El "Gernika" chicano
Por Jimmy Centeno. Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Este artículo está dedicado al escritor Ngũgĩ wa Thiong’o.
Lo que era una invitación a pintar una protesta se convirtió en la primera manifestación del Gernika* chicano de un artista chicano. La obra maestra de Fernando Barragan No Somos Animales (2013, 7×13 pies) es un audaz mural de lienzo crudo que representa la violencia, el dolor y la ira en las comunidades chicana/latina. En la inauguración de la exposición individual “Squaring off with Brushstrokes” de Barragan en la Galería de Arte Jean Deleage en Boyle Heights, CA (del 4 de noviembre de 2021 al 26 de febrero de 2022), el Director de Arte del Teatro Casa0101, Emmanuel Deleage, le invitó a acercarse al micrófono para ofrecer a amigos e invitados unas palabras sobre su arte. Ante su lienzo monocromático en blanco y negro, se acercó al micrófono mientras todos esperaban que Barragan compartiera alguna idea. Se le empezó a quebrar la voz de emoción. Se le humedecieron los ojos y se le hizo un nudo en la garganta. ¡Se quedó sin palabras! Levantó la mano y señaló el cuadro que había detrás de él, con las lágrimas en las mejillas, ahogado por los sentimientos que logró hacer salir: “¡Esta es la razón por la que pinto!”. Las lágrimas y el momento en que se quedó sin palabras se convirtieron en una extensión del amor, el cuidado y la preocupación por su comunidad de Barragan. Fue una de esas raras ocasiones en las que las emociones que un artista transfiere al lienzo o a cualquier otro medio de arte devuelven a su creador un recuerdo revivido expresado durante la realización de dicha obra de arte con profundos sentimientos. Fue una lágrima colectiva de las muchas expresadas y compartidas por Barragan durante la noche de la inauguración.
Como en el caso del cuadro Gernika de Pablo Picasso, una protesta pintada contra la brutal violencia de los Estados fascistas (Alemania y España) para con un pueblo vasco (Gernika) que resistía la dictadura del régimen español de Franco en 1937 (1), Fernando Barragan tomó el pincel y plasmó en el lienzo con trazos enérgicos los múltiples retos a los que se enfrentan las comunidades latinas/chicanas: brutalidad policial, violencia del Estado y de las bandas, discriminación, problemas de inmigración, explotación y racismo. Barragan, que es él mismo víctima de la violencia de las bandas y del Estado, traslada a esta obra el impacto/trauma que tiene en las relaciones familiares y en los niños que crecen en esas condiciones. A diferencia del estilo cubista de Picasso, Barragan está más cerca de la dramática obra figurativa del muralista mexicano José Clemente Orozco sobre lienzos y muros. Comparte el sorprendente estilo de Orozco y la trágica interpretación de Picasso de la guerra, la desesperación y las ideologías inhumanas basadas en clasificaciones biológicas y en una norma civilizadora de violencia que han heredado las sociedades/culturas modernas. El mural en lienzo de Barragan es una petición a todas las personas involucradas en crear comunidades, en la deconstrucción de formas humanas alternativas de vivir y ser a detenernos, reflexionar y ponernos al día con nuestro deseo más profundo de construir entornos saludables y encontrar formas respetuosos de entendernos como comunidad.
No Somos Animales describe una comunidad que se podría interpretar como una escena en Palestina, en India, en Chiapas, en espacios afroestadounidenses en Estados Unidos, en Guatemala, en Chile con el pueblo mapuche originario o en cualquier otro lugar o espacio del mundo que se enfrenta a la violencia. Aunque su interpretación concierne a un espacio chicano particular, contiene una conversación universal. El Gernika chicano que hay en No Somos Animales contiene las mismas preocupaciones que las de Gernika africano (1967) del artista africano Dumile Feni: la guerra y sus consecuencias (2). Para Feni fue el trauma y la devastación que las guerras coloniales supusieron al pueblo africano y al continente africano; en el caso de Barragan es la guerra que el Estado moderno ha emprendido contra las comunidades chicana/latina e inmigrante. Cuando la artista chicana Margaret García se puso en contacto con Barragan para pedirle una obra de arte que representara una protesta para una obra de teatro, Barragan respondió que “no iba a proporcionar una protesta. Iba a darles un motín”, una firme declaración política atemporal de Barragan dirigida a los poderes y, en particular, a los individuos. Nos invita a examinar qué es la comunidad, cómo construimos la comunidad y quién la dirige. El filósofo latinoamericano Juan José Bautista S. nos recuerda que las sociedades modernas están conformadas en su mayor parte por individuos frente a comunidades. Esta contradicción entre comunidad e individuos supone una profunda división respecto al potencial colectivo de muchas comunidades que puede ayudar ante las tendencias egoístas incrustadas en las culturas neoliberales modernas al rescatar la virtud colectiva que se conoce como solidaridad. Eso nos lleva a la siguiente pregunta de cómo se interpreta a sí misma la comunidad. ¿Es una relación de sujeto a sujeto o de sujeto a objeto?
