Pablo Picasso
La planchadora (La Repasseuse)
Primavera de 1904
Óleo sobre lienzo
116,2 x 73 cm
Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York. Colección Thannhauser
En primavera de 1904, Picasso se instaló definitivamente en París, en el corazón de Montmarte. En 1901, la trágica muerte de su amigo Casagemas supone un cambio importante en su vida y en la forma de concebir su obra. A partir de ese momento, se inicia el llamado Periodo Azul (1901-1904), del que la obra 'La Planchadora' es un ejemplo genuino.
El lienzo se caracteriza por la utilización de la paleta azulada cargada de melancolía y la elección de temas sombríos, tradición que se encuentra en la pintura francesa ya desde el siglo XVIII. Se recurre a presentar cuerpos femeninos en situación de esfuerzo, que el Realismo Social decimonónico utiliza como objeto de denuncia y que se puede observar en autores como Degas. También en España, pintores catalanes como Novell, Casas o Rusiñol, con los que coincide Picasso en su juventud, realizan pinturas de mujeres solas y atareadas.
La primera versión de 'La Planchadora' se encuentra en 1901 y, una segunda, realizada en pastel, en 1904, en la que Picasso se recrea en los detalles de una habitación pobre y abuhardillada frente a ésta en la que se renuncia a toda ambientación doméstica en un intento de marcar la solead y el silencio.
'La Planchadora' se enmarca dentro de una nueva forma de pintar en la que el trazo incisivo e hiriente determina perfiles rotundos y de marcada angulosidad, dando lugar a figuras humanas inquietantes.
Ofrece la imagen de una mujer de fisonomía demacrada y rostro inexpresivo, que plancha sobre una tabla, acompañada de un cuenco con agua para almidonar la ropa. La delgadez y el color ceniza de la figura expresan claramente el cansancio de una mujer exhausta por el trabajo.
En el tratamiento de la anatomía, Picasso utiliza un recurso que ya se aprecia en 'El viejo guitarrista ciego', pintado el año anterior en Barcelona: el hombro de la figura se convierte en un ángulo extremo desde el que cae todo el peso del cuerpo sobre la plancha de hierro, que se revela como el objeto de sufrimiento y en la que se marca toda la gravidez. El perfilado anguloso y picudo de las formas, que se evidencian escuálidas y frágiles bajo un ceñido vestido, acentúan la rigidez geométrica de la composición, consiguiendo con ello el objetivo de transmitir el silencio y la soledad de la pobreza.