En realidad, la película es mucho más que eso. Arna Mer nació en el seno de una familia sionista y luchó por la creación de Israel. Al tomar conciencia de lo que estaba siendo hecho con el pueblo palestino, se hace antisionista. Es presa incontables veces por manifestarse contra la ocupación. Como a partir de 1988 todas las escuelas de los territorios ocupados son cerradas por Israel, ella pasa a dedicar su vida a los niños de Jenin.
Al año siguiente funda un espacio educativo donde los niños, atormentados por la realidad impuesta por el ejército de Israel, puedan expresar sus frustraciones, rabia, amargura, miedo, revuelta; pero también las esperanzas, alegrías y sueños. En muchos casos una verdadera catarse.
Arna, judía, se casó con el palestino comunista Salhiba Khamis y de esta relación nació Juliano Mer-Khamis.
El trabajo de Arna transcendió las fronteras y en 1993 ganó el premio Nobel Alternativo de la Paz. Con el dinero del premio construyó las instalaciones del Teatro de la Libertad. Juliano, actor y director de teatro y cine, pasa a colaborar con el trabajo de su madre y a filmar el día a día del teatro y de los alumnos.
Juliano acompañó la vida de esos niños por más de diez años. Así consiguió dar al documental una perspectiva con imágenes que normalmente sólo una obra de ficción puede tener. En los primeros registros, niños catatónicos, apáticos, sentados en los escombros de sus casas destruidas por los tanques de guerra del ejército de Israel. Después, desconfianza al ser acogidos por esa señora judía. Más adelante, la autoestima se recupera. Ellos pasan a actuar y expresarse con seguridad. Pero los ataques del ejército sionista y todo el aparato represivo no cesan. Así, esos niños, cuando crecen, pasan a formar parte de la resistencia. Son vistos nuevamente, ya adultos, enfrentando los tanques, empuñando los fusiles. Juliano está allí, junto, filmando todo. Algunos caen en combate, otros se inmolan en un acto desesperado.
Arna queda enferma, con cáncer, pero no desiste. Con sus últimas fuerzas, afronta los soldados sionistas, visita sus alumnos, coordina todo en el teatro. Amada e idolatrada por todos en Jenin, se despide. Sólo tiene una última voluntad: un entierro laico. El problema es que en Israel eso no es posible. Israel es una teocracia, donde las autoridades religiosas lo controlan todo: la comida, las bodas y hasta la muerte. La única posibilidad de entierro sin un funeral religioso es comprando una sepultura en un kibutz. Pero, debido a la militancia antisionista de Arna, ningún kibutz la acepta. Luciano es obligado a llevar el cadáver de la madre para su casa. Sólo tras tres días, cuando el caso se transformaba en un escándalo nacional, un kibutz la aceptó. Siete años tras la muerte de Arna, en 2002, las fuerzas de Israel destruyeron buena parte de los inmóviles de Jenin y, entre ellos, el edificio del teatro.
En 2006 el Teatro de la Libertad reabrió las puertas.
El documental de Juliano, ganador de incontables premios internacionales, choca y emociona. Cada exhibición de esta película en una sala, el público queda impactado. Y no es sólo por la historia contada. Es el papel del arte en su forma más genuina. Aquí no se convoca a hacer teatro como sustitución o alternativa a la resistencia palestina que lucha por la liberación. Es exactamente lo contrario. En las palabras de Arna: “Sólo paz con libertad”; y en las de un alumno-actor: “Cuando estoy en el escenario es como si estuviese tirando piedras, no vamos a dejar que la ocupación nos obligue a vivir en las cloacas. Para mí, actuar es cómo lanzar un cóctel Molotov. En el escenario me siento fuerte, vivo, orgulloso”
Juliano responde a quien pregunta por qué sus alumnos se hicieron guerrilleros: “los sionistas dicen que el problema es la violencia que los niños practican, pero la violencia está en la ocupación. Es cómo invertir la pirámide. Tenemos que desinvertir la pirámide. Nosotros no trabajamos para “curar” la violencia de los niños de Jenin. Los niños en Jenin no están enfermos. Intentamos medios más productivos para ayudarlos, pero eso no implica en no resistir a la violencia. Hoy, la lucha tiene que ser cultural, moral. Eso es importante. No enseñamos los niños y niñas a usar armas, a tirar, a fabricar bombas. Lo que hacemos es exponerlos al discurso de la liberación, al discurso de la libertad. Para exponerlos a ese discurso, nosotros los exponemos al arte, a la música, al baile, a la cultura. Nosotros los exponemos a ellos mismos, a una parte de ellos que ellos no encontrarían si no fuesen enseñados a buscar. Entendemos que, así les damos una oportunidad de ser más felices, de ser gente mejor. Espero que algunos de nuestros amigos en Jenin continúen la lucha por la resistencia contra la ocupación israelí y continúen a hacerlo también en ese proyecto y en ese teatro.
Juliano Mer-Khamis fue abatido a tiros el 4 de abril de 2011, por un desconocido enmascarado, a los 52 años de edad, en la calzada del Teatro de la Libertad. El asesino no fue identificado, pero aparentemente es obra del servicio secreto de Israel.
Fuente: A Nova Democracia
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