Pier Paolo Pasolini, José Agustín Goytisolo y Salvador Clotas recorren el cementerio de Montjuïc, sobre las barracas de Can Tunis
En 1965 tuvo lugar un encuentro entre Pier Paolo Pasolini y José Agustín Goytisolo en Barcelona. Visitaron Can Tunis, La Barceloneta y el Barrio Chino, de manera simétrica a los paseos que dos años antes dieron en Roma por las calles cercanas a Termini y por borguettos y arrabales de inmigrantes del sur. En su visita romana, Goytisolo también fue llevado por Pasolini al cementerio Campo Verano, y en Barcelona el primero correspondió al segundo con una visita a los cementerios de Poble Nou y Montjuïc. En este último, Pasolini se detuvo ante las tumbas de Durruti y otros anarquistas, depositando flores frescas.
A continuación, y a propósito de la tardía exhumación de los restos del dictador, se reproduce en traducción propia la evocación de Pasolini de su visita a Montjuïc en el poema «Trattative con Franco» (Appendici a Poesia in forma di rosa, en P. P. Pasolini, Tutte le poesie, Mondadori, tomo I, 20153, pp. 1419-1420).
A. Giménez Merino
NEGOCIACIONES CON FRANCO
¿Qué hay en el sol
que cubre el cementerio
de Barcelona?
Nada, pero entre el andaluz,
entre el andaluz y el sol,
sí hay un vínculo antiguo.
Su alma se separó de él
y vino a instalarse
bajo el Cementerio de Barcelona.
¡Un alma puede hacerse castellana
y un cuerpo permanecer andaluz
bajo el mismo sol!
Se dice que almas africanas
han llegado a convertirse en blancas,
y no por voluntad del Señor.
(Cuando a ningún señor de Barcelona
marchado a Andalucía
se le ha vuelto negra el alma.)
Antes de hacerse castellana
el alma debe aprender el catalán
dentro de un cuerpo andaluz.
Dichoso pues quien aprende el valón,
porque su cuerpo está en el sol,
en el gran sol del mundo.
Pero aquí se pasa de un sol a otro,
y entre el catalán y el andaluz
solo está el ojo del castellano.
Sí, entre el andaluz y el francés
está el sol de los soles,
no el sol de un cementerio.
Cuando él habla castellano,
mientras aprende el catalán,
da el alma a cambio de unas pocas pesetas.
No a cambio de la razón,
como el árabe o el negro
bajo el sol de Lille o Pigalle.
Una barraca a cambio de un alma,
un montón de tugurios a cambio de un montón de almas,
una lumbre prendida bajo el sol.
¡Sol de Cataluña!
¡Lumbre de Andalucía!
¡Garrote de Castilla!
Tierra de España,
¿a qué esperas bajo el sol
que no es nada más que sol?
Un viaje de mil horas
para encontrar un cementerio
y un puñado de barracas.
Es necesario venir a España
para ver el silencio
de un hombre que no es un hombre.
Fuente: Mientras Tanto
En 1965 tuvo lugar un encuentro entre Pier Paolo Pasolini y José Agustín Goytisolo en Barcelona. Visitaron Can Tunis, La Barceloneta y el Barrio Chino, de manera simétrica a los paseos que dos años antes dieron en Roma por las calles cercanas a Termini y por borguettos y arrabales de inmigrantes del sur. En su visita romana, Goytisolo también fue llevado por Pasolini al cementerio Campo Verano, y en Barcelona el primero correspondió al segundo con una visita a los cementerios de Poble Nou y Montjuïc. En este último, Pasolini se detuvo ante las tumbas de Durruti y otros anarquistas, depositando flores frescas.
A continuación, y a propósito de la tardía exhumación de los restos del dictador, se reproduce en traducción propia la evocación de Pasolini de su visita a Montjuïc en el poema «Trattative con Franco» (Appendici a Poesia in forma di rosa, en P. P. Pasolini, Tutte le poesie, Mondadori, tomo I, 20153, pp. 1419-1420).
A. Giménez Merino
NEGOCIACIONES CON FRANCO
¿Qué hay en el sol
que cubre el cementerio
de Barcelona?
Nada, pero entre el andaluz,
entre el andaluz y el sol,
sí hay un vínculo antiguo.
Su alma se separó de él
y vino a instalarse
bajo el Cementerio de Barcelona.
¡Un alma puede hacerse castellana
y un cuerpo permanecer andaluz
bajo el mismo sol!
Se dice que almas africanas
han llegado a convertirse en blancas,
y no por voluntad del Señor.
(Cuando a ningún señor de Barcelona
marchado a Andalucía
se le ha vuelto negra el alma.)
Antes de hacerse castellana
el alma debe aprender el catalán
dentro de un cuerpo andaluz.
Dichoso pues quien aprende el valón,
porque su cuerpo está en el sol,
en el gran sol del mundo.
Pero aquí se pasa de un sol a otro,
y entre el catalán y el andaluz
solo está el ojo del castellano.
Sí, entre el andaluz y el francés
está el sol de los soles,
no el sol de un cementerio.
Cuando él habla castellano,
mientras aprende el catalán,
da el alma a cambio de unas pocas pesetas.
No a cambio de la razón,
como el árabe o el negro
bajo el sol de Lille o Pigalle.
Una barraca a cambio de un alma,
un montón de tugurios a cambio de un montón de almas,
una lumbre prendida bajo el sol.
¡Sol de Cataluña!
¡Lumbre de Andalucía!
¡Garrote de Castilla!
Tierra de España,
¿a qué esperas bajo el sol
que no es nada más que sol?
Un viaje de mil horas
para encontrar un cementerio
y un puñado de barracas.
Es necesario venir a España
para ver el silencio
de un hombre que no es un hombre.
Fuente: Mientras Tanto