Huelga en Saint-Ouen
Paul Louis Delance
Oleo sobre tela
1908
127 x 191 cm
Museo de Orsay, París
Ciudad ubicada en los suburbios industriales del norte de París, Saint-Ouen cuenta a principios del siglo XX con numerosos talleres metalúrgicos y empresas de diversos sectores (fábricas, imprenta, fabricación de automóviles ...). Allí, el movimiento social ya estaba arraigado anteriormente y se basa en la tradición de la artesanía, mucho más viva que en la gran industria como en Creusot. La conciencia política incluso permitió la instalación entre 1887 y 1896 de uno de los primeros municipios socialistas revolucionarios.
En la ola de huelgas y el espectacular impulso sindical experimentado en toda Francia en los años 1904 a 1907, la población de Saint-Ouen contribuye con fuerza: en 1907 son particularmente los panaderos y el gas, y a principios de 1908, fue el turno de los trababajodores de los movimientos de tierra del metro de París. La huelga siempre está marcada por manifestaciones y reuniones, canciones revolucionarias y banderas rojas, blandidas para provocar al poder en el lugar que lo ha prohibido. Esta agitación a veces conduce a una violencia mortal: los jefes o las tropas disparan contra los manifestantes, causando muertes como en Cluses en 1904, Longwy en 1905 o Courrières en 1906.
El evento plasmado por Delance no se conoce con precisión. Sin embargo, es fácil detectar el origen de la larga procesión que surge del horizonte repleto de chimeneas de fábricas, a la derecha, mientras que, a ambos lados de la bandera central, destacan las marquesinas y los cocheros. La hipótesis es que se trata del entierro de dos trabajadores muertos durante una manifestación. Mientras los manifestantes gritan o cantan a la derecha, otros se inclinan a la izquierda, a los que iluminan los rayos del sol que atraviesan el cielo gris.
Pero el pintor relega el evento a un segundo plano y deja todo el espacio al viejo portador de la bandera y sobre todo, porque miran al espectador, la joven madre y su hijo. Esta participación de ancianos, mujeres e incluso bebés está atestiguada en todas las huelgas y protestas laborales a principios de siglo.
En los temas extremadamente diversos con los que trata, Delance favorece una representación con un alto valor simbólico. Esta obra no es la excepción. Su puesta en escena está totalmente centrada en la bandera roja: es el eje de la composición a partir de la manifestación. Su color es exaltado por el verde complementario del fondo.
Esta pintura sin duda atestigua el clima social tenso de los años 1904 a 1907, cuando destacan la violencia y las opciones radicales. Se inaugura una nueva fase de industrialización y movimiento obrero.