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"EL CASO FRITZ BAUER": UN HÉROE DE POSGUERRA

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En 1957, doce años después del final de la Segunda Guerra mundial y la desaparición oficial del nazismo, el fiscal general del land de Hesse, Fritz Bauer, se enteró de que Adolf Eichman –criminal de guerra, alto funcionario del III Reich, oficial de las SS Obersturmbannführer y miembro del partido nazi responsable de la logística de la “solución final”- vivía escondido en Argentina. El fiscal Bauer había dedicado toda su vida profesional a enfrentar a sus compatriotas con su pasado, persiguiendo, encontrando, extraditando y juzgando a los criminales nazis que huyeron, o se escondieron, al final de la guerra. Pero el gobierno alemán prefería dedicarse a la reconstrucción del país y no a remover el pasado; en cuanto a los tribunales, optaban por pasar definitivamente la página y no le apoyaron en sus deseos de extraditar y juzgar a Eichman. A pesar de las amenazas de muerte y de las presiones políticas recibidas, el fiscal Bauer contactó con el Mossad –los servicios secretos israelíes- para ayudarles a capturar al criminal, aún sabiendo que su gesto, con Alemania partida por la mitad y la guerra fría preparándose, se consideraba “alta traición al Estado”.

La historia de este peculiar personaje en torno a los cincuenta años, que también era judío, socialdemócrata y homosexual bastante reprimido para “no dar que hablar” ni entre sus pares ni en la sociedad alemana, donde aún quedan importantes rescoldos del reciente pasado nazi (que consideraba criminales a los homosexuales, basándose en una legislación nazi no abolida todavía en los años 1960), es lo que nos cuenta El caso Frtiz Bauer (Der Staat gegen Fritz Bauer), película dirigida por Lars Kraume (Dos hermanas), Premio del Püblico en el Festival de Locarno 2015, protagonizada por Burghart Klaubner (La cinta blanca), Ronald Zehrfeld (Bárbara), Dani Levy (también realizador, Mon Führer: La auténtica y verdadera historia de Adolf Hitler) , Sebastian Blomberg (La condesa) y Laura Tonke (Baader, El impostor).

En los últimos meses, el aniversario del final de la Segunda Gran Guerra nos ha venido proporcionando abundante material cinematográfico en torno a diferentes hechos puntuales de la contienda y, sobre todo, de sus consecuencias sobre los pueblos europeos sojuzgados por la ideología nazi. Hemos visto a lo oficiales alemanes entrando en Francia y en Polonia, a las poblaciones locales huyendo de la invasión, a los resistentes luchando en la clandestinidad, a los seguidores de Hitler saqueando propiedades de ciudadanos judíos, a los que después reducían a cenizas en los hornos de los campos; hemos visto también a los “kapos” y otras especies de colaboracionistas…

En el thriller de Kraume, basado en hechos probados históricamente, que es también una investigación geopolítica y transnacional contra el olvido, la apasionante trayectoria de este “cazador de nazis” que dirigía las operaciones desde el Palacio de Justicia, y cuya mayor frustración fue no poder finalmente juzgar y condenar a Eichman – quien, tras conseguir escapar a los juicios de Nuremberg, fue capturado por agentes del Mossad en 1960, en Buenos Aires, donde llevaba diez años viviendo con el nombre de Riccardo Klement ; trasladado en secreto en un avión israelí, fue condenado a muerte y ejecutado en 1961, en Jerusalén- está contada de forma que recuerda a las historias de espionaje de los años 1950. Quizá sean justamente los pasajes de la caza del criminal refugiado en Argentina los más sugestivos de todo el relato, a pesar de la falta de acción.

Previsible en su desenlace, la narración se detiene también en la homosexualidad y la soledad del personaje, un “héroe” más de la lucha contra el nazismo en la Alemania de ls posguerra, gangrenada hasta en las más altas esferas del poder hasta mucho después de la victoria aliada y la caída del III Reich, como el propio fiscal Bauer intenta explicar a su ayudante y discípulo cuando le dice: “Están aquí, están entre nosotros, son los mismos…”.

El fiscal general Fritz Bauer –fallecido en julio de 1968 en Frankfurt- ya fue el protagonista de otra película, en este caso documental, titulada Fritz Bauer: Tod auf Raten, dirigido por Ilonia Ziok y presentado en la Berlinale dentro de la sección Panorama. Escapando de los nazis pasó la guerra exiliado en los países nórdicos y regresó a Alemania en 1949, consiguiendo ascender poco a poco en la administración judicial para, desde la jefatura de la fiscalía, acabar obligando a los alemanes a enfrentarse a los crímenes del III Reich al organizar, entre otros, el conocido como “proceso de Auschwitz” en 1963, en el que quedó al descubierto toda la mecánica criminal de ese campo de concentración (y, por extensión, de todos los demás). La instrucción de ese proceso es el argumento de la película El laberinto del silencio, de Giulio Ricciarelli, realizada en 2014, en la que también aparecía el fiscal Bauer, si bien el personaje principal era uno de sus subalternos.

Fuente: Ilsa Lund (Crónica Popular)


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