La 1ª Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en Madrid entre octubre de 1951 y febrero de 1952, fue un certamen organizado por el Instituto de Cultura Hispánica en el contexto de la España franquista de los años cincuenta.
Picasso se opuso a su celebración encabezando un manifiesto contra el certamen impulsado por el régimen del general Franco y proponiendo la celebración de una contrabienal en París.
El documento fue originalmente publicado en el diario El Nacional, de Caracas, el 6 de septiembre de 1951. Se reproduce aquí la versión íntegra que dio a conocer el 1 de noviembre de 1951, la revista Correo Literario, de Madrid, que añadió unos irónicos comentarios finales.
“Este es el manifiesto de Picasso. Propone una contrabienal... en París”
El Gobierno franquista, sin duda deseoso de ganar formalmente el prestigio que fundamentalmente pierde cada día, dentro y fuera de España, ha decidido iniciar el 12 de octubre de este año una Exposición Bienal de Arte. Por medio de “el Instituto de Cultura Hispánica ..., y para asociarse con el mayor esplendor posible a los solemnes actos conmemorativos del centenario de los Reyes Católicos y de Colón ..., crea la Exposición Hispanoamericana de Arte”.
La elección de la fecha —el llamado Día de la Raza— y el motivo invocado de rendir homenaje a la memoria de los Reyes Católicos y de Colón da pretexto al dicho Instituto para invitar a todos los artistas de habla española más a los de Brasil, Estados Unidos y Portugal, a los cuales “considera invitados de honor, con los mismos derechos de los demás participantes”.
Teniendo en cuenta la situación del régimen franquista, el propósito de tal “actividad” del Instituto de Cultura Hispánica parece evidente; por una parte, y para contrapesar “idealmente” la espantosa miseria que en la actualidad sufre el pueblo español, intentar oponer a tal realidad de miseria la fanfarronada “imperial”. De otra parte, una intención, también evidente, de “atraer” a los artistas de habla española y de darse pretexto para acercarse “culturalmente” a los Estados Unidos.
Convencidos de ello, creemos que la tradición española, y con más razón el conjunto de tradiciones hispanoamericanas, no pueden ser invocadas por quienes niegan el sentido mismo de la tradición al querer que ésta no sea tal —tradición, pasado— y sí, en cambio, que sea no sólo presente, sino amplia, para que, con vuelo de grandeza pasada, envuelva la tristísima y verdadera actualidad que padece el pueblo español.
Por eso, sensibles al verdadero sentido de la tradición española, al sentido popular de la tradición, que alcanza su plena significación y universalidad con el descubrimiento de América, creemos que tal celebración, para ser adecuada, ha de ser iniciativa de los españoles que de veras se sienten unidos, en el presente y para el futuro (no sólo con el pasado), al destino del pueblo español y de los pueblos americanos, el cual no puede ser sino un destino de libertad fraternal.
Por tal motivo, no sólo consideramos como un deber el manifestar nuestra oposición a tal escarnio como supone “celebrar” las pasadas glorias españolas en un momento en que toda España muere de hambre, sino que también queremos subrayar afirmativamente la honda significación que tiene para nosotros el momento histórico aludido.
Para intentar dar realidad a ambos propósitos nos dirigimos a vosotros. Sin suponer que hayamos acertado en todo, abiertos a toda sugerencia, tras algún cambio de impresiones, los artistas y escritores españoles reunidos en París hemos creído necesario, en tanto que artistas y escritores exclusivamente, fijar nuestra actitud frente a tal Exposición y a los no declarados propósitos que encierra.
En consecuencia nos hemos impuesto una doble tarea, que en líneas generales podríamos resumir diciendo que intentamos manifestar de algún modo nuestra oposición al proyecto del Instituto de Cultura Hispánica. Lo cual, en la práctica, supone, en primer término, advertir a los artistas de los diferentes países de América acerca del verdadero contenido de tal invitación, el cual no es otro que el de una invitación a colaborar con el franquismo. En un día, tal vez no lejano, España, con su verdadera faz —no con el antifaz tradicionalista—, se enorgullecerá al recibir a dichos artistas.
Pero hoy, cuando el pueblo español manifiesta espléndida y enérgicamente su total oposición al régimen franquista, ninguna consideración puede anular esta realidad: acudir a España, aceptar tal invitación oficial es asumir la responsabilidad moral de colaborar con un régimen que la opinión mundial ha condenado y condena. Nadie puede ignorarlo. Ningún motivo de orden personal puede prevalecer ante tal realidad. Mas como no queremos limitar nuestro propósito a sólo una actividad negativa, creemos que importa mucho que haya una iniciativa española, precisamente española, que se proponga subrayar la hondísima significación que para España y América principalmente tiene la fecha del 12 de octubre.
