La película nos habla de la sociedad serbia, pero la historia podría fácilmente situarse en muchos otros países. La ganadora de los Premios del Cine Europeo Jasna Djuričić encarna a Lidija, la relaciones públicas de la promotora inmobiliaria Magnus Domus en la segunda ciudad más grande del país, Novi Sad. En realidad, es la astuta y calculadora ejecutora y amante del dueño, Miki (Aleksandar Djurica), un estafador. En la primera escena, desahucia a una familia pobre de su piso de mala calidad, y más prueba de sus malas acciones, facilitadas por la corrupción y caos general de las instituciones, se prosigue antes de que conozcamos a nuestros héroes.
Estos son un grupo de trabajadores de la construcción asignados a un olvidado y monumental proyecto inmobiliario para Miki y Lidija. El edificio de hormigón reforzado de varios pisos fue probablemente parte del plan de la administración previa, y en el negocio de la construcción serbio (o en realidad, cualquier otro) si no hay ninguna parte interesada en blanquear dinero, o ven otro modo de hacerlo ilegalmente, nadie invierte.
Al variopinto grupo de seis hombres, desde el joven y simple Kid (Stefan Beronja), al viejo bebedor y adicto a las pastillas Mile (Mihajlo Pleskonjić) y su líder de facto Profesor (Boris Isaković), no se les ha pagado en mucho tiempo, y trabajan sin material de protección ni horas reguladas. El capataz Braco (Predrag Momčilović) está ahí como mediador, con la tarea de mantener el orden. Pero el Profesor logra organizarlos y consiguen chantajear a Lidija para que les pague su sueldo, así que siguen trabajando. Miki y ella están intentando que un hombre de negocios de éxito firme un contrato para un proyecto, pero cuando lo consiguen la noche antes de la fecha límite, Kid y Profesor tienen que quedarse y acabarlo durante la noche.
Al principio, la película parece un documental: la imagen de la cámara digital de mano es plana, hay muy poca gradación de color, y el director de fotografía Aleksandar Ramadanović se mueve rápido y a menudo caóticamente entre los protagonistas. Pero según progresa, según los personajes se hacen más reales y se desarrolla en ángulo social, se convierte en un drama oscuro con elementos de thriller y comedia.
Sí, una comedia, pero una amarga. A pesar de la camaradería, los trabajadores se meten los unos con los otros, y en una escena en la que el grupo celebra la magra cantidad que Lidija les ha ofrecido, en una habitación vacía, en una obra con un cantante de folk barato, nos sentimos como en una pesadilla empapada de alcohol sacada de una de las películas de Živojin Pavlović, la leyenda yugoslava de la “Black Wave”.
Pero si hay un cineasta en el que Pušić se inspira, es su conciudadano de Novi Sad Želimir Žilnik: tienen en común la mezcla de géneros, y de actores con amateurs, la estrategia de simplemente coger la cámara y rodar, un cariño por aquellos al margen de la sociedad, y una actitud ferozmente humanística y antiautoritaria.
También hay sorpresas en el film, desde la profunda crudeza emocional de dos desarrollos inesperados, a escenas brutales en las que trabajadores se hacen daño intencionalmente para sacarle lo que pueden a Lidija. Aunque la actitud del film es totalmente punk, el guion en el que Pušić, Dušan Spasojević e Ivan Knežević colaboraron es intrincado y está lleno de contrastes.
Fuente: Cineuropa
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