Durante la década de 1890 Vicente Cutanda se interesó vivamente por los temas relacionados con el mundo obrero. En concreto, fue en 1892, con el gran lienzo Una huelga de obreros en Vizcaya, primera medalla en la Exposición Nacional de Madrid, cuando empezó a plasmar escenas de la vida laboral, en especial de las incipientes siderurgias vizcaínas. La obra recogía un hecho histórico, la huelga que tuvo lugar en Bizkaia en 1892 a causa del empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores. Sin embargo, artísticamente el cuadro de Cutanda no pretendía ser un testimonio de la crudeza o un alegato crítico, sino una extensión del realismo pictórico al mundo obrero, realizada a modo de crónica del conflicto laboral.
Aunque no se sabe exactamente cuándo y cómo se produjeron las estancias de Cutanda en Bizkaia, parece ser que durante la década de 1890 vivió temporalmente en Barakaldo, donde llevó un tipo de vida próxima al mundo siderúrgico: pintaba en las fábricas, se relacionaba con los obreros e incluso alteró su aspecto para identificarse con ellos. En 1894 realizó Preparativos del 1º de Mayo, que ese año obtuvo una segunda medalla en la Exposición Artística de Bilbao y un diploma de honor en la Exposición General de Bellas Artes de Barcelona. Es comprensible el impacto que produjeron en Cutanda las huelgas revolucionarias en Bizkaia entre 1890 y 1892, consideradas hoy día como las primeras de tipo moderno en España, así como el tema que se representa en este cuadro: los prolegómenos a la celebración del primero de mayo. Hay que tener en cuenta que, para 1894, el día del trabajador se celebraba por quinta vez en España y que, aunque el seguimiento de los primeros años fue escaso, por entonces, al menos en Bizkaia, el acto ya estaba medianamente consolidado. Fundamentalmente, el proletario vizcaíno se movilizó por contar con los primeros sindicatos organizados en el país, que contribuyeron a avivar las conciencias obreras, la agitación social y la difusión del marxismo. Es más que posible que la obra fuera pintada en la misma fábrica donde se desarrolla la escena, pues fue una práctica habitual del pintor, tal y como se recoge en una obra reproducida en la revista Blanco y Negro en 1900, titulada Altos Hornos: arte y trabajo, en la que Cutanda aparece pintando mientras es observado por dos trabajadores.
La obra del Museo recoge una vista panorámica de la fábrica, con un marcado carácter fotográfico, en donde un grupo de trabajadores han interrumpido sus tareas para prestar atención a uno de ellos, que lee en voz alta. El trabajador, que centra la composición, probablemente da lectura a uno de los manifiestos o proclamas que se publicarían con motivo del 1º de mayo, que acostumbraban a reclamar unas nuevas condiciones de trabajo, que en muchos casos fueron motivo de persecuciones encarcelamientos. Es significativa la figura de espaldas que levanta el puño a sus compañeros, a los que intenta alentar y contagiar el espíritu revolucionario. La obra fue adquirida por el Ayuntamiento de Bilbao, en cuya colección estuvo al menos desde 1902, tal y como registra la reproducción aparecida en la revista La Baskonia.
Cuando realizó el cuadro, la obra de Cutanda era ya considerada liberal y modernista, pero sin excesos. No obstante, su figura, de familia acomodada y con recursos económicos, se enmarcaba dentro del sistema capitalista (...), pues habiendo sabido exteriorizar de tan elocuente manera uno de los vigorosos latidos del socialismo, vive completamente fuera de él. Es un burgués.
Cutanda continuó con este tipo de obras que acabaron identificándole y que aparecieron en las más diversas publicaciones: ABC, Apuntes, La Ilustración Artística, La Ilustración Española y Americana, La Gran Vía,..., algunas de diferente calado ideológico, incluso antagónico. Esto se debió, como explica González de Durana, a que Cutanda era un conservador en su forma de pintar y, sin embargo, un radical en sus temas. Su pintura, de alguna manera, contentaba a todos. En este sentido, el bilbaíno La Lucha de Clases el semanario socialista más antiguo y polémico, después del madrileño El Socialista solicitó su colaboración para ilustrar algunos números del primero de mayo. Cutanda ejecutó el de 1900 (Sin título), 1901 (Victimas del trabajo) y 1902 (Accidente de trabajo), además de un número especial el 23 de julio de 1904 (En busca de trabajo).
Para finales de la década de 1890, la que más fama reportó al pintor, los comentarios sobre sus obras habían trascendido al plano social, creándose diferentes puntos de vista al respecto. Desde los que calificaban a su obra de idealista, hasta aquellos que la consideraban socialmente más positiva: Cutanda tiene ya su hoja de servicios brillante, es el poeta de la grandes fabricas, el revelador de esa vida de los talleres metalúrgicos llena de atractivo y tan poco apreciada, es un cantor del obrero a su manera, con el pincel. Bilbao debiera de nombrarle pintor de cámara. Inglaterra conoce a Bilbao por sus hierros. España le conoce por Cutanda. (Javier Novo González)
Fuente: EMSIME