Título original: En el balcón vacío
Año: 1961
Duración: 70 min.
País: México
Dirección: Jomí García Ascot
Guión: María Luisa Elío, José Miguel García Ascot, Emilio García Riera
Fotografía: José Torres
Reparto: Nuri Pereña, María Luisa Elío, Conchita Genove, Jaime Muñoz De Baena, Belina García, Fernando Lipkau, Alicia Bergua, Martín Bergua
Sinopsis: Filmada con un presupuesto menor a los 50 mil pesos y una cámara de 16 mm, En el balcón vacío explora la Guerra Civil Española vista a través de los ojos de una niña: Gabriela, quien ya adulta y exiliada en México, recuerda los acontecimientos que la marcaron durante aquella etapa.
El film por antonomasia del exilio español, En el balcón vacío, es un proyecto que parte de los apuntes autobiográficos de María Luisa Elío, esposa del director García Ascot, en cuyo guión colabora también el crítico e historiador Emilio García Riera, todos ellos hijos de exiliados republicanos. Filmada a lo largo de cuarenta domingos de 1961 y 1962 con actores no profesionales (la mayoría, también, descendientes de exiliados) y en condiciones casi amateurs (con una cámara de 16 mm que permite tomas de un máximo de 35 segundos), la película se convertirá en un título de culto del Nuevo Cine mexicano y en el manifiesto fílmico del grupo Nuevo Cine.1
En el balcón vacío ha alcanzado la categoría de mito, y ahora es una película inexcusable (tanto desde el ámbito académico como para la cinefilia) para construir cualquier discurso sobre la pérdida, la ausencia e incluso sobre el cine español o la Guerra Civil. De hecho, es una de las películas sobre las que más se ha escrito en los últimos años.2 Es quizá la película más importante del exilio cinematográfico español por la sencilla razón de que es la primera película (y la única de ficción) que tiene el exilio como tema central y como eje vertebrador de su narrativa. Ello se debe a su origen literario (las memorias de María Luisa Elío, entonces inéditas y recogidas más tarde en el libro Tiempo de llorar) y a un cambio generacional. Mientras el cine del exilio (la mayoría del que entendemos por tal) se realizó en la década de los cuarenta, poco tiempo después del final de la Guerra Civil, y es por ello un cine de reivindicación identitaria y de denuncia del franquismo, con la esperanza de que ambos caminos llevasen a la recuperación de la patria, a la posibilidad del regreso, En el balcón vacío está realizada veintiún años después de la victoria del bando de Franco, por personas que han vivido más tiempo en su país de acogida que en España. Ese es el mayor cambio de perspectiva: frente a la seguridad del regreso del primer exilio, la duda de esta segunda generación de exiliados de adónde volver si el regreso fuese posible. Como lo explica Àngel Quintana:
En aquel momento se encontraban en plena juventud y comenzaron a pensar en la posibilidad de recuperar la memoria de sus orígenes: todos ellos querían volver al mundo paradisiaco que habían perdido de pequeños. La pérdida del paraíso gravitaba de forma traumática en su existencia.3
Pero pese a la falta de relación directa con España de los autores, En el balcón vacío es quizá la película donde la huella de España está más presente. Mientras que en las demás películas del exilio España funciona como localización, como el decorado reconstruido en un estudio, aquí se juega realmente a recrearla, ya que toda la película está filmada desde un punto de vista mental, del recuerdo, desde un punto de vista personal y autobiográfico (no sólo por su origen literario, sino también o, sobre todo, porque María Luisa Elío es la protagonista también). Aquí España no es un país sino una quimera: de ahí el punto de vista infantil, de la inocencia que nunca acaba de interpretar las cosas en su justa crudeza. Si nos atenemos a la definición de exilio como no-lugar que dio Paul Ilie en su famoso libro Literatura y exilio interior (el exilio es una condición mental más que material)4 está claro que el lugar desde el que se filma esta película es ése: el exilio. Y la dedicatoria de la película, «A los españoles muertos en el exilio», así lo demuestra. Aquí, la experiencia colectiva del exilio es vista a través de los sentimientos interiores generados desde una experiencia personal. Según Castro de Paz, la película habla del exilio:
como disparadero de relaciones inconscientes, como mecanismo asociativo para filmar recuerdos, para acudir a la búsqueda de un pasado —la infancia— paradisíaco y esencialmente irreencontrable.5
La película, construida sobre una herida, sobre una fractura, sobre el fuerte contraste entre la inocencia y el dolor, entre la belleza plástica y la imagen dura, desde la reconstrucción de un pasado que desde el presente se muestra como imposible de ser recuperado («había conocido la nostalgia, y ahora conocí el exilio», enuncia la frase que separa los dos tiempos de la película), entronca con el dolor y el vacío del exilio: el haber sido definitivamente arrebatados del pasado y de la tierra. «En el balcón vacío es la película de la niñez perdida y de la melancolía»; así la define José María Conget.6 Para nosotros es la película de la pérdida que nunca se podrá cuantificar, por mucho que se haga el inventario de las cosas perdidas. Las palabras finales de la película así lo certifican:
Por eso sé que regresar es irse, irme, irme de una vida, casi de toda una vida, porque sé que ahora la mirada tan sólo va a servir para borrar.