Con tal criterio nos proponemos y os proponemos emprender en común una celebración de tal fecha; celebración que para evitar imposibilidades de cualquier orden, tanto en Francia como en los diferentes países de América, habría de tener una significación estrictamente artística, y cuya estructuración, en principio, podría ser la siguiente:
Celebrar en París una exposición de artes plásticas de carácter hispanoamericano exclusivamente, en la que podrían participar el grupo de pintores y escultores residentes en París, más los artistas americanos que se encuentren en esta capital.
Celebrar exposiciones análogas en algunas de las capitales de América (Buenos Aires, Méjico, Río de Janeiro, por ejemplo), contando con los artistas de los países respectivos a dichas capitales, más los españoles refugiados en los mismos.
Tanto en París como en los diversos países americanos subrayar, mediante otras manifestaciones artísticas (conciertos, lecturas, exposiciones del libro, etcétera), la intención afirmativa de las mismas.
Invitar a los artistas americanos a enviar sus obras a alguna de las diversas exposiciones que podríamos llamar centrales; y cuando por diferentes razones, en alguno de dichos países no fuera posible organizar tal envío, realizar exposiciones locales, pero de acuerdo y simultáneas con aquéllas que hemos llamado centrales.
Finalmente, para la realización de tales proyectos creemos que importa: subrayar el carácter español y libre de la iniciativa; recabar la colaboración de personalidades, tanto españolas como americanas, de autoridad moral, no sólo capaz de jerarquizar nuestro propósito, sino también de canalizar la oposición de otros artistas y escritores americanos.
Firman: Picasso; y por el Comité Organizador: Baltasar Lobo, Arturo Serrano Plaja y Antonio Aparicio.
He aquí el famoso manifiesto que iba a pulverizar la Bienal.Como sus autores y firmantes se han quejado, según parece, de la escasa difusión que ha logrado por sus propios medios, nosotros nos prestamos muy gustosamente a publicar sin quitar ni poner como —aunque bien lo necesita el pobre—, y sin añadir por nuestra parte palabra alguna. Cuando se escribe así, las propias palabras dictan su justo comentario. Lean, pues, y comenten. Pero bajito, por favor. No se indignen. La cosa no merece la pena.
Fuente del texto: Campo Cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939 - 1953
Fuente de las imágenes: Museo Nacional de Arte de Catalunya
Picasso se opuso a su celebración encabezando un manifiesto contra el certamen impulsado por el régimen del general Franco y proponiendo la celebración de una contrabienal en París.
El documento fue originalmente publicado en el diario El Nacional, de Caracas, el 6 de septiembre de 1951. Se reproduce aquí la versión íntegra que dio a conocer el 1 de noviembre de 1951, la revista Correo Literario, de Madrid, que añadió unos irónicos comentarios finales.
“Este es el manifiesto de Picasso. Propone una contrabienal... en París”
El Gobierno franquista, sin duda deseoso de ganar formalmente el prestigio que fundamentalmente pierde cada día, dentro y fuera de España, ha decidido iniciar el 12 de octubre de este año una Exposición Bienal de Arte. Por medio de “el Instituto de Cultura Hispánica ..., y para asociarse con el mayor esplendor posible a los solemnes actos conmemorativos del centenario de los Reyes Católicos y de Colón ..., crea la Exposición Hispanoamericana de Arte”.
La elección de la fecha —el llamado Día de la Raza— y el motivo invocado de rendir homenaje a la memoria de los Reyes Católicos y de Colón da pretexto al dicho Instituto para invitar a todos los artistas de habla española más a los de Brasil, Estados Unidos y Portugal, a los cuales “considera invitados de honor, con los mismos derechos de los demás participantes”.
Teniendo en cuenta la situación del régimen franquista, el propósito de tal “actividad” del Instituto de Cultura Hispánica parece evidente; por una parte, y para contrapesar “idealmente” la espantosa miseria que en la actualidad sufre el pueblo español, intentar oponer a tal realidad de miseria la fanfarronada “imperial”. De otra parte, una intención, también evidente, de “atraer” a los artistas de habla española y de darse pretexto para acercarse “culturalmente” a los Estados Unidos.
Convencidos de ello, creemos que la tradición española, y con más razón el conjunto de tradiciones hispanoamericanas, no pueden ser invocadas por quienes niegan el sentido mismo de la tradición al querer que ésta no sea tal —tradición, pasado— y sí, en cambio, que sea no sólo presente, sino amplia, para que, con vuelo de grandeza pasada, envuelva la tristísima y verdadera actualidad que padece el pueblo español.
