La fuerza de esta pintura es indiscutible. Su mensaje es claro: tras la muerte de Franco lo que se debe hacer es desterrarlo del panorama. En un acto de valentía, Genovés realiza una obra en la que directamente sus personajes han descolgado un retrato oficial de Franco para tirarlo, para eliminarlo. Decimos que es un acto de valentía porque, aunque toda su carrera había mostrado una ferviente oposición al régimen, en este caso pinta directamente al dictador, realiza un retrato suyo para arrojarlo al suelo. Además, en 1975, fecha de su creación, el clima en España aún estaba presidido por el miedo y la incertidumbre. El país se debatía entre seguir los dictámenes de sucesión impuestos por Franco o lograr la ansiada democracia.
Genovés no lo dudó: el fantasma de Franco y sus seguidores no podría seguir en el poder.