Cinco meses después de la muerte de Oscar Niemeyer, la sede del Partido Comunista en París consagra una exposición a la obra maestra del arquitecto brasileño, la construcción acelerada y futurista de la ciudad de Brasilia.
Tras las elecciones de 1956, el nuevo presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek, confió al equipo de Niemeyer el ambicioso proyecto de urbanizar y desarrollar la desamparada región central del país, con el objetivo de trasladar allí la capital y asegurar así el progreso de toda la nación.
A través de una colección de 200 piezas entre documentos inéditos, fotografías y maquetas la muestra "Brasilia, medio siglo de la capital de Brasil" testimonia la concepción modernista y comprometida de la mayoría de sus creadores, como el urbanista Lucio Costa, el paisajista Roberto Burle Marx o el propio Niemeyer.
"Kubitschek quiso impulsar 50 años de progreso en tan sólo 5 años, entre 1956 y 1960, y aunque el plano piloto concibe únicamente el núcleo de Brasilia, también hubo una evolución demográfica en las ciudades satélite", declaró a Efe la productora artística del proyecto en París, Patricia Trautmann.
La propuesta de transferir la capital al interior de país era una vieja idea que ya defendió el marqués de Pombal durante la época colonial, cuando el centro neurálgico brasileño estaba en Salvador.
No obstante, la evolución cultural, urbanística y política, así como el aire vanguardista que le otorgó la cuadrilla de Niemeyer, lograron desprender a Brasilia de la imagen de ciudad agrícola y rural y la situaron en la escena internacional.
Tanto que 27 años después de la inauguración de la urbe, el 21 de abril de 1960, Brasilia fue clasificada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, convirtiéndose así en la única ciudad construida en el siglo XX que ha recibido este reconocimiento.
Entre los elementos más afamados de la urbe destacan las dos semiesferas invertidas del Congreso Nacional, los 16 pilares de hormigón que evocan unos brazos tendidos sobre el cielo de la Catedral de Brasilia o el Palacio Itamaraty que parece flotar sobre el agua.
"Lo que me atrae es la curva libre y sensual. La curva que se encuentra en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de los ríos, en las nubes y en el cuerpo de la mujer", redactaba Niemeyer, que falleció el pasado 5 de diciembre a los 104 años.
En cinco años Brasilia apareció como un conjunto armónico de formas, volúmenes, membranas, estructuras, vías, espacios llenos y vacíos que dialogan con unos edificios majestuosos y complejos, pese a la sencillez de los elementos combinados.
La epopeya, sin embargo, no fue sólo un asunto de entendidos en arte y desarrollo; como recuerda la exhibición, también lo fue de los más de 60.000 obreros que trabajaron 18 horas al día en "condiciones deplorables" para dar cuerpo y hormigón al "delirio" del presidente Kubitschek.
Oscar Niemeyer entendía, precisamente, la arquitectura como un lugar de creación "al servicio de la emancipación humana y abierto al futuro, lo contrario a un pedazo de historia museizado", puntualizaba el artista.
Durante su exilio político en Francia, el arquitecto brasileño ofreció a sus camaradas del Partido Comunista una sede para la formación en París, que recuerda las curvas y líneas de Brasilia y que es, precisamente, el edificio que acoge la exposición hasta el próximo 29 de junio.
"Niemeyer estaba muy ligado a París y al PCF ya que vivió aquí durante los años de la dictadura brasileña. Por eso hemos decidido emplazar la exposición en la sede del partido, su primera obra en el extranjero, que él mismo concebió de manera gratuita y desinteresada y a la que tenía verdadero aprecio", matizó Trautmann.
Fuente: EFE