Sede central del Banco de Georgia (antiguo Ministerio de Construcción de Autovías), de George Chakhava, Zurab Jalaghania y Temur Tkhilava (1975). Tbilisi. Fotografía: Roberto Conte.
Georgia, a pesar de su pequeño tamaño, siempre fue un lugar con especial relevancia para la desaparecida URSS. En primer lugar, por su posición estratégica a medio camino entre Europa y Asia, y desde un punto de vista más sentimental, por ser el lugar de nacimiento de Joseph Stalin. Convertida en estado soberano en 1991, su pasado comunista ha desaparecido casi por completo como si se tratara de un mal sueño, aunque por suerte para Roberto Conte y Stefano Perego, su arquitectura soviética aún sobrevive.
Especializados en fotografía arquitectónica, estos dos italianos han capturado con su cámara un sinfín de edificios por todo el mundo, sintiendo especial fascinación por la bella decadencia de aquellos que han sido abandonados. El cemento es otra de las filias recurrentes de sus instantáneas, y en especial el uso –y abuso– que hacen de él brutalismo y constructivismo. Con semejante trayectoria, era cuestión de tiempo que sus pasos recayeran en Georgia, donde han pasado dos años realizando su último gran trabajo conjunto, una serie de fotografías que recopila el legado constructivo que la dictadura soviética dejó en el país.
Escuela de Arte (originariamente la Casa de los Pioneros). Zestafoni. Fotografía: Roberto Conte.
Frente a estas grandes construcciones, los fotógrafos italianos también han querido recuperar otro de los grandes símbolos de la URSS: los monumentos en homenaje a las víctimas de la guerra. Colocados tanto en medio de las ciudades, en el campo o incluso incrustados en las paredes de algunos edificios, estos memoriales representan a un pueblo que ostenta el poder y transmiten el mensaje de que todo es posible.
Trabajos como éste son aún capaces de sorprendernos y mostrarnos un mundo desconocido que, sin embargo, fue completamente cotidiano para casi medio mundo durante décadas.
Monumento ‘Y ellos crecerán’, de Merab Berdzenishvili (1975). Marneuli. Fotografía: Stefano Perego.