JOSÉCARLOSMARIÁTEGUI
La revolución socialista latinoamericana*
El texto adjunto, tomado de un documento redactado por Mariátegui en nombre de un grupo de militantes de Lima (núcleo del futuro Partido Comunista), es una discusión con el APRA que define en términos tajantes y rigurosos el carácter socialista de la revolución en el continente, como única alternativa realista al dominio del imperialismo norteamericano.
La misma palabra revolución, en esta América de las pequeñas revoluciones, se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla, rigurosa e intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución latinoamericana será, nada más y nada menos, que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista. A esta palabra agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: “antiimperialista”, “agrarista”, “nacionalista revolucionaria”. El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos.
A Norteamérica, plutocrática, imperialista, solo es posible oponer eficazmente una América Latina o Ibera, socialista. La época de la libre concurrencia, en la economía capitalista, ha terminado en todos los campos y en todos los aspectos. Estamos en la época de los monopolios, vale decir de los imperios. Los países latinoamericanos llegan con retardo a la competencia capitalista. Los primeros puestos están ya definitivamente asignados. El destino de estos países, dentro del orden capitalista, es el de simples colonias. La oposición de idiomas, de razas, de espíritu, no tienen ningún sentido decisivo. Es ridículo hablar todavía del contraste entre una América sajona ya materialista y una América Latina, idealista, entre una Roma rubia y una Grecia pálida.
Todos éstos son tópicos irremisiblemente desacreditados. El mito de Rodó no obra ya –no ha obrado nunca– útil y fundamentalmente sobre las almas. Descartemos, inexorablemente, todas estas caricaturas y simulacros de ideologías y lugares y hagamos las cuentas seria y francamente con la realidad. El socialismo no es, ciertamente, una doctrina indoamericana. Pero ninguna doctrina, ningún sistema contemporáneo lo es ni puede serlo. Y el socialismo, aunque haya nacido en Europa, como el capitalismo, no es tampoco específica ni particularmente europeo. Es un movimiento mundial al cual no se sustrae ninguno de los países que se mueven dentro de la órbita de la civilización occidental. Esta civilización conduce con una fuerza y unos medios de que ninguna civilización dispuso, a la universalidad. Indo América, en este orden mundial, puede y debe tener individualidad y estilo; pero no una cultura ni un sino particulares. Hace cien años debimos nuestra independencia como naciones al ritmo de la historia de Occidente, que desde la colonización nos impuso ineluctablemente su compás. Libertad, Democracia, Parlamento, Soberanía del Pueblo, todas las grandes palabras que pronunciaron nuestros hombres de entonces, procedían del repertorio europeo. La historia, sin embargo, no mide la grandeza de estos hombres por la originalidad de estas ideas, sino por la eficacia y genio con que las sirvieron. Y los pueblos que más adelante marchan en el continente son aquellos donde arraigaron mejor y más pronto. La interdependencia, la solidaridad de los pueblos y de los continentes eran sin embargo, en aquel tiempo, mucho menores que en éste. El socialismo, en fin, está en la tradición americana. La más avanzada organización comunista primitiva que registra la historia, es la incaica.
No queremos, ciertamente, que el socialismo sea absoluto, abstracto, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil, vale la idea germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento. “Amauta” no es una diversión ni un juego de intelectuales puros; profesa una idea histórica, confiesa una idea activa y multitudinaria, obedece a un movimiento social contemporáneo. En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer término. La originalidad a ultranza es una preocupación literaria y anárquica. En nuestra bandera inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: socialismo (con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un Partido Nacionalista pequeñoburgués y demagogo).
*José Carlos Mariátegui, “Carta colectiva del grupo de Lima” junio de 1929, enEl proletariado y su organización, ed. Grijalbo, 1970, pp. 119-21
Fuente: El marxismo en América Latina. M. Lowy