Valla fronteriza, concertinas, campamentos improvisados, férreos controles policiales… Son imágenes y palabras difundidas hasta la extenuación por los noticiarios que ahora adquieren una inédita dimensión documental y artística con La valla. 100 artistas en la Frontera Sur, una muestra de más de 40 dibujos y escritos realizados por los propios emigrantes subsaharianos y recopilados por la actriz y artista plástica Amparo Climent a lo largo de cuatro viajes a Melilla durante este año 2014. La valla… se podrá visitar en la galería madrileña utopic_US (Duque de Rivas 5, metro Tirso de Molina) desde la tarde del 15 de octubre y hasta el 15 de noviembre, con horario ininterrumpido de 10.00 a 21.00 horas.
A lo largo de sus visitas sucesivas al monte Gurugú, Climent fue pidiendo a los allí acampados que expusieran sus sentimientos, vivencias, temores e ilusiones mediante dibujos o cartas. El material recopilado por la artista valenciana constituye un testimonio singular y privilegiado sobre el temor, la angustia, las penurias y el anhelo de libertad con el que conviven estos hombres, asediados por las fuerzas de seguridad pero deseosos de encontrar esperanza en sus vidas. Son dibujos de estilo a menudo naïf y elaborados con materiales elementales, rotuladores o bolígrafos, en trozos precarios de cuartillas o cajas de cartón. Detrás de esos trazos de apariencia infantil se esconden historias impactantes, heridas externas e internas, muchas noches al raso en condiciones infrahumanas. “Estamos aquí solo como un pasaje hacia Europa, no para quedarnos. Aquí hay muchos heridos, brazos rotos, pies torturados. Gracias”, escribe en el anverso de su dibujo Amadou Guindo, uno de los protagonistas de esta exposición insólita y de hondo significado social.
En compañía de la artista Concha Mayordomo, con la que comparte las labores de comisariado, Climent quiso completar el material traído desde las inmediaciones de Melilla con 100 artistas de la Frontera Sur, un centenar de obras en formato rígido, de 33x33 centímetros, elaboradas por historiadores, escritores, poetas y otros personajes del mundo de la cultura y la creación. Todos estos artistas enriquecen La valla con sus reflexiones sobre el significado de las fronteras, el abismo entre los mundos, el valor de la solidaridad y otros aspectos sobre los que es imposible dejar de preguntarse al hilo del drama cotidiano que se respira en las fronteras entre África y Europa. El colectivo de mujeres artistas Generando Arte, con cerca de medio centenar de integrantes, se ha involucrado de forma decisiva en esta iniciativa.
Tal vez los cuerpos agotados de muchos de estos hombres no logren cruzar el Estrecho, pero sus miradas, asustadas y anhelantes, sí. Y esas miradas son los cuadros de La valla. 100 artistas en la Frontera Sur, que se pondrán a la venta entre los visitantes de Utopic_Us. Todos los beneficios obtenidos por esta acción irán a parar a una escuela de enseñanzas artísticas en Mali, la Aldea Cultural Jele Kosobe, que en estos momentos se encuentra al borde de la desaparición por falta de recursos.
El proyecto de La valla incluye, más allá de la exposición, una segunda fase con mesas redondas y encuentros sobre aspectos tan candentes como las deportaciones en caliente, los vuelos de la vergüenza o el papel de la Unión Europea y otras instituciones ante esta problemática. La valla también será documentada para que las reproducciones de todos los dibujos, escritos y cuadros puedan emprender un recorrido por otras ciudades españolas, europeas y latinoamericanas.
TEXTO DE DAVID BECERRA MAYOR PARA LA EXPOSICIÓN
"Decía Hannah Arendt que durante el nazismo la respetable sociedad alemana en su conjunto había sufrido un colapso moral. Si bien es verdad que no todos los alemanes colaboraron estrechamente con el régimen nazi, no es menos cierto que en su indiferencia y su pasividad ante el horror, ante lo abominable de los campos de concentración y la represión sistemática, en su silencio impasible, la respetable sociedad alemana se hizo cómplice de la barbarie. La cooperación pasiva permitió que el terror campara a sus anchas.
¿Acaso no estamos sufriendo un colapso moral cuando contemplamos lo que ocurre en esos lugares que llamamos fronteras?, ¿no estamos colaborando con el horror?, ¿no somos cómplices de quien dispara?, ¿no estamos dando nuestro consentimiento a que se violen los Derechos Humanos con nuestro silencio? Vemos imágenes a diario, en prensa y televisión, y apenas nos conmovemos. Cuando el horror se banaliza, se desdibujan los límites que separan el bien y el mal. Se difuminan las fronteras en los conceptos morales mientras se fortalecen las otras fronteras, las que separan a los seres humanos de uno y otro lado. Los vemos trepar, sangrar, morir, pero no nos reconocemos en ellos: todavía los vemos demasiado lejos como para ponernos en su piel (una piel que parece que no es como la nuestra). Son otros, no son nosotros, y callamos. Y el silencio nos hace cómplices. Nosotros no apretamos el gatillo, pero nuestra pasividad hace legítimo el disparo.
No permanezcamos en silencio –ellos son también nosotros– y salgamos de ese colapso moral que denigra nuestra existencia como seres humanos".