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EL LEGADO DE DAVID A. SIQUEIROS, A 40 AÑOS DE SU MUERTE

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Muerte al invasor
 
El artista fue uno de los máximos exponentes de la plástica mexicana y uno de los tres grandes del muralismo


Hace 40 años el mundo cultural se estremeció con el fallecimiento del último de los tres grandes pintores y muralistas que han dado prestigio a México a nivel internacional. La muerte de David Alfaro Siqueiros marcaba el fin de una etapa del muralismo mexicano.

El 6 de enero de 1974, a las 10:17 horas, José David Alfaro Siqueiros falleció en su casa ubicada en Venus 7, colonia Jardines de Cuernavaca, a los 77 años de edad. Así se asentó en el acta de defunción expedida en la capital del estado de Morelos. David Jiménez González, oficial del Registro Civil, otorgó la boleta para su traslado e inhumación en el Panteón Civil de Dolores, conocido ahora como la Rotonda de las Personas Ilustres.

La marcha de la humanidad, El llamado a la libertad, Entierro del obrero sacrificado y Muerte al invasor son algunos de los títulos que David Alfaro Siqueiros otorgó a sus murales y en los que dejó plasmada su ideología política, a la cual se mantuvo fiel hasta sus últimos días de vida.

Su obra refleja una clara ideología política marxista por lo que figuró como un incansable luchador social y activista comprometido con sus ideales.

El 18 de julio de 1980, por decreto presidencial, la obra de Siqueiros adquirió el rango de Patrimonio Artístico Nacional.

Junto con Diego Rivera (1886-1957) y José Clemente Orozco (1883-1949), Siqueiros dejó una gran huella en el muralismo mexicano, pero a diferencia de sus contemporáneos, nunca dejó de ampliar la experimentación plástica ni declinó en sus ideales por la justicia y el bienestar del pueblo.

El artista fue activista político desde su juventud por lo que tras estudiar en las Escuelas de Bellas Artes y de Santa Anita de la capital del país, fue miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM) y fundó el periódico El Machete.

Conocido como “El Coronelazo”, Siqueiros en 1911 participó en la huelga de estudiantes de la Academia de San Carlos, ahora Escuela Nacional de Artes Plásticas, en contra de las autoridades, quienes pretendían cambiar los antiguos métodos de enseñanza.

Sus ideales lo llevaron a interrumpir su preparación profesional para participar de manera efímera en la Revolución Mexicana, de tal forma que en 1913 obtuvo el grado de Capitán Segundo en el Estado Mayor.

En 1918 organizó el Congreso de Artistas Soldados, en Guadalajara, Jalisco, y tres años después viajó a España, donde publicó la revista Vida Americana , en la que incluyó el texto Tres llamamientos de orientación a los pintores y escultores de la nueva generación.

Sus ideales políticos guiaron su producción artística y en 1922, a su regreso de España, pintó sus primeros murales Los elementos y Los mitos, en el patio menor de la escuela Nacional Preparatoria, obras consideradas por los críticos como parte del renacimiento de la pintura al fresco.

Luchador social

En los años 20 Siqueiros alternaba su carrera artística con la política. En 1924 se trasladó a Guadalajara donde realizó varios murales. También colaboró en la creación de organizaciones obreras, encabezó las federaciones Minera y Obrera de Jalisco.

Sus ideas políticos lo llevaron a la cárcel en 1931 y al año siguiente fue expulsado del país, por lo que radicó en Los Ángeles, California, de donde fue expulsado por lo que viajó a Argentina donde decoró un bar, echando mano por vez primera de material sintético.

De regreso a México, en 1934, Siqueiros encabezó la Liga Nacional contra el Fascismo y la Guerra. Dos años después participó en la Guerra Civil Española (1936-1939), donde obtuvo el cargo de teniente coronel.

En ese periodo además pintó el mural Retrato de la burguesía, en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y participó en el primer atentado contra León Trotsky, lo que ocasionó su exilio por segunda ocasión.

Según los especialistas, las pinturas de Siqueiros representan una síntesis muy particular de los estilos futuristas, expresionistas y abstractos, esto enmarcado con colores fuertes e intensos.

La desdepedida

El lunes 7 de enero de 1974 se realizó un homenaje nacional al artista en el Palacio de Bellas Artes, donde se cubrió su ataúd con la bandera nacional y una corona de laurel que colocó el presidente de la República, quien realizó la primera guardia, en compañía de Rufino Tamayo y Carlos Chávez.

Durante el homenaje, acompañaron al combatiente muralista no solo funcionarios e intelectuales, también acudieron a despedirlo decenas de estudiantes e integrantes de diversos sindicatos. El deceso del pintor, publicó la prensa, ocurrió después de un mes de permanecer en cama víctima del cáncer, sedado para atenuar el dolor.

La ceremonia luctuosa culminó el martes ocho de enero en la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde fue sepultado quien fuera una de los máximos representantes de la plástica en México, un hombre que ingresó a las páginas de la historia que le otorgan la inmortalidad.

Fuente: El Universal


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