Título original: Die Dreigroschenoper (Die 3groschenoper) (Die 3 Groschen-Oper)
Año: 1931
Duración: 112 min.
País: Alemania
Dirección: Georg Wilhelm Pabst
Guión: Béla Balázs, Léo Lania, Ladislaus Vajda (Historia: Bertolt Brecht)
Música: Kurt Weill
Fotografía: Fritz Arno Wagner (B&W)
Reparto: Rudolf Forster, Carola Neher, Reinhold Schünzel, Fritz Rasp, Valeska Gert, Lotte Lenya, Hermann Thimig
Sinopsis: En los bajos fondos londinenses del cambio de siglo, el elegante capo Mackie Messer se enamora de Polly, la hija del rey de los mendigos Peachum, y pretende casarse con ella. Al padre no le gusta nada la idea, e intentará desbaratar los planes de Mackie por diversos medios. Adaptación de la obra de Bertolt Brecht.
Georg Wilhelm Pabst, cineasta lamentablemente olvidado en la actualidad, constituye uno de los pilares imprescindibles del cine germano (y, por extensión, europeo) posterior a la I Guerra Mundial. Contradictorio ideológicamente (pasó de una posición marcadamente izquierdista a realizar películas para el III Reich) posee una de las filmografías más complejas y subyugantes del periodo. En 1931, es decir, dos años antes de la llegada al poder del nacionalsocialismo, Pabst realiza una de sus obras más logradas, “La comedia de la vida”, con música de Kurt Weill, adaptación de la obra teatral del gran Bertold Brecht, el que a su vez adapta una pieza clásica del siglo XVIII, “La ópera del mendigo” de John Gay. El guión pertenece a Leo Lania, Ladislao Vajda y Bela Balazs, este último realizador, guionista y teórico húngaro, autor de obras teóricas tan estimadas como “El film”. Los decorados pertenecen a Andrei Andreiev, responsable también de la escenografía de “La caja de Pandora” y “Don Quijote”. La iluminación pertenece a Fritz Arno Wagner, fotógrafo de “Sombras”, “El ángel azul” y “Cuatro de infantería”.
Con esta película Pabst da rienda suelta a su particular manera de entender el cine, así como a los ambientes que le fascinaron desde sus inicios en el cinematógrafo. La miseria de la condición humana, así como su obsesión por los universos marginales y excesivos (que ya había escenificado en sus magistrales “Bajo la máscara del placer” y “La caja de Pandora” y que, en parte, influirían en el estilo de Josef Von Sternberg durante los años treinta) se ven nítidamente reflejados en el film, tanto en los exteriores nocturnos y solitarios como en el dinamismo de las secuencias del prostíbulo o la boda, donde la movilidad de los actores condiciona la puesta en escena concebida por el cineasta. La cámara de Pabst no marca la coreografía de los movimientos sino, más bien, parece que estos actúen de manera completamente espontánea y que es la cámara la que rectifica a fin de poder seguir unas evoluciones no sujetas a marcas o ensayos. El film exhala una admirable sensación de frescura y naturalidad cuando, por el contrario, la dirección es extremadamente minuciosa y nada se deja al azar.
Una película de escenografía, ambientes, rostros y canciones increíbles. De imágenes que se te graban en la retina. La boda en un almacén abandonado, la novia cantando una canción picante ante una banda de maleantes, el bar donde se conocen los novios, las calles en penumbra, el músico ambulante que hace de narrador, la casa de putas, el local donde el padre de la novia organiza y explota a los más pobres entre los pobres, los vagabundos y mendigos de la ciudad…, no hay respiro.
Uno de los clásicos de la historia del cine, y que ha sobrevivido, casi milagrosamente, a grandes adversidades como la persecución y destrucción de negativos de los nazis, que no lograron acabar con esta obra, recuperada y restaurada gracias a las copias supervivientes.
Fuente: Filmaffinity
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Año: 1931
Duración: 112 min.
País: Alemania
Dirección: Georg Wilhelm Pabst
Guión: Béla Balázs, Léo Lania, Ladislaus Vajda (Historia: Bertolt Brecht)
Música: Kurt Weill
Fotografía: Fritz Arno Wagner (B&W)
Reparto: Rudolf Forster, Carola Neher, Reinhold Schünzel, Fritz Rasp, Valeska Gert, Lotte Lenya, Hermann Thimig
Sinopsis: En los bajos fondos londinenses del cambio de siglo, el elegante capo Mackie Messer se enamora de Polly, la hija del rey de los mendigos Peachum, y pretende casarse con ella. Al padre no le gusta nada la idea, e intentará desbaratar los planes de Mackie por diversos medios. Adaptación de la obra de Bertolt Brecht.
Georg Wilhelm Pabst, cineasta lamentablemente olvidado en la actualidad, constituye uno de los pilares imprescindibles del cine germano (y, por extensión, europeo) posterior a la I Guerra Mundial. Contradictorio ideológicamente (pasó de una posición marcadamente izquierdista a realizar películas para el III Reich) posee una de las filmografías más complejas y subyugantes del periodo. En 1931, es decir, dos años antes de la llegada al poder del nacionalsocialismo, Pabst realiza una de sus obras más logradas, “La comedia de la vida”, con música de Kurt Weill, adaptación de la obra teatral del gran Bertold Brecht, el que a su vez adapta una pieza clásica del siglo XVIII, “La ópera del mendigo” de John Gay. El guión pertenece a Leo Lania, Ladislao Vajda y Bela Balazs, este último realizador, guionista y teórico húngaro, autor de obras teóricas tan estimadas como “El film”. Los decorados pertenecen a Andrei Andreiev, responsable también de la escenografía de “La caja de Pandora” y “Don Quijote”. La iluminación pertenece a Fritz Arno Wagner, fotógrafo de “Sombras”, “El ángel azul” y “Cuatro de infantería”.
Con esta película Pabst da rienda suelta a su particular manera de entender el cine, así como a los ambientes que le fascinaron desde sus inicios en el cinematógrafo. La miseria de la condición humana, así como su obsesión por los universos marginales y excesivos (que ya había escenificado en sus magistrales “Bajo la máscara del placer” y “La caja de Pandora” y que, en parte, influirían en el estilo de Josef Von Sternberg durante los años treinta) se ven nítidamente reflejados en el film, tanto en los exteriores nocturnos y solitarios como en el dinamismo de las secuencias del prostíbulo o la boda, donde la movilidad de los actores condiciona la puesta en escena concebida por el cineasta. La cámara de Pabst no marca la coreografía de los movimientos sino, más bien, parece que estos actúen de manera completamente espontánea y que es la cámara la que rectifica a fin de poder seguir unas evoluciones no sujetas a marcas o ensayos. El film exhala una admirable sensación de frescura y naturalidad cuando, por el contrario, la dirección es extremadamente minuciosa y nada se deja al azar.
Una película de escenografía, ambientes, rostros y canciones increíbles. De imágenes que se te graban en la retina. La boda en un almacén abandonado, la novia cantando una canción picante ante una banda de maleantes, el bar donde se conocen los novios, las calles en penumbra, el músico ambulante que hace de narrador, la casa de putas, el local donde el padre de la novia organiza y explota a los más pobres entre los pobres, los vagabundos y mendigos de la ciudad…, no hay respiro.
Uno de los clásicos de la historia del cine, y que ha sobrevivido, casi milagrosamente, a grandes adversidades como la persecución y destrucción de negativos de los nazis, que no lograron acabar con esta obra, recuperada y restaurada gracias a las copias supervivientes.
Fuente: Filmaffinity
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