarista y de la etapa que siguió, el gobierno Kerenski1, permanece fuera de la vida artística, sin que su actividad se refleje ni influya en el arte de nuestro país.

A pesar de la enorme reserva de potencial artístico depositado en el pueblo ruso, la formación artística en Rusia y el desarrollo artístico-industrial asociado a ella, se han visto paralizados por este pegote de personas que se atribuye el pomposo nombre de Academia. Bastó con despojar a este grupo de personas del poder y el prestigio del que gozaban para fortalecer inmediatamente el arte ruso. Eso fue lo que hizo el decreto del Sóviet (Consejo) de Comisarios del Pueblo al comienzo de la Revolución, y todo lo relacionado con la formación artística comenzó a progresar a un ritmo impresionante. La consigna del Comisariado del Pueblo para la Educación en el campo del arte fue la siguiente: igualdad de derechos para todas las corrientes artísticas. La eliminación de todo tipo de violencia en el campo artístico en los días de la Revolución fue la mejor decisión que se pudo adoptar, y sus resultados a la vista están. El arte occidental hace tiempo que pasó por este proceso y, a pesar de la pervivencia de las moribundas Academias oficiales, comenzó una nueva vida gracias al apoyo general de la sociedad. Resulta característico que los museos oficiales de París no posean colecciones tan valiosas de arte occidental como las que nosotros conservamos en los museos antes llamados Schukin y Morozov, o colecciones similares que existen también en Alemania2. Algo parecido ocurrió también en nuestro país: los mejores pintores jóvenes y el joven arte ruso se apreciaban más y mejor fuera de nuestras fronteras; en nuestros museos las obras de los artistas rusos vivos brillaban por su ausencia, y sólo después de muertos recibían reconocimiento por parte de sus dirigentes.

Tampoco las nuevas ideas en el campo de la enseñanza artística eran apreciadas por las escuelas académicas oficiales, encontrando refugio únicamente en las escuelas privadas de algunos jóvenes pintores. A este tipo de escuelas debe París en gran medida el impresionante desarrollo experimentado en el campo de las artes, que ha hecho de ella la única ciudad europea que impone sus leyes y criterios a toda Europa, al mismo tiempo que ejerce una enorme influencia en el arte de todos los pueblos. En el momento actual, Inglaterra, Alemania y Norteamérica, a pesar de su elevada cultura material, apenas cuentan con una cultura propia, en el amplio significado de esta palabra; en cambio, Rusia, gracias a su específica situación geográfica en relación con Oriente y gracias a que no ha explotado aún todos los recursos de que dispone su cultura —prácticamente en estado embrionario hoy—, goza de una trayectoria propia, que ahora está empezando a desarrollar.

He aquí la razón por la que las nuevas escuelas pictóricas, los Talleres Estatales Libres y los colegios de disciplinas artísticas, que en su mayoría consiguen su gran vivero de estudiantes en las clases obreras y campesinas, se han desarrollado a un ritmo tan extraordinario. Las nuevas fuerzas artísticas, que han introducido en la escuela nuevos métodos docentes, han obtenido unos resultados muy particulares, que ahora, una vez acabada nuestra Guerra Civil e iniciada una vida laboral normal con la construcción del comunismo, están proporcionándonos nuevos instructores y nuevos artistas para las escuelas y las empresas artístico-industriales.

De las cincuenta escuelas que gestiona nuestro Departamento prácticamente la mitad trabaja de manera óptima, a pesar del frío y el hambre, de la penuria y la falta de medios que sufren nuestros estudiantes; y, si a corto plazo logra regularizarse nuestro sistema de transporte y la situación económica de Rusia se normaliza, veremos cómo en poco tiempo nuestras escuelas artísticas alcanzan una situación espléndida. Además, la nueva composición de artistas rusos se diferenciará sustancialmente de la anterior, pues no se puede ocultar que en ningún otro lugar está tan desarrollada la competencia como entre los artistas y pintores y existen muchos motivos para suponer que los Talleres Estatales Superiores (VJUTEMAS) nos proporcionarán nuevos maestros y profesores con una relación mutua de gran solidaridad, lo que aliviará significativamente la formación cultural en el campo del arte. La dura situación de los estudiantes de arte durante la Guerra Civil eliminó a los grupos de menos talento artístico, permaneciendo sólo aquellos que viven y sienten el arte y no pueden existir sin él, como los estudiantes de los Talleres Estatales Libres I y II de Moscú, los cuales, ante la actual crisis de combustible, caminaron hasta el bosque, cortaron leña y la transportaron en trineos hasta la escuela para calentar los talleres y poder entregarse así a su trabajo artístico. Estos avezados cuadros están ya enseñando en provincias; dado que las necesidades y exigencias de los distintos sóviets locales y organizaciones culturales de todo tipo crecían a gran ritmo, nos hemos visto obligados a sacar a los mejores estudiantes de nuestras escuelas para enviarlos como instructores a provincias.

Ahora una tarea del Departamento consiste en garantizar y cubrir las necesidades sociales de nuestras escuelas. De todas las ciudades, de todos lados, nos llegan cartas pidiendo matricular en las escuelas y talleres de nuestro Departamento a sus jóvenes de más talento (a juzgar por las imágenes y dibujos que nos remiten), a la vez que nos dicen que no tienen recursos para garantizar su mantenimiento. El Departamento se ve obligado a aconsejarles que esperen un tiempo.

