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FALLECIÓ EL POETA JUAN GELMAN

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Juan Gelman junto al expresidente argentino Néstor Kirchner

Nacido en Buenos Aires en 1930, el escritor se exilió del país en 1976 y residió en distintas ciudades del mundo hasta finalmente radicarse en México, donde continuó desarrollando su carrera. Poeta y militante, Juan Gelman falleció a las 16:30 hora de México (19:30 hora argentina) de este martes en el Distrito Federal, a los 83 años, según informaron fuentes allegadas a la familia.

Gelman murió a causa de un síndrome de mielodisplasia, una disfunción de la médula ósea, dijeron distintos medios de prensa.

El escritor, ganador del premio Cervantes en 2007 y autor de más de treinta libros, se encontraba en su casa de la Ciudad de México en la que vivía hace más de 20 años y desde donde escribía una columna semanal para el matutino Página/12.

Incansable militante por los derechos humanos, en 1955 fue uno de los fundadores del grupo de poetas El pan duro, integrado por militantes comunistas que proponían una poesía comprometida y popular y actuaban cooperativamente para publicar y difundir sus trabajos.

En 1963, durante la presidencia de José María Guido, fue encarcelado con otros escritores por pertenecer al Partido Comunista en el marco del plan CONINTES, hecho que provocó movimientos de solidaridad y publicaciones de sus poemas en protesta por su detención. Luego de ser liberado abandonó el Partido Comunista para comenzar a vincularse a sectores del peronismo revolucionario.

En 1966 comenzó a trabajar como periodista y se desempeñó en medios como Panorama, La Opinión, Crisis y Noticias.

En 1967, durante la dictadura militar autodenominada Revolución Argentinase integró a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). A fines de 1973 pasó a integrar la organización guerrillera Montoneros, a raíz de la fusión de ambas.

En 1975, se encontraba en el exterior para hacer relaciones públicas y denunciar internacionalmente la violación de derechos humanos en la Argentina, y salvo una breve entrada clandestina al país en 1976, Gelman permaneció exiliado en el exterior residiendo alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México y trabajando como traductor de la Unesco.
En febrero de 1979, junto a Rodolfo Galimberti y otros, rompió públicamente con la organización Montoneros a la que acusaron de militarismo y sectarismo entre otras cosas.

Ganador de innumerables y grandes premios literarios como el Cervantes, el Boris Vian y el Pablo Neruda, el escritor sufrió la desaparición de su hija Nora Eva, de su hijo Marcelo Ariel y de su nuera María Claudia Iruretagoyena.

El 7 de enero de 1990 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de su hijo Marcelo, encontrados en un río del partido bonaerense de San Fernando, dentro de un tambor de grasa lleno de cemento. La autopsia determinó también que había sido asesinado de un tiro en la nuca.

En 1998, Gelman descubrió que su hija había sido trasladada a Uruguay a través del denominado Plan Cóndor, que vinculaba a las dictaduras sudamericanas y Estados Unidos, y que había sido mantenida con vida al menos hasta dar a luz a una niña en el Hospital Militar de Montevideo.
A raíz de ello, comenzó una incansable lucha donde exigió la colaboración de los estados argentino y uruguayo en la investigación con el fin de hallar a su nieta. Gelman topó con la oposición a investigar del presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti, con quien entabló un debate público en el que volvió a ser apoyado por destacados intelectuales y artistas como Günter Grass, Joan Manuel Serrat, Darío Fo, José Saramago y Fito Páez.

En el año 2000, al mes de asumir el nuevo presidente de Uruguay, Jorge Batlle, la nieta de Gelman, de nombre Andrea ("Andreíta", como la menciona el poeta en varios de sus escritos) fue encontrada y Gelman pudo reunirse con ella. Luego de verificar su identidad, la joven decidió tomar los apellidos de sus verdaderos padres, para llamarse María Macarena Gelman García.
María Macarena se trasladó a México apenas conocida la noticia, según ella misma confirmó en declaraciones a la agencia Télam.

"Despedimos al padrino que nos dio la vida: el compañero Juan Gelman. Hoy lo despedimos hasta siempre, entre lágrimas y abrazos", expresó la agrupación HIJOS la noche de este martes a través de un escrito presentado en su perfil de Twitter.
Temas como el amor, la muerte, la infancia, la justicia social y la fraternidad inspiraron a Gelman, quien contaba que durante los años 30 su hermano mayor, que nació en Ucrania, le recitaba poemas rusos de Pushkin. "Aunque no entendía nada, me atrapaban la musicalidad y el ritmo; así empezó mi formación literaria", confesó.

"No creo que llegue a los cien años. Y aunque quiero ver casarse a mis nietos o tener algún bisnieto, creo que Dios, si existe debe estar aburridísimo de su eternidad", había afirmado en una entrevista realizada hace menos de un año al diario español El País.

Entre la bibliografía de Juan Gelman se destacan los títulos: Violín y otras cuestiones (1956), Cólera buey (1965), Los poemas de Sidney West (1969), Carta Abierta (1980), Bajo la lluvia ajena (1980), Hacia el Sur (1982), y Eso (1983-1984).

Fuente: Infobae

Estoy sentado como un inválido en el desierto de mi deseo de ti
 
Me he acostumbrado a beber la noche lentamente, 
porque sé que la habitas, no importa dónde, 
poblándola de sueños. 
El viento de la noche abate estrellas temblorosas en 
mis manos, que aún no se conforman, viudas inconsolables 
de tu pelo.
.
En mi corazón se agitan los pájaros que en él sembraste 
y a veces les daría la libertad que exigen 
para volver a ti, con el helado filo del cuchillo. 
Pero no puede ser. Porque estás tan en mí, tan viva 
en mí, que si me muero a ti te moriría.
 
Oración de un desocupado

Padre,
           desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
 
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
                                                   bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne, 
                                    este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo. Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mé y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
porque no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
                             bájate, ¿qué han hecho
de tu criatura, Padre?
                           ¿Un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?
 
 Oficio

Cuando al entrar el verso me disloco
o no cabe un adverbio y se me quiebra
toda la música, la forma mira
con su monstruoso rostro de abortado,
me duele el aire, sufro el sustantivo,
pienso qué bueno andar bajo los arboles
o ser picapedrero o ser gorrión
y preocuparse por el nido y la
gorriona y los pichones, sí, qué bueno,
quién me manda meterme, endecasílabo,  
a cantar, quién me manda
agarrarme el cerebro con las manos, 
el corazón con verbos, la camisa 
a dos puntas y exprimirme, 
quién me manda, te digo, siendo juan, 
un juan tan simple con sus pantalones, 
sus amigotes, su trabajo y su 
condenada costumbre de estar vivo, 
quién me manda andar grávido de frases, 
calzar sombrero imaginario, ir 
a esperar una rima en esa esquina 
como un novio puntual y desdichado, 
quién me manda pelear con la gramática, 
maldecirme de noche, rechinar 
fieramente, negarme,, renegar, 
gemir, llorar, qué bueno está el gorrión 
con su gorriona, sus pichones y 
su nido, su capricho de ser gris, 
 
o ser picapedrero, óigame amigo, 
cambio sueños y música y versos 
por una pica, pala y carretilla.
Con una condición: 
                              déjeme un poco 
de este maldito gozo de cantar.
 
VIOLÍN Y OTRAS CUESTIONES  - Gleizer, Buenos Aires, 1956
 

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