Josep Renau inició en 1939 un exilio para evitar ser asesinado por el franquismo que duró 43 años. Una diáspora en la que, a pesar de las dificultades personales, pudo seguir desarrollando su faceta de creador en dos ciudades que acabarían marcando su obra menos conocida. La primera fue México, entre 1939-1958, y la segunda fue en el Berlín de la República Democrática de Alemania, entre 1958-1982.
Dice Nuria Anguita, directora del IVAM, que en ambos periodos, el artista valenciano "no renunció nunca a entender el arte como una herramienta crítica para analizar el presente e intentar mejorar el futuro". Un arte donde es irrenunciable el mensaje político. "El arte entendido como elemento para la transformación social", concluye Anguita.
Ambos periodos de exilio son objeto de análisis en el museo valenciano con una exposición, titulada Los exilios de Renau, que incluye más de doscientas obras procedentes en su mayoría de los fondos de la Fundació Josep Renau depositados en el museo en 1989. Un formidable legado que ha permitido, incluso, poder mostrar algunas piezas nunca vistas del muralista y fotomontador valenciano. Un hombre que nunca renunció a sus convicciones comunistas y marxistas.
La exposición inicia su recorrido dedicando un apartado especial al estudio de la relación entre Josep Renau y el muralista revolucionario David Alfaro Siqueiros, con quien mantendría una intensa colaboración artística. De hecho, Siquerios incorporó a Renau al equipo internacional que realizó el mural Retrato de la Burguesía, uno de los hitos del muralismo revolucionario mexicano.
Los comisarios de la muestra son Joan Ramón Escrivá y Josep Salvador; ambos conservadores del IVAM. El primero, que se ha encargado el exilio mexicano, subraya que el mural coordinado por Siquerios "es una alegoría de la destrucción, utiliza una iconografía basada en la idea de la tecnología al servicio de la destrucción y la irrupción del fascismo en Europa, aliado con el gran capital”.
Y añade que es un mural "muy innovador concebido como un fotomontaje realizado con pintura a la piroxilina, un material industrial de la época.
Para la ocasión, el IVAM muestra también dos obras de pequeño tamaño de Siqueiros “consideradas monumento nacional en el país y que han sido muy difíciles de conseguir”, según Escrivá. Una de ella habla del "inicio del fascismo". También se exponen los diferentes proyectos de obra mural y comercial que Renau realizó durante sus años en México como forma de ganarse la vida.
Una de las obras claves del exilio mexicano es La electrificación total de México acabará con la miseria del pueblo (1940-1941). También elaboró portadas para la revista Lux u obras como La soberanía española pisoteada por los yanquis (1961).
La producción de carteles de cine de Renau se multiplicó en ese periodo dando lugar a Estudio Imagen Publicidad Plástica (1950-1958), el taller que montó para realizar su obra comercial junto a su esposa Manuela Ballester.
El IVAM ha querido también rendir homenaje a la que fue esposa de Renau, Manuela Ballester. “Su apoyo apoyo le permitió destinar tiempo a una obra más personal, a cambio de que Manuela no pudiera hacer la suya propia, como ha ocurrido con tantas mujeres artistas”. Se ha incluido en la muestra la proyección del documental Manuela Ballester, el llanto airado, dirigido por Giovanna Ribes.
El segundo bloque de la exposición muestra, por primera vez desde su presentación tras la apertura oficial del IVAM, la serie completa de fotomontajes de Renau The American Way of Life en diálogo con la obra del artista soviético Alexander Zhitomirsky. “Renau denunció el potencial expansivo, el imperialismo y el proceso de colonización cultural del modelo de vida americano”, señala Escrivà. Esta investigación se complementa con una pequeña muestra documental en la sala de la Biblioteca del museo.
El tercer bloque de la exposición aborda la irrupción de la nueva arquitectura socialista alemana y su vínculo con el muralismo al servicio del adoctrinamiento político. Un fenómeno histórico en el que destacarán nuevos proyectos urbanísticos como el de la ciudad de Erfurt o el de Halle-Neustadt, una ciudad modélica construida para los trabajadores de la industria química.
“Es aquí donde Josep Renau pudo realizar su obra mural más ambiciosa, comprometida y monumental”, ha afirmado Josep Salvador. Este último apartado ahonda, con la colaboración del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en la incursión de Renau en el mundo de la televisión y el cine de agitación en el Berlín comunista de los años 50.
Dice Nuria Anguita que en la obra de Josep Renau “hay un universalismo, un internacionalismo, que le viene de lo que es pensado tanto como de lo que es vivido. Y una comprensión de la relación entre fascismo y capitalismo y un conocimiento de sus contradicciones, que es tanto pensamiento como experiencia directa".
Porque, añade, "los exilios mexicano y berlinés son dos exilios en la frontera. Dibujados sobre la línea misma de la confrontación: del México que sufre la presión fronteriza del imperio USA y el Berlín dividido de la guerra fría”.
Fuente: La Vanguardia