Creo que ahora nuestra tarea más perentoria consiste en garantizar la ración a todos los estudiantes, no sólo de las escuelas artísticas, sino de todos los centros de estudios superiores de la República. Es algo tan necesario como lo fue constituir y dotar al Ejército Rojo. No podemos aplazar esta tarea por más tiempo, porque será otro Ejército Rojo, esta vez de la Cultura. De la misma manera deberemos aprovisionar a los especialistas que trabajan con nosotros en las escuelas superiores, porque sólo de esta manera reconstruiremos con rapidez nuestra industria, enriqueciendo de paso con el elemento cultural a los trabajadores y campesinos.

Estas nuevas fuerzas nos darán la posibilidad de llevar a cabo los trabajos artísticos masivos que necesita ahora nuestro Estado.

Nuestros cometidos de carácter propagandístico y decorativo (es imprescindible cambiar el aspecto general de nuestras ciudades y el equipamiento interno de nuestros edificios) crearán y nos dotarán de esa base, sin la cual no puede sobrevivir ningún tipo de actividad artística.

El viejo arte (el arte museístico) está muriendo. Y el nuevo surgirá de las nuevas formas de nuestra vida social. Tenemos la obligación de crearlo y, sin duda, lo crearemos.

David Petróvich Shtérenberg nació en Zhitomir, 1881; murió en Moscú, 1948. 1903: ingresó en el Partido Bundista: 1906: fue a París; 1912: empezó a exponer regularmente en el Salon d’Automne; se relaciona con Guillaume Apollinaire y muchos otros miembros de la vanguardia francesa, especialmente del Café de la Rotonde; 1917: regresó a Rusia; 1918-21: director del IZO del Narkompros; se hizo responsable de la conservación y restauración de obras de arte en Moscú y Petrogrado; 1919: miembro dirigente de Komfut; 1920: catedrático en Vjutemas; 1921: jefe del Departamento de Arte en Glavprofobr; 1922: ayudó a organizar la exposición de arte ruso en Berlín en la galería Van Diemen3; 1925: miembro fundador de la OST; 1927: exposición individual en Moscú4; desde 1930: en activo como ilustrador de libros, especialmente de literatura infantil.
El texto de esta pieza, “Nasha zadacha”, pertenece a Judózhestvennaya zhizn (Moscú). Este periódico lo publicó la Sección de Arte del Narkompros. Al igual que muchos otros expatriados que regresaron de Europa Occidental a Rusia en 1917, Shtérenberg recibió la Revolución de forma entusiasta y creyó que, entre otras cosas, lograría que la educación artística fuera universalmente accesible. Como artista y profesor de arte por propio derecho, a Shtérenberg le interesaban en particular los problemas de la enseñanza artística y se involucró mucho en la reorganización de las escuelas de arte del país. Su concepto del “arte nuevo” estaba, sin embargo, muy poco definido y, como muchos de sus colegas, no supo determinar lo que el “arte proletario” debía representar o siquiera si debía existir.
La propia pintura de Shtérenberg era figurativa, aunque influenciada por el cubismo —un hecho que no restaba mérito a su originalidad— y sus agit-decoraciones para Petrogrado en 1918 tuvieron mucho éxito. En la década de 1920 Shtérenberg estaba particularmente interesado en la “objetualidad”, o la materia esencial de cada objeto por separado y, por consiguiente, pintaba objetos aislados en un plano único, a menudo recurriendo a formas primitivas y colores llamativos. Pero dichas obras estéticas, por supuesto, carecían de relevancia sociopolítica. Lunacharski tenía en muy alta estima a Shtérenberg como artista y como administrador, y su amistad, iniciada en la época de París, sólo terminó al morir el primero.

1. Aleksandr Kerenski presidió el gobierno provisional durante el periodo revolucionario de julio a noviembre de 1917. Su socialismo moderado le obligó a emigrar cuando los bolcheviques tomaron el poder.
2. En 1918 ambas colecciones fueron nacionalizadas, constituyendo los dos museos más importantes de pintura moderna occidental. La idea de crear un museo de este tipo surge ya antes de 1909, promovida entre otros por Iván Bilíbin, Nikolái Rérij y Vsélovod Meyerhold. Cf. Filippov, “Galereya sovreménnyj russkij judózhnikov, V mire iskusstv, nº 4-6 (Kiev, 1909), p. 45; también la apoyaba la Sociedad de Artistas Jóvenes. Cf. Shkolnik, “Muzéi sovremennoi russkoi zhívopisi”, en Soyúz molodiózhi [cat. expo., San Petersburgo, Riga y Moscú, 1912], pp. 18-20.
3. Cf. Erste Russische Kunstausstellung, con una introducción de David Shtérenberg. Berlín: Galerie van Diemen,
1922; David Shtérenberg, “Die künstlerischen Situation im Russland”, Das Kunstblatt, nº 11 (Berlín, noviembre
1922), pp. 485-492.
4. D. Shtérenberg, Výstavka kartín [cat. expo., Moscú, 1927].

Publicación original en ruso: “Nasha zadacha”, Judózhestvennaya zhizn, nº 2 (Moscú, enero-febrero 1920), pp. 5-6.

Fuente: Aleksandr Deineka (1899-1969). Una Vanguardia para el proletariado. Fundación Juan March. 2011

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