“María Teresa y sus amigos. Biografía política de María Teresa León”
Carmen Domingo
Prólogo: Belén Gopegui.
Editorial Atrapasueños
2018
205 páginas
17 x 24 cm
Durante la Segunda Repúblicafueron muchas las mujeres que, surgidas alrededor del nuevo despertar político de España, no dudaron en reivindicar sus derechos y llevar a cabo sus deberes como nunca hasta entonces se había podido en nuestro país. Entre todas ellas destaca la figura de María Teresa León, poeta, narradora, dramaturga, guionista, articulista, memorialista y, sobre todo, mujer de acción implicada con enorme pasión y arrojo en la lucha política de izquierdas y republicana desde su militancia en el Partido Comunista.
Una mujer excepcional siempre velada por la presencia de su marido, el poeta gaditano Rafael Alberti, que merece un reconocimiento independiente que la sitúe en su justo lugar. En "María Teresa y sus amigos" se desgrana la trayectoria política, unida a la cultural en todo momento, de María Teresa León desde sus primeras intervenciones en prensa en el Diario de Burgos, donde se observan sus primeras reivindicaciones feministas, pasando por su participación e implicación tanto en el devenir de la Segunda República, como en los acontecimientos de la Guerra Civil, hasta sus primeros años de exilio en Argentina momento en el que, quizás por voluntad propia, quizás por apremios económicos, se aleja de su trayectoria política, centrándose más en la literaria y quedándose como cola de cometa.
Inicio del primer capítulo de 'María Teresa y sus amigos. Una biografía política' (Atrapasueños, 2018).
Hija de Ángel León, coronel del Ejército, y de Oliva Goyri, María Teresa León nació en Logroño el 31 de octubre de 1903. Su infancia, debido a la profesión paterna, transcurrió entre Madrid, Barcelona y Burgos, ciudad esta a la que volvería en varias ocasiones y a la que se sintió fuertemente ligada durante toda su vida. De niña, vivió bajo el cobijo de una familia tendente a aplicar las teorías educativas de la Institución Libre de Enseñanza y se educó en un clima de cierta libertad que rompía los rígidos corsés ideológicos y doctrinales de la monarquía decimonónica de entonces.
Esta situación propició que pudiera estudiar y acercarse a los libros cuando muchas niñas no pudieron hacerlo. A pesar de eso, no perdió la perspectiva de su procedencia burguesa que no le dejaba demasiado buen sabor de boca, tanto por la implicación ideológica que tenía, como por lo que a su familia le supuso: “me ha dado pena ver que mis recuerdos de infancia están llenos de recuerdos coloniales. Mi padre salió de la Academia de Caballería y lo mandaron a Cuba. Regresó moribundo. El desastre del Barranco del Lobo, en Marruecos, llevó a mi casa a tres huérfanos desolados, hijos de un hermano mayor de mi padre muerto en acción de guerra…”, recordará en Memoria de la melancolía.
Sin embargo, o quizás precisamente por ese origen, pronto se vislumbró el carácter rebelde y contradictorio de la niña con respecto a sus orígenes. Una rebeldía personal a la que se unieron las influencias familiares y el talante creativo y que la convirtieron muy pronto en una reivindicativa femme de lettres. Una jovencita que empezó a escribir cuando apenas era una adolescente, como reconocerá en Memoria de la melancolía: y que se agarrará a las letras para reafirmar su individualidad: “Me gusta cuando los franceses dicen femme de lettres. Eso, mujer de letras, una junto a otra, no de palabras, de letras sueltas como aquellas que nos servían en la sopa del colegio del Sagrado Corazón. Letras que flotan perseguidas por la cuchara donde iban a morir. ¿Compusieron alguna vez en el plato mi nombre? Femme de lettres. Nunca me he sentido más letrada, nunca he sentido más reverencia por el estado de mi inquietud, por esa comezón diaria en carne propia que me da el escribir”.