(1) Sinopsis escrita por Jaime Pena en el catálogo de BAFICI (2011).
(2) Ensayistas de la valía de Juan Miguel Company, Vicente Sánchez Biosca o José Luis Castro de Paz la han estudiado y analizado, se le han dedicado sendos monográficos en las revistas Archivos de la Filmoteca (n.º 33, 1999) y Regards (n.º 10, 2006), además de numerosas ponencias en congresos académicos, e incluso un documental: Y yo entonces me llevé un tapón (Alicia Alted Vigil, María Luisa Capella, Dolores Fernández Martínez, 2012).
(3) Àngel Quintana, «El cinema i l’exili: silenci, melancolía i desencís», en Jordi Font (ed.), Reflexionant l’exili, La Jonquera, MUME, 2010.
(4) Paul Ilie, Literatura y exilio interior, Madrid, Fundamentos, 1981, p. 8.
(5) José Luis Castro de Paz, «Cine y exilio: el film como lugar de memoria», en José Luis Castro de Paz, Cine y exilio. Forma(s) de la ausencia, A Coruña, Vía Láctea Editorial, 2004, p. 40.
(6) Jose María Conget, «El cine de los exiliados, el exilio en el cine español», en María Pilar Rodríguez Pérez, Exilio y cine, Bilbao, Deusto, 2012, p. 136.
Por Luis E. Parés (Fuente: Centro Virtual Cervantes)
VER PELICULA:
Año: 1961
Duración: 70 min.
País: México
Dirección: Jomí García Ascot
Guión: María Luisa Elío, José Miguel García Ascot, Emilio García Riera
Fotografía: José Torres
Reparto: Nuri Pereña, María Luisa Elío, Conchita Genove, Jaime Muñoz De Baena, Belina García, Fernando Lipkau, Alicia Bergua, Martín Bergua
Sinopsis: Filmada con un presupuesto menor a los 50 mil pesos y una cámara de 16 mm, En el balcón vacío explora la Guerra Civil Española vista a través de los ojos de una niña: Gabriela, quien ya adulta y exiliada en México, recuerda los acontecimientos que la marcaron durante aquella etapa.
El film por antonomasia del exilio español, En el balcón vacío, es un proyecto que parte de los apuntes autobiográficos de María Luisa Elío, esposa del director García Ascot, en cuyo guión colabora también el crítico e historiador Emilio García Riera, todos ellos hijos de exiliados republicanos. Filmada a lo largo de cuarenta domingos de 1961 y 1962 con actores no profesionales (la mayoría, también, descendientes de exiliados) y en condiciones casi amateurs (con una cámara de 16 mm que permite tomas de un máximo de 35 segundos), la película se convertirá en un título de culto del Nuevo Cine mexicano y en el manifiesto fílmico del grupo Nuevo Cine.1
En el balcón vacío ha alcanzado la categoría de mito, y ahora es una película inexcusable (tanto desde el ámbito académico como para la cinefilia) para construir cualquier discurso sobre la pérdida, la ausencia e incluso sobre el cine español o la Guerra Civil. De hecho, es una de las películas sobre las que más se ha escrito en los últimos años.2 Es quizá la película más importante del exilio cinematográfico español por la sencilla razón de que es la primera película (y la única de ficción) que tiene el exilio como tema central y como eje vertebrador de su narrativa. Ello se debe a su origen literario (las memorias de María Luisa Elío, entonces inéditas y recogidas más tarde en el libro Tiempo de llorar) y a un cambio generacional. Mientras el cine del exilio (la mayoría del que entendemos por tal) se realizó en la década de los cuarenta, poco tiempo después del final de la Guerra Civil, y es por ello un cine de reivindicación identitaria y de denuncia del franquismo, con la esperanza de que ambos caminos llevasen a la recuperación de la patria, a la posibilidad del regreso, En el balcón vacío está realizada veintiún años después de la victoria del bando de Franco, por personas que han vivido más tiempo en su país de acogida que en España. Ese es el mayor cambio de perspectiva: frente a la seguridad del regreso del primer exilio, la duda de esta segunda generación de exiliados de adónde volver si el regreso fuese posible. Como lo explica Àngel Quintana:
