Denuncia y pintura corrían parejas en la obra del pintor sevillano Paco Cuadrado. Por eso, cuando el colectivo Estampa Popular inició su ocaso, él siguió en esa misma línea, hasta 1974 cuando recogió en una serie de grabados las protestas de Carmona contra la falta de agua. Reprimidas por la Guardia Civil, costaron la vida a Miguel Roldán Zafra que murió a consecuencia de los disparos.
Carmona arrastraba años de una situación calamitosa por la falta de agua potable para sus habitantes. En barrios enteros no surgía agua por los grifos domésticos. El vecindario sobrevivía, a duras penas, con la distribución callejera, caótica e intermitente de camiones cisternas (pipas), acarreo a mano, en caballerías y en carrillos desde la fuente de la Alameda. La propiedad de un pozo particular era todo un lujo, el agua se aprovechaba hasta la última gota como si se tratase de oro. La población asumía la situación con una paciencia imperturbable a pesar de las numerosas quejas, peticiones, denuncias y promesas incumplidas.
Pero el 1 de agosto de 1974 la protesta surgió espontáneamente, la vanguardia fueron un grupo de mujeres que esperaban desde horas cubo en mano, la llegada de la pipa. A las 3 de la tarde cortaron el trafico de la N-IV que pasaba por la ciudad clamando “queremos agua”. En las 2 horas siguientes, centenares de mujeres y niños hacían lo propio en numerosas confluencias de los barrios con intersecciones de carreteras, haciendo imposible la circulación de vehículos desde cualquier vía de comunicación exterior, produciendo kilómetros de retenciones en todas direcciones.
Varios tenientes de alcalde del “movimiento nazional” se desplazaron para dialogar con los manifestantes, sin convencerles para que se disolvieran. A las 20:30 h, una columna de la guardia civil llegó en autocares a Carmona. La orden de disolver la manifestación se ejecutó de manera contundente a base de culatazos y con amenazas de subfusil y metralleta, nada de material antidisturbios. Gran parte de las manifestantes se disolvieron, manteniéndose firmes las que ocupaban el cruce de la Puerta de Sevilla, donde el número se fue incrementando poco a poco, incluyendo grupos de hombres, que ya habían salido del trabajo.
La columna de picoletos alcanzó la iglesia de San Pedro sobre las 21:00 h, siguieron los culatazos sobre las manifestantes, que inclusive fueron arrastradas por los pelos, soliviantando de rabia a los vecinos. Las manifestantes se replegaron hasta la muralla, incluso lanzaron algunas piedras sin alcanzar a los guardias, que entonces hicieron tronar sus armas indiscriminadamente, la ráfaga de disparos produjo el pavor entre la multitud que corrió a refugiarse bajo los arcos. Muchos cayeron al suelo, levantándose de inmediato, pero un hombre quedó tendido boca abajo.
Algunos espectadores intentaron acercarse al herido a pesar de que las metralletas seguían apuntando; un grupo llegó a la víctima, estaba ensangrentada y no reaccionaba, lo transportaron al hospital de San Pedro. La guardia civil, conseguido su objetivo, colocó elementos armados cada 20 metros. El parte facultativo del hospital comunicó “Miguel Roldán Zafra sufre herida grave por arma de fuego que penetra en la región torácica, y probablemente interesa el hígado”. Además, Enrique Rodríguez Valverde, de 15 años, “sufre herida por arma de fuego que penetra por región suprapúbica y que probablemente interesa la vejiga”.
La vida de Miguel Roldán Zafra estaba pendiente de un hilo, fue ingresado en la Ciudad Sanitaria Virgen del Rocío de la capital y sometido a una operación quirúrgica en la que Miguel sufrió 3 paros cardíacos, saliendo de la intervención en estado crítico. Una enfermera amiga entregó la alianza de Miguel a la esposa, que presintió que su marido había muerto, lo que fue confirmado horas más tarde entre un mutismo absoluto de supuestos sanitarios que no se atrevían a dar más información sobre su muerte porque “se jugaban el puesto”. Miguel tenía 37 años, dejaba 3 hijos pequeños.
La familia de la víctima no pudo transportar el cadáver a su domicilio. La madrugada del 3 de agosto tuvieron que trasladarlo, rodeados de guardia civil, directamente al cementerio de Carmona que estaba completamente tomado por más guardia civil. Solamente cuando el cadáver de Miguel Roldán fue sepultado, los guardias se alejaron del lugar.
Fuente: https://documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com