ESCENAS DE LA VIDA MODERNA
La retrospectiva que la Tate Britain dedica a Lawrence Stephen Lowry ha sido la más exitosa del último tiempo. Largas filas de espectadores se han congregado para revisar la mirada de un pintor que reflejó como pocos los cambios en la era industrial.
La gran exposición, largamente esperada, de la obra del pintor inglés LS Lowry no es una más entre las muestras que la prestigiosa Tate Britain de Londres ofrece anualmente. Por el contrario, los ingleses se preguntaban cómo se las había ingeniado la Tate para ignorar por tanto tiempo a este tan querido artista local fallecido hace cerca de cuarenta años. Y el público habló: de inmediato una multitud compró más tickets que los vendidos para cualquiera otra exhibición de esta galería. “Lowry and the Painting of Modern Life”, a cargo de dos eficientes y muy adecuados curadores, TJ Clark y Anne Wagner, ambos eminentes historiadores del arte, permanecerá abierta hasta el 20 de octubre próximo.
Es la reivindicación de la importancia que tiene la visión de Lowry sobre la verdadera imagen de cómo la Revolución Industrial y la depresión económica de los 20 y 30 afectaron a Inglaterra. Es la oportunidad de conocer las originales escenas que pintó una y otra vez como una forma de lealtad, de manera insistente y repetida, tal como se repite la vida día tras día. Aquí están esas omnipresentes fábricas rectangulares con chimeneas humeantes que se imponen sobre diminutas casas de ladrillo; aparecen barrios sin importancia; numerosos, pequeños y anónimos personajes sin cara que caminan inclinados y sin observarnos, seguidos por característicos perros famélicos (ver recuadro). La gran mayoría en tonalidades de diferentes gamas de gris con uno que otro toque de color terracota en una pared, en un gorro, en una bufanda.
El cuadro elegido como imagen de esta exposición, Paisaje Industrial (1955) (1143 x 1524 mm) está siendo profusamente reproducido en las calles de la capital inglesa. Hasta ahora se trataba de un lienzo poco conocido, pero es una típica muestra de los intereses y ambiciones de LS Lowry. Una composición imaginaria que presenta dramáticamente el entorno urbano fruto de la Revolución Industrial, con mínima presencia humana en gente sin rasgos. “Figuras normales habrían roto el impacto de mi visión”, decía el artista, “por eso tuve que hacerlas semi-reales”.
La exposición, de más de noventa obras, incluye las conocidas Coming Out of School (1927), The Pond (1950), Industrial Landscape (1955) e Hillside in Wales (1962), pertenecientes a la Tate y una cuidadosa selección facilitada en préstamo por instituciones públicas y privadas. Todo ello constituye una evidencia de cómo Lowry dedicó su vida a dar testimonio del impacto que la era de las fábricas produjo en el mundo. Sin sus pinturas (que dan cuenta de escenas de deportes, marchas de protesta, ferias, accidentes, desalojos, predicadores y obreros yendo y viniendo de las industrias), Inglaterra carecería de un testimonio artístico tan relevante de las experiencias de la clase trabajadora.
Entre las obras que destacan están Ancoats Hospital Outpatients Hall (1952), pintada en los comienzos del NHS (Servicio Nacional de Salud); The Cripples (1949), un dramático conjunto de mutilados de guerra y lisiados por enfermedades; Excavating in Manchester (1932), una rara escena de obreros trabajando en los cimientos de uno de los últimos almacenes de algodón erigidos en Manchester; The Fever Van (1935), escena habitual de una ambulancia que llega en busca de una víctima de difteria u otra enfermedad fatal de aquel tiempo. También Piccadilly Circus, London (1960) una de las pocas pinturas en que Lowry identifica claramente su ubicación, en este caso con la estatua de Eros y el aviso luminoso de Coca-Cola.
La exposición se ordena en seis salas temáticas, empezando por una introducción al pintor y sus grandes temas; aquí se observa a grupos de personas alrededor de deportes, ferias, colegios. La sala siguiente se centra en la idea de la vida moderna, así como la vinculación del artista con exponentes del impresionismo francés, ilustrada con algunas pinturas de Utrillo, Van Gogh, Pizarro, entre otros. En la tercera sala aparecen incidentes y accidentes de la calle, un funeral, un desalojo, una procesión, una tragedia en la mina. Son imágenes difíciles de olvidar.
Entre los paisajes devastados que conforman la cuarta sala impresionan los deprimentes lugares contaminados, bombardeados, destruidos, abandonados. En la quinta sala se encuentran obras en general con mayor colorido, realizadas con posterioridad a la Segunda Guerra, que tienden a testimoniar el quehacer y los tropiezos de la nueva clase trabajadora. En cuanto a la última sala, la sexta, reúne por primera vez las cinco vistas panorámicas de gran tamaño que Lowry pintó entre los años 1950 y 1955; destacándose también tres coloridas vistas de ciudades mineras de Gales. En esta sala está el que debe ser uno de sus últimos cuadros, Mill Scene, 1972, óleo sobre madera (125 x 202 mm).
El conocimiento del arte de LS Lowry es sin duda una experiencia emocionante. Sus obras son reconocibles dondequiera que las volvamos a encontrar. “Mi ambición era poner la escena industrial en el mapa porque nadie lo había hecho, nadie lo había hecho seriamente”, dijo el pintor, nacido en 1887 y muerto en 1970. Un testigo de talento imborrable que supo registrar las variaciones del violento siglo XX.
Fuente: María Teresa Herreros (Capital)
Hasta el 20 de octubre de 2013
The Cripples, 1949
Ancoats Hospital Outpatients Hall (1952)
Coming Out of School (1927)
Excavating in Manchester (1932)
The Pond (1950)
River Scene (Industrial Landscape) 1935