Eduardo Galeano: CON LUIGI NONO
LA MÚSICA ES UN GATILLO
"Estamos terriblemente arrepentidos. Hemos hablado más de dos horas sobre el trombón y no hemos mencionado el aspecto fascista del trombón. Nosotros sabemos que el trombón es el más dominante de los instrumentos”. Los suecos Jan Bark y Folke Rabe tienen sentido del humor. Los músicos se han reunido durante un par de semanas en el campamento de Cerro del Toro, en Piriápolis, y aunque han estado trabajando diez horas por día no les ha faltado tiempo para reírse. Son músicos de todas partes, músicos jóvenes de Europa y de América Latina, de Argentina, Brasil, Perú, Uruguay, Venezuela. El Seminario de Música Contemporánea organizado por la Sociedad Uruguaya de Música Contemporánea, ha comprendido seminarios, talleres, charlas, mesas redondas, conciertos con debates. Profesores y alumnos, en una fraternal comunidad de trabajo sin jerarquías formales ni formalidades académicas, han discutido las perspectivas de la música en América Latina, las nuevas técnicas instrumentales, los secretos de la composición, el colonialismo cultural, el sonido, la interpretación, la improvisación, la función social de la música. Han discutido de todo, todo el tiempo.
Música de agitación
Entre los invitados está Luigi Nono. Es uno de los compositores más importantes del mundo contemporáneo, pero da la impresión de no haberse enterado: hombre sencillo y buen escuchador de las opiniones ajenas, apacible, respetuoso, nada tiene en común con los “próceres” de la cultura que se leen en voz alta cartas de amor a sí mismos. Pero Luigi es capaz de armar unos líos tremendos. En 1967 llegó a Lima y vio en las paredes un afiche de la Orquesta Sinfónica de Lima. El afiche anunciaba un concierto en homenaje a la guardia civil. Entonces,Luigi dedicó sus conferencias, en la Universidad de San Marcos, a los guerrilleros asesinados por la guardia civil y a todos los militantes que estaban en la cárcel. “Ellos representan la verdadera cultura nueva”, explicó, y le prohibieron las charlas, lo detuvieron y lo expulsaron del país. “La lucha misma, la lucha revolucionaria, es el momento más alto de la cultura”, me dice ahora. La radio italiana, con cuyos instrumentos electrónicos Luigi compone sus obras, acaba de advertirle: “Usted ofende a Estados Unidos y nos está comprometiendo”. En su última obra, “Contrappunto dialettico alla mente”, había incluido un manifiesto de Haarlem: “El Tío Sam te ama, negro. Participas del ejército reaccionario mejor pagado del mundo. Vas a morir en Vietnam [...].” La dirección de la radio le aconsejó que suprimiera el texto; Luigi no hizo caso. En Alemania Occidental los críticos lo niegan porque, dicen, él hace más agitación política que música. En las jornadas de música contemporánea que se organizan en Francia, Luigi Nono está excluido; los organizadores lo acusan de transformar los conciertos en mitines. “Me acusan de eso y tienen razón. Es la verdad.” En Praga, hace cuatro años, le rechazaron “A floresta é jovem e cheia de vida”, porque la obra estaba dedicada a los guerrilleros de Vietnam y la guerra de Vietnam iba a terminar, decían, en pocos meses. Música perecedera... En Alemania Democrática, unos dicen que Luigi hace música burguesa, para consumo de élites, y otros dicen que Luigi es un revolucionario extremista. Luigi Nono hace música de vanguardia. Utiliza técnicas electroacústicas y también instrumentales tradicionales. Cuando los instrumentos no le alcanzan, inventa otros. Y utiliza, sobre todo, la voz humana. Uno escucha sus obras y escucha el alarido del mundo. La voz humana, modulada por los magnetófonos, crece, se descompone, es filtrada o aplastada o rota por los ruidos de una fábrica o por el estrépito de la jungla en guerra: la voz humana sobrevive. La voz. No hay mejor materia prima. “Tiene mejores posibilidades acústicas que los instrumentos”, me dice.
EG: La “Floresta” requiere dos grabadores de cuatro pistas, doce altoparlantes, cuatro micrófonos. ¿No es demasiado complicada, tu música, para ejecutarla en cualquier parte?
LN: Es que los elementos técnicos te dan los dos mundos que pelean en Vietnam, la escalada y la resistencia, una suena a espaldas de los espectadores y la otra delante. Claro que se hace difícil disponer de todo este material. La obra se puede hacer en una sala normal o en un campo abierto o una plaza. Se podría ejecutar en la gran Plaza de Bolonia, por ejemplo. Pero la radio no nos da los instrumentos.
EG: ¿Y entonces?
LN: La hacemos igual, pero reduciendo todo. Cada representación es un trabajo de equipo. Todos los que participan empiezan por interpretar y discutir, políticamente, la pieza. Mis obras se dan en las universidades, en los círculos obreros, en todas partes. No son conciertos para que los críticos oigan, el público aplauda y luego todos se vayan para sus casas. Es una música para provocar discusiones políticas.