Por eso, sensibles al verdadero sentido de la tradición española, al sentido popular de la tradición, que alcanza su plena significación y universalidad con el descubrimiento de América, creemos que tal celebración, para ser adecuada, ha de ser iniciativa de los españoles que de veras se sienten unidos, en el presente y para el futuro (no sólo con el pasado), al destino del pueblo español y de los pueblos americanos, el cual no puede ser sino un destino de libertad fraternal.
Por tal motivo, no sólo consideramos como un deber el manifestar nuestra oposición a tal escarnio como supone “celebrar” las pasadas glorias españolas en un momento en que toda España muere de hambre, sino que también queremos subrayar afirmativamente la honda significación que tiene para nosotros el momento histórico aludido.
Para intentar dar realidad a ambos propósitos nos dirigimos a vosotros. Sin suponer que hayamos acertado en todo, abiertos a toda sugerencia, tras algún cambio de impresiones, los artistas y escritores españoles reunidos en París hemos creído necesario, en tanto que artistas y escritores exclusivamente, fijar nuestra actitud frente a tal Exposición y a los no declarados propósitos que encierra.
En consecuencia nos hemos impuesto una doble tarea, que en líneas generales podríamos resumir diciendo que intentamos manifestar de algún modo nuestra oposición al proyecto del Instituto de Cultura Hispánica. Lo cual, en la práctica, supone, en primer término, advertir a los artistas de los diferentes países de América acerca del verdadero contenido de tal invitación, el cual no es otro que el de una invitación a colaborar con el franquismo. En un día, tal vez no lejano, España, con su verdadera faz —no con el antifaz tradicionalista—, se enorgullecerá al recibir a dichos artistas.
Pero hoy, cuando el pueblo español manifiesta espléndida y enérgicamente su total oposición al régimen franquista, ninguna consideración puede anular esta realidad: acudir a España, aceptar tal invitación oficial es asumir la responsabilidad moral de colaborar con un régimen que la opinión mundial ha condenado y condena. Nadie puede ignorarlo. Ningún motivo de orden personal puede prevalecer ante tal realidad. Mas como no queremos limitar nuestro propósito a sólo una actividad negativa, creemos que importa mucho que haya una iniciativa española, precisamente española, que se proponga subrayar la hondísima significación que para España y América principalmente tiene la fecha del 12 de octubre.
Con tal criterio nos proponemos y os proponemos emprender en común una celebración de tal fecha; celebración que para evitar imposibilidades de cualquier orden, tanto en Francia como en los diferentes países de América, habría de tener una significación estrictamente artística, y cuya estructuración, en principio, podría ser la siguiente:
Celebrar en París una exposición de artes plásticas de carácter hispanoamericano exclusivamente, en la que podrían participar el grupo de pintores y escultores residentes en París, más los artistas americanos que se encuentren en esta capital.
Celebrar exposiciones análogas en algunas de las capitales de América (Buenos Aires, Méjico, Río de Janeiro, por ejemplo), contando con los artistas de los países respectivos a dichas capitales, más los españoles refugiados en los mismos.
Tanto en París como en los diversos países americanos subrayar, mediante otras manifestaciones artísticas (conciertos, lecturas, exposiciones del libro, etcétera), la intención afirmativa de las mismas.
Invitar a los artistas americanos a enviar sus obras a alguna de las diversas exposiciones que podríamos llamar centrales; y cuando por diferentes razones, en alguno de dichos países no fuera posible organizar tal envío, realizar exposiciones locales, pero de acuerdo y simultáneas con aquéllas que hemos llamado centrales.
Finalmente, para la realización de tales proyectos creemos que importa: subrayar el carácter español y libre de la iniciativa; recabar la colaboración de personalidades, tanto españolas como americanas, de autoridad moral, no sólo capaz de jerarquizar nuestro propósito, sino también de canalizar la oposición de otros artistas y escritores americanos.
Firman: Picasso; y por el Comité Organizador: Baltasar Lobo, Arturo Serrano Plaja y Antonio Aparicio.
He aquí el famoso manifiesto que iba a pulverizar la Bienal.Como sus autores y firmantes se han quejado, según parece, de la escasa difusión que ha logrado por sus propios medios, nosotros nos prestamos muy gustosamente a publicar sin quitar ni poner como —aunque bien lo necesita el pobre—, y sin añadir por nuestra parte palabra alguna. Cuando se escribe así, las propias palabras dictan su justo comentario. Lean, pues, y comenten. Pero bajito, por favor. No se indignen. La cosa no merece la pena.
Fuente del texto: Campo Cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939 - 1953
Fuente de las imágenes: Museo Nacional de Arte de Catalunya