En aquel momento se encontraban en plena juventud y comenzaron a pensar en la posibilidad de recuperar la memoria de sus orígenes: todos ellos querían volver al mundo paradisiaco que habían perdido de pequeños. La pérdida del paraíso gravitaba de forma traumática en su existencia.3
Pero pese a la falta de relación directa con España de los autores, En el balcón vacío es quizá la película donde la huella de España está más presente. Mientras que en las demás películas del exilio España funciona como localización, como el decorado reconstruido en un estudio, aquí se juega realmente a recrearla, ya que toda la película está filmada desde un punto de vista mental, del recuerdo, desde un punto de vista personal y autobiográfico (no sólo por su origen literario, sino también o, sobre todo, porque María Luisa Elío es la protagonista también). Aquí España no es un país sino una quimera: de ahí el punto de vista infantil, de la inocencia que nunca acaba de interpretar las cosas en su justa crudeza. Si nos atenemos a la definición de exilio como no-lugar que dio Paul Ilie en su famoso libro Literatura y exilio interior (el exilio es una condición mental más que material)4 está claro que el lugar desde el que se filma esta película es ése: el exilio. Y la dedicatoria de la película, «A los españoles muertos en el exilio», así lo demuestra. Aquí, la experiencia colectiva del exilio es vista a través de los sentimientos interiores generados desde una experiencia personal. Según Castro de Paz, la película habla del exilio:
como disparadero de relaciones inconscientes, como mecanismo asociativo para filmar recuerdos, para acudir a la búsqueda de un pasado —la infancia— paradisíaco y esencialmente irreencontrable.5
La película, construida sobre una herida, sobre una fractura, sobre el fuerte contraste entre la inocencia y el dolor, entre la belleza plástica y la imagen dura, desde la reconstrucción de un pasado que desde el presente se muestra como imposible de ser recuperado («había conocido la nostalgia, y ahora conocí el exilio», enuncia la frase que separa los dos tiempos de la película), entronca con el dolor y el vacío del exilio: el haber sido definitivamente arrebatados del pasado y de la tierra. «En el balcón vacío es la película de la niñez perdida y de la melancolía»; así la define José María Conget.6 Para nosotros es la película de la pérdida que nunca se podrá cuantificar, por mucho que se haga el inventario de las cosas perdidas. Las palabras finales de la película así lo certifican:
Por eso sé que regresar es irse, irme, irme de una vida, casi de toda una vida, porque sé que ahora la mirada tan sólo va a servir para borrar.
(1) Sinopsis escrita por Jaime Pena en el catálogo de BAFICI (2011).
(2) Ensayistas de la valía de Juan Miguel Company, Vicente Sánchez Biosca o José Luis Castro de Paz la han estudiado y analizado, se le han dedicado sendos monográficos en las revistas Archivos de la Filmoteca (n.º 33, 1999) y Regards (n.º 10, 2006), además de numerosas ponencias en congresos académicos, e incluso un documental: Y yo entonces me llevé un tapón (Alicia Alted Vigil, María Luisa Capella, Dolores Fernández Martínez, 2012).
(3) Àngel Quintana, «El cinema i l’exili: silenci, melancolía i desencís», en Jordi Font (ed.), Reflexionant l’exili, La Jonquera, MUME, 2010.
(4) Paul Ilie, Literatura y exilio interior, Madrid, Fundamentos, 1981, p. 8.
(5) José Luis Castro de Paz, «Cine y exilio: el film como lugar de memoria», en José Luis Castro de Paz, Cine y exilio. Forma(s) de la ausencia, A Coruña, Vía Láctea Editorial, 2004, p. 40.
(6) Jose María Conget, «El cine de los exiliados, el exilio en el cine español», en María Pilar Rodríguez Pérez, Exilio y cine, Bilbao, Deusto, 2012, p. 136.
Por Luis E. Parés (Fuente: Centro Virtual Cervantes)
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