EG: La música como gatillo.
LN: Exacto. Discusiones sobre la nueva situación política en Italia o la lucha en Vietnam o de América Latina y las nuevas expresiones de la música.
Un punto de partida
Hace poco, en Toscana, treinta noches de conciertos de Luigi Nono, fueron treinta noches seguidas de debates. En ciudades y pueblos y aldeas, noche a noche, a la ejecución de una obra seguía la discusión política, a cargo, según el caso, de campesinos o estudiantes, mineros o trabajadores de fábricas.
EG: Entre los obreros, ¿no hay resistencia ante tu forma “rara” de expresión musical? ¿No la rechazan ellos como un producto ultrarrefinado?
LN: Los obreros italianos rechazan la cultura del poder. Aman a Verdi, pero comprenden que también Verdi puede ser utilizado para la dominación cultural. Y no es verdad que los obreros se sientan atraídos por los productos comerciales, al estilo Festival de San Remo. En Italia, la clase obrera tiene un alto nivel de politización. Sobre todo los obreros jóvenes, que trabajan en fábricas modernas, muy automatizadas, en contacto con la nueva tecnología. Los obreros jóvenes tienen más desarrollada la capacidad de comprensión musical que los obreros de las viejas plantas medio artesanales. Al principio, es cierto, escuchan una obra mía y la rechazan. Y bien. Este el punto de partida. Que expliquen esa resistencia. ¿Por qué? Porque la música no sirve. Porque no la entiendo. Porque no se he estudiado. Y ahí empieza el análisis y la discusión. Pero te aseguro que los obreros no aceptan lo que les impone el interés de la clase dominante; rechazan el bombardeo de una concepción de la cultura que va contra ellos.
EG: Se les propone, entonces, una música para pensar, no un producto para digerir.
LN: Sin paternalismo, claro. Son siempre cosas en elaboración; la discusión forma parte de la obra que, por lo tanto, no está nunca concluida. Los obreros piden explicaciones técnicas. Cómo se hace eso. Qué función tiene eso en nuestras vidas; para qué nos sirve. Es la primera etapa de la discusión.
EG: Pero la música es la más abstracta de las artes.
LN: La más reaccionaria. Se brinda música para el consumo estético puro, no como un momento de conocimiento de la historia y de la realidad. La música es también la más atrasada de las artes en el mundo contemporáneo, a pesar de la revolución formal. La mayoría de los compositores de la música nueva postulan lo nuevo por lo nuevo, no lo nuevo como un reflejo de lo nuevo en la sociedad. Stockhausen cree que él es el médium entre el momento universal y la masa. Trasmite a la masa una conciencia del artista...
EG: Que le revela la verdad...
LN: ... y que la masa debe aceptar. Es una concepción autoritaria del arte.
La capacidad creadora de los trabajadores
Años atrás, para crear “La fabbrica illuminata”, Luigi Nono compartió por unos días las condiciones de vida y de trabajo de los obreros de la Italsider de Génova, donde se hace el acero para los barcos, y recogió allí los sonidos y los ritmos que hicieron posible la obra. Recientemente, Luigi Nono recorrió la Emilia, la “zona roja” de Italia, junto con los cantantes de protesta. Fueron a la búsqueda de testimonios y experiencias, “a los lugares donde el pueblo hace su música y sus canciones, dirigido por nadie”.
LN: Lo que distingue a la música es la función social, no las categorías tradicionales. Yo no creo en esa división de música culta, música popular, canciones de protesta. No. Todos hicimos un trabajo conjunto. Se trata de hacer posible el potenciamiento de la creatividad que está en las bases obreras. Giovanna Marini alimentó sus canciones con testimonios de gran fuerza inventiva. Traje un disco de ella al Uruguay para dárselo a Viglietti.
EG: La fecundidad de los trabajadores, fuente de la nueva historia, fuente de la nueva cultura. Luigi Nono se extiende:
LN: Este es un momento de gran creatividad para la clase obrera italiana. Por ejemplo, se ha recuperado el concepto de Gramsci sobre la hegemonía obrera, y han nacido consejos de fábricas que rechazan la delegación burocrática del poder, en la Fiat de Turín, en Pirelli, Alfa Romeo y Auto Bianchi de Milán. Es la asimilación italiana del concepto del sóviet; una reacción de la base ante la debilidad organizativa del aparato sindical. Y entonces han nacido canciones; los obreros cantan este proceso.
Y concluye:
LN: En el seminario, también he hablado de todo esto. Y como europeo, he hablado contra el eurocentrismo. Los músicos latinoamericanos han tomado conciencia de que deben recuperar sus propias raíces culturales y reconocer su propia historia. Pero la creación de una cultura propia implica la participación en el proceso de la liberación. He hablado de todo esto, y algunos músicos se han enojado. “Nosotros queremos un curso de música”, han dicho. “Esto es política”. Y yo les he preguntado: “¿Se puede hacer música, hoy día, sin una concepción política clara?”
En: Marcha, Montevideo, 24 de diciembre 1971
Fuente: www.latinoamerica-musica.net