Fuente: La Marea
Carmen Domingo
Prólogo: Belén Gopegui.
Editorial Atrapasueños
2018
205 páginas
17 x 24 cm
Durante la Segunda Repúblicafueron muchas las mujeres que, surgidas alrededor del nuevo despertar político de España, no dudaron en reivindicar sus derechos y llevar a cabo sus deberes como nunca hasta entonces se había podido en nuestro país. Entre todas ellas destaca la figura de María Teresa León, poeta, narradora, dramaturga, guionista, articulista, memorialista y, sobre todo, mujer de acción implicada con enorme pasión y arrojo en la lucha política de izquierdas y republicana desde su militancia en el Partido Comunista.
Una mujer excepcional siempre velada por la presencia de su marido, el poeta gaditano Rafael Alberti, que merece un reconocimiento independiente que la sitúe en su justo lugar. En "María Teresa y sus amigos" se desgrana la trayectoria política, unida a la cultural en todo momento, de María Teresa León desde sus primeras intervenciones en prensa en el Diario de Burgos, donde se observan sus primeras reivindicaciones feministas, pasando por su participación e implicación tanto en el devenir de la Segunda República, como en los acontecimientos de la Guerra Civil, hasta sus primeros años de exilio en Argentina momento en el que, quizás por voluntad propia, quizás por apremios económicos, se aleja de su trayectoria política, centrándose más en la literaria y quedándose como cola de cometa.
Inicio del primer capítulo de 'María Teresa y sus amigos. Una biografía política' (Atrapasueños, 2018).
Hija de Ángel León, coronel del Ejército, y de Oliva Goyri, María Teresa León nació en Logroño el 31 de octubre de 1903. Su infancia, debido a la profesión paterna, transcurrió entre Madrid, Barcelona y Burgos, ciudad esta a la que volvería en varias ocasiones y a la que se sintió fuertemente ligada durante toda su vida. De niña, vivió bajo el cobijo de una familia tendente a aplicar las teorías educativas de la Institución Libre de Enseñanza y se educó en un clima de cierta libertad que rompía los rígidos corsés ideológicos y doctrinales de la monarquía decimonónica de entonces.
Esta situación propició que pudiera estudiar y acercarse a los libros cuando muchas niñas no pudieron hacerlo. A pesar de eso, no perdió la perspectiva de su procedencia burguesa que no le dejaba demasiado buen sabor de boca, tanto por la implicación ideológica que tenía, como por lo que a su familia le supuso: “me ha dado pena ver que mis recuerdos de infancia están llenos de recuerdos coloniales. Mi padre salió de la Academia de Caballería y lo mandaron a Cuba. Regresó moribundo. El desastre del Barranco del Lobo, en Marruecos, llevó a mi casa a tres huérfanos desolados, hijos de un hermano mayor de mi padre muerto en acción de guerra…”, recordará en Memoria de la melancolía.
Sin embargo, o quizás precisamente por ese origen, pronto se vislumbró el carácter rebelde y contradictorio de la niña con respecto a sus orígenes. Una rebeldía personal a la que se unieron las influencias familiares y el talante creativo y que la convirtieron muy pronto en una reivindicativa femme de lettres. Una jovencita que empezó a escribir cuando apenas era una adolescente, como reconocerá en Memoria de la melancolía: y que se agarrará a las letras para reafirmar su individualidad: “Me gusta cuando los franceses dicen femme de lettres. Eso, mujer de letras, una junto a otra, no de palabras, de letras sueltas como aquellas que nos servían en la sopa del colegio del Sagrado Corazón. Letras que flotan perseguidas por la cuchara donde iban a morir. ¿Compusieron alguna vez en el plato mi nombre? Femme de lettres. Nunca me he sentido más letrada, nunca he sentido más reverencia por el estado de mi inquietud, por esa comezón diaria en carne propia que me da el escribir”.
Fuente: La Marea