Robert Doisneau no es solo el hombre que inmortalizó a los amantes de la explanada del ayuntamiento de París, también es el de los trabajadores. Los de las fábricas de Renault de Boulogne-Billancourt (donde fue fotógrafo industrial de 1934 a 1939), los de talleres y las minas. Aquellos con condiciones de trabajo difíciles. Aquellos que a menudo son olvidados en las obras de arte. Es un fotógrafo comprometido, honrando, que rinde homenaje a los más pequeños y los olvidados. También es un Doisneau que, para el periódico de la CGT La Vie Ouvrière, dio su visión del mundo laboral. El libro recoge una amarga realidad que, más de cincuenta años después, sigue resonando en nuestra memoria y recuerda que incluso ahora, el mundo de los trabajadores no es fácil.
Robert Doisneau no es solo el hombre que inmortalizó a los amantes de la explanada del ayuntamiento de París, también es el de los trabajadores. Los de las fábricas de Renault de Boulogne-Billancourt (donde fue fotógrafo industrial de 1934 a 1939), los de talleres y las minas. Aquellos con condiciones de trabajo difíciles. Aquellos que a menudo son olvidados en las obras de arte. Es un fotógrafo comprometido, honrando, que rinde homenaje a los más pequeños y los olvidados. También es un Doisneau que, para el periódico de la CGT La Vie Ouvrière, dio su visión del mundo laboral. El libro recoge una amarga realidad que, más de cincuenta años después, sigue resonando en nuestra memoria y recuerda que incluso ahora, el mundo de los trabajadores no es fácil.