"¡EL LUNES 28 DE ENERO COMIENZA LA HUELGA GENERAL!"*
¡Trabajadoras! ¡Trabajadores!
¡A la huelga general! ¡A la lucha! El proletariado austro-húngaro acaba de hablar con voz alta y clara. Durante cinco días se ha paralizado el trabajo en todas las empresas de Viena, Budapest, etc., en todo el imperio. En Viena los trabajadores han parado a los tranvías, también parcialmente la circulación de trenes, no se publica ningún periódico. En muchos lugares se alza la población y desafía al poder del gobierno. ¡En Praga y Budapest se ha proclamado la república! En Viena los obreros ocupan los puentes para impedir la entrada de la policía en los barrios obreros.
Ante el temor a la revolución inminente, el gobierno central se vio obligado a reconocer y negociar con el consejo obrero vienés, elegido según el modelo de la revolución rusa. Se apresuró a hacer concesiones para contener al movimiento, y, por supuesto, los socialistas gubernamentales y los dirigentes sindicales le prestaron voluntariamente todo su apoyo.
La supresión de la militarización de las empresas y la derogación de la ley de trabajo obligatorio, la satisfacción de las reivindicaciones obreras, el sufragio universal para mujeres y hombres, el compromiso en las negociaciones de paz con Rusia al rechazo de cualquier anexión —de momento, estas son las reivindicaciones. El significado histórico de la insurrección obrera en Austria-Hungría no se sitúa en esas reivindicaciones, sino en la cuestión del levantamiento mismo. El movimiento está, por cierto, a medio camino, pero este es el primer paso al que seguirán otros. La ayuda de los obreros alemanes, nuestra huelga general, será la llama de la revolución que provoque una nuevo y poderosísimo incendio en la Doble Monarquía.
¡Trabajadoras y trabajadores! ¡Lo que nuestros hermanos austro-húngaros han comenzado, nosotros debemos completarlo!
¡La decisión sobre la cuestión de la paz recae en el proletariado alemán!
Nuestra huelga general no debe ser una «protesta» impotente o una huelga vacía de contenidos y limitada desde el principio a un cierto período de tiempo, sino una lucha por el poder. Lucharemos hasta que nuestras reivindicaciones mínimas sean pronto realidad: derogación del estado de sitio, la censura, todas las limitaciones a los derechos de asociación, huelga, y asamblea, liberación de todos los presos políticos —estas son para nosotros las condiciones imprescindibles para desarrollar nuestra lucha y desplegar la república popular en Alemania y una paz general inmediata.
Cada paz por separado conduce no sólo a la prolongación y agudización de la masacre. Es necesario a cualquier precio transformar la paz por separado en una paz general. Este es nuestro objetivo.
¡Trabajador! Antes de abandonar la fábrica, debemos constituir una representación libremente elegida, según el modelo ruso y austro-húngaro austriaco con la tarea de dirigir ésta y otras luchas. Cada fábrica elige un delegado cada mil trabajadores; las empresas con menos de mil trabajadores eligen sólo un delegado. Los delegados de fábrica deben reunirse inmediatamente en cada sitio y constituirse como consejo obrero. Además, en cada fábrica debe elegirse un comité ejecutivo. Debe asegurarse que bajo ninguna circunstancia sean electos como delegados los dirigentes sindicales, los socialistas gubernamentales, ni ningún otro por el estilo. ¡Fuera estos personajes de las asambleas obreras! ¡Esos cómplices y agentes voluntarios del gobierno, esos enemigos mortales de las huelgas generales no tienen nada que hacer con los obreros en lucha! Durante las huelgas generales en abril del año pasado fueron los Cohen, los Severing, los Körsten, los Scheidemänn y su prensa quienes pérfidamente decapitaron al movimiento huelguista, mientras se aprovechaban de la falta de claridad de las masas conduciendo la lucha hacia una salida falsa. No nos dejemos seducir por las declaraciones vacías sobre la paz y la máscara de pretendida simpatía hacia nosotros, la que estos judas ahora quieren utilizar después de los acontecimientos austríacos. ¡La amenaza para el movimiento de esos lobos con piel de cordero es mucho peor que el de la policía real prusiana y de las restantes policías!
¡Y ahora trabajadores y trabajadoras, a la lucha! ¡Tenemos un arma poderosa, nuestra solidaridad de clase! ¡Utilicemos esa arma! ¡Uno para todos, todos para uno! ¡De este modo somos inmunes a todas las amenazas, sanciones y persecuciones de los tiranos!
Después de la huelga de abril del año pasado, un siervo brutal de la dictadura del sable, el general Gröner, insultó a cada trabajador en huelga tratándolo como canalla. ¡Mostremos al mundo que los «canallas» de Alemania todavía tiene algo que decir!
¡Despierta obrero!¡Y conoce tu poder!
Todos los engranajes quedan quietos si tu fuerte brazo lo quiere.
¡Abajo la guerra! ¡Abajo el gobierno! Viva la huelga general.
Grupo Espartaco
*«Am Montag, den 28. Januar beginnt der Massenstreik!». Traducción de Alejandro Andreassi. Fuente: Ernst Meyer, Spartakus im Kriege die illegalen Flugblätter des Spartakusbundes im Kriege, Berlin, Vereinig. Internat. Verl.-Anst., 1927, 183-85. Aunque el documento original aparece sin firma, Meyer lo considera un documento espartaquista y la autoría queda claramente atribuida al Spartakusgruppe, en la siguiente colección documental de historia del movimiento obrero alemán: VV.AA., Geschichte der deutschen Arbeiter Bewegung. Von 1917 bis 1923, Band 3, Institut für Marxismus-Leninismus beim Zentralkomiyee der SED, Berlin, Dietz Verlag, 1966, 449-451 (N. del T.)
Fuente: Nuestra Historia, nº 8