Año 1967
Duración 90 min.
País Hungría
Dirección Miklós Jancsó
Guion Gyula Hernádi, Miklós Jancsó, Luca Karall, Valeri Karen, Giorgi Mdivani
Fotografía Tamás Somló (B&W)
Reparto József Madaras, Tibor Molnár, András Kozák, Jácint Juhász, Anatoli Yabbarov, Sergei Nikonenko
Compañías Coproducción Hungría-Unión Soviética (URSS); Mafilm, Mafilm, Brandon Films
Sinopsis Año 1917, en la frontera rusa durante la Primera Guerra Mundial. Los Blancos zaristas se enfrentan a los Rojos bolcheviques, que son apoyados por voluntarios húngaros. En la inmensa planicie se produce la caza del hombre, la ejecución de prisioneros, los caballos en desbandada..
Los Rojos y los Blancos es una película del director comunista húngaro Miklós Jacsó (en la que se cuenta, sin que existan protagonistas o, mejor dicho, con muchos, a los que la cámara sigue hasta que mueren, para después comenzar a seguir a otro, la crueldad de la Guerra Civil Rusa, entre el Poder Soviético, los rojos, y los defensores del régimen autoritario de los zares, los blancos (ayudados por la intervención de 14 potencias extranjeras).
En 1919, muchos húngaros que venían huyendo de la Revolución Húngara, derrotada en agosto de 1919 cuando Rumania invade su país, se alistan en las filas de los rojos, que luchan por lo mismo que ellos también quieren conseguir en Hungria, donde se fundó la República Soviética Húngara, aunque durara solamente unos meses. Los personajes húngaros pelean junto a los bolcheviques por ideología y por conveniencia, porque una victoria bolchevique puede llegar a ser una victoria para la Hungría comunista.
Todo está contado de forma simbólica. con el estilo poético de Jancsó, con planos largos, grises y tranquilos: hay un grupo de uniformes oscuros, quienes a pesar de su vestimenta son los blancos del título; y después hay otro grupo de uniformes más claros, que son los rojos, y dentro de este grupo hay algunos húngaros, como era de esperar, ya que el director y la película provienen de Hungría.En 1919, muchos húngaros que venían huyendo de la Revolución Húngara, derrotada en agosto de 1919 cuando Rumania invade su país, se alistan en las filas de los rojos, que luchan por lo mismo que ellos también quieren conseguir en Hungria, donde se fundó la República Soviética Húngara, aunque durara solamente unos meses. Los personajes húngaros pelean junto a los bolcheviques por ideología y por conveniencia, porque una victoria bolchevique puede llegar a ser una victoria para la Hungría comunista.
Jancsó nos muestra la crueldad de la guerra, a la que los capitalistas empujan a los pueblos y a sus trabajadores para defender sus intereses de clase y, con más crueldad todavía, con la que esos mismos los defienden ante los trabajadores cuando estos pretenden su emancipación, como sucedio tras el triunfo de la Revolución Soviética en 1917 y la posterior Guerra Civil Rusa, en realidad una intervención multinacional contra el Socialismo.
La secuencia final de la película es espectacular con una secuencia muy bella, a la vez que demoledora. Así, un plano fijo en grúa situada en lo alto de un monte muestra un escenario rural cerca de la orilla de un lago en el que va a tener lugar una batalla desigual. Una formación del ejército húngaro, en este caso de lado de los blancos, avanza desde el río hacia la montaña para encontrarse con un pequeño batallón del bando rojo (también húngaro) que avanza cantando la Marsellesa en vistas a encontrarse en el campo de batalla con el enemigo. El caminar cansado de los soldados se interrumple por los disparos de la formación del ejército que extermina en pocos segundos al enemigo. El sacrificio de miles de trabajadores en lucha por la revolución se concentra en esta matanza cruel que, sin embargo, continuará repitiéndose, como afirmó Mao, “derrota tras derrota hasta la victoria final”, pues el triunfo del Socialismo, a pesar de la sanguinaria burguesía, será, más tarde o más temprano, inevitable.
Los Rojos y los Blancos fue una coproduccion sovietica-húngara del año 1967, para conmemorar el 40 aniversario de la Revolución Soviética y el triunfo de los trabajadores contra la intervención extranjera y la reacción zarista (cuya bandera, por cierto, era la misma que la que se reinstauró en Rusia tras la disolución de la URSS en 1991, la tricolor que, lamentablemente, hoy ondea sobre el Kremlim).
La secuencia final de la película es espectacular con una secuencia muy bella, a la vez que demoledora. Así, un plano fijo en grúa situada en lo alto de un monte muestra un escenario rural cerca de la orilla de un lago en el que va a tener lugar una batalla desigual. Una formación del ejército húngaro, en este caso de lado de los blancos, avanza desde el río hacia la montaña para encontrarse con un pequeño batallón del bando rojo (también húngaro) que avanza cantando la Marsellesa en vistas a encontrarse en el campo de batalla con el enemigo. El caminar cansado de los soldados se interrumple por los disparos de la formación del ejército que extermina en pocos segundos al enemigo. El sacrificio de miles de trabajadores en lucha por la revolución se concentra en esta matanza cruel que, sin embargo, continuará repitiéndose, como afirmó Mao, “derrota tras derrota hasta la victoria final”, pues el triunfo del Socialismo, a pesar de la sanguinaria burguesía, será, más tarde o más temprano, inevitable.
Los Rojos y los Blancos fue una coproduccion sovietica-húngara del año 1967, para conmemorar el 40 aniversario de la Revolución Soviética y el triunfo de los trabajadores contra la intervención extranjera y la reacción zarista (cuya bandera, por cierto, era la misma que la que se reinstauró en Rusia tras la disolución de la URSS en 1991, la tricolor que, lamentablemente, hoy ondea sobre el Kremlim).
Fuente: Un Vallekano en Rumanía
VER PELICULA CON SUBTITULOS EN CASTELLANO:
https://www.facebook.com/MComunista/videos/los-rojos-y-los-blancos/2393897500879671/