“En el diseño del Edificio del Partido Comunista Francés, no faltó, por lo menos, la intuición y el poder de decisión. Y eso explica la fachada curva y el vestíbulo semi-enterrado, diferente, dejando el terreno libre para el juego de volúmenes y espacios que constituyen la arquitectura misma. La duda había prevalecido en aceptar una solución tan poco común. Los que visitan el edificio hoy no tendrían la sorpresa del gran salón que lo caracteriza, con sus espacios y formas inesperadas, y el suelo que desciende suavemente hasta la cúpula que surge desde el exterior, participando del espectáculo arquitectónico imaginado.
En la sede del Partido Comunista Francés se mostró la importancia de mantener exteriormente un juego harmonioso de volúmenes y espacios libres, lo que explica que se haya encontrado el gran salón de la clase obrera en el sótano.” (Oscar Niemeyer)
La repercusión de Brasilia supuso para Niemeyer la posibilidad de trabajar en el extranjero, como Estados Unidos, el que le proporcionó reconocimiento internacional, y Europa, entregándole también una buena acogida, siendo la Sede del Partido Comunista Francés una de los primeros encargos que recibió en este continente, cuyo proyecto es del año 1965.
Está ubicada al noreste de la capital francesa, en el 2, Place du Colonel-Fabiien, 75019, París.
Su intención de dejar libre el suelo de la ciudad y no romper el solar, materializa la ocupación del terreno bajo en nivel del suelo, generando así, un espacio abierto para el barrio.
El proyecto se dividió en tres partes, contrastando con las edificaciones típicas de la urbanización haussmaniana tardía del barrio:
La primera parte comprende toda la base sobre un terreno irregular, con dos pisos en el subsuelo para bodegas, garajes y otros serivicios y la planta baja del edificio, semi-enterrada, ubicada metro y medio más abajo respecto al nivel de calle. Siendo éste nivel de planta libre, sus espacios sólo se perciben cuando se vive en su interior. La cubierta se inclina levemente junto con el talud que la rodea entregando a la plaza una nueva topografía.
La segunda parte recuerda a la Cámara de Diputados, en la Plaza de los tres poderes de Brasilia. Es la cúpula del auditorio en el que celebra sus reuniones el Comité Central y su estructura blanca resalta sobre el espacio libre de la plaza.
La tercera parte comprende la torre de 6 pisos que al tener formas espejadas y ondulantes tratan de darle continuidad al tejido urbano del vecindario y enmarca la plaza y su llamativa cúpula blanca, resaltanto la combinación de diferentes volúmenes. “Era el conjunto, o mejor, era la relación entre volúmenes y espacios libres, tantas veces olvidada, lo que yo respetaba” escribió Niemeyer.
Volviendo a este edificio, Niemeyer supo aprovechar las características del suelo y encontrar un muy buen equilibrio entre los espacios y los volúmenes.
La plataforma de la plaza se utiliza como un espacio de reunión, “el gran salón de la clase obrera”, con auditorio, salón para exposiciones y librería.
El volumen ondulante, descansa sobre cinco pilares (como único apoyo), entregándole a la torre una apariencia de ligereza.
Las circulaciones verticales, se dejan fuera de este gran volumen, instalándose en su cara posterior, en volúmenes anexos. Las plantas de este gran volumen acogen a las oficinas y en la última se encuentra el restaurante.
En cuanto al auditorio, la estrategia de semienterrar la planta baja recuerda a la Catedral de Brasilia, mientras que su cúpula es una de las constantes en la arquitectura de Niemeyer.
La cúpula de hormigón armado tiene base cónica y un casquete esférico. Su radio y su altura son de 11 metros aproximadamente.
Como en todos los proyectos del arquitecto está presente el hormigón, con sus formas ondulantes y color blanco. En este caso combinado con una gran fachada acristalada, donde el acero y el aluminio conforman sus marcos.
“Para darle aún más el rango de impresión de amplitud, proyecté las escaleras externas bien estrechas lo que permitirá, por el contrario, el efecto deseado. Y procuré mantener en todo el predio la misma libertad plástica y la curva libre y lógica que el hormigón armado sugiere. Es lo que se encuentra, como unidad, en las curvas de la fachada, en el corredor sinuoso, en las formas variadas, casi barrocas, del vestíbulo y de la cubierta que satisfacen razones de circulación, utilización y visibilidad.
Aprobado el estudio inicial, me puse en contacto mis colaboradores J. Deroche y P. Chematov y luego con J. Prouvé, J. Tricot y J. L. Pinho, de gran ayuda en el desarrollo del proyecto.”