Los temas que se conjugan en No Somos Animales están conformados de momentos históricos pasados y presentes, la muerte del periodista chicano de Los Angeles Times Rubén Salazar en 1970 a manos de los sheriffs (3). Barragan acude a su herencia mexicana de resistencia al incluir en el cuadro uno de los símbolos más fuertes del hemisferio occidental, la presencia de la Virgen de Guadalupe que a principios del siglo XIX lideró la resistencia política del pueblo durante la lucha por la independencia de México, el mismo símbolo que las y los rebeldes indígenas antiimperialistas zapatistas llevan como estandarte junto con muchos otros iconos cercanos a su causa. El académico Miguel León Portilla considera que este poderoso icono indígena Tonantzin Guadalupe (la palabra náhuatl tonantzin se traduce como “nuestra madre”) es la fuente más significativa de inspiración e identidad mexicana (4). En el lienzo la Virgen de Guadalupeestá junto al pueblo chicano, ni un paso atrás ni un paso adelante, sino hombro con hombro con el pueblo. No Somos Animales no elude el contenido ideológico. Barragan comprende la agencia liberadora de Tonantzin Guadalupe. Es, sin lugar a dudas, un símbolo matriarcal de pueblo, lucha y voluntad. Es en esta última, en la voluntad, donde reside el poder del pueblo y no en politic@s chican@s/latin@s que han hecho carrera en la política.
Este lienzo mural relaciona las experiencias chicanas a lo largo de la historia de Estados Unidos, la expatriación de cientos de miles de personas chicanas y familias mexicanas a México durante la gran depresión (1929-1939). En 1954 la Operación Espalda Mojada iba a repetir de nuevo el sesgo discriminatorio y las leyes racistas con la expulsión de personas mexicanas y chicanas de territorio estadounidense. Lo mismo se puede decir de la experiencia de las personas estadounidenses de origen japonés en los campos de internamiento durante la Segunda Guerra Mundial. El cuadro plantea por qué continúan las políticas racistas, por qué continúa un sistema judicial que acompaña a muchas tragedias históricas de confinamiento, desplazamiento y discriminación a lo largo de la historia de Estados Unidos, por qué se repite.
El carácter épico de No Somos Animales carece de fronteras de contenido. La energía y la acusación contenidas en el lienzo están llenas de rabia. El objetivo de la explosión catártica de Barragan no es solo liberar energía, sino que es una erupción volcánica constante destinada a trascender nuestras circunstancias dadas con el fin de liberar un cambio positivo. El lenguaje visual del mural proviene de la clase trabajadora mestiza e indígena marginada de los barrios chicano/latino. Lo que diferencia a la obra de Barragan es que el pintor cree en lo que cree el pueblo. Desde lejos se pueden oír los pasos y los cantos en el mural. Su pintura contiene sonidos y gritos.
Barragan cuestiona el lenguaje progresista de la comunicación visual actual al pintar la vida de la comunidad. En este mural en lienzo no se desvía hacia las escenas coloridas habituales en las obras de arte urbano. Es directo. Sus pinceles se empapan primero del sudor del pueblo y se sumergen en el corazón antes de volver al lienzo. En No Somos Animales no hay distorsiones del cuerpo humano como expresión decadente de artistas desesperados. Barragan se aferra a la esperanza y no la suelta. Y si no la encuentra, “va a buscarla”, como dijo el poeta y escritor Eduardo Galeano. No excluye su intelecto o su conciencia histórica. ¡Barragan amplía la experiencia continental de todas aquellas personas que están familiarizadas con la Lucha y la Causa!
Las reflexiones sobre No Somos Animales en lo que he denominado El Gernika chicano son más que un testimonio, es una crítica filosófica en movimiento que busca mostrar las herramientas que nuestras comunidades, educadores y líderes utilizan para interpretar la realidad que con demasiada frecuencia repite los errores del pasado. Es un esfuerzo para ganar terreno en un nivel de conciencia que no justifique incluir la explotación y las injusticias como la única manera de lograr algún tipo de movilidad social ascendente.
Recepción de clausura de “Squaring off With Brushstrokes” de Fernando Barragan 26 de febrero de 2022, de 18:00 a 21:00.
www.casa0101.org
Notas:
* Respetamos el nombre original vasco de Gernika, en vez del castellanizado Guernica: puesto que el cuadro original no está en la ciudad a la que homenajea, sino que está en el Museo del Prado de Madrid, a pesar de que la ciudad de Gernika lleva décadas reclamando que esté ahí o, al menos, en el País Vasco, escribamos en su idioma el nombre de la ciudad (N. de la t.).
(1)https://www.pablopicasso.org/guernica.jsp
(4) Miguel León Portilla, Tonantzin Guadalupe: Pensamiento nahuatl y mensaje cristiano en el Nican mopohua, Fondo de Cultura Economica, México, 2000 (página 14).
Fuente: https://www.counterpunch.org/2022/02/07/the-chicano-guernica/
Fuente de la tradcción: Rebelión