Una huelga en Vizcaya
Vicente Cutanda
Hacia 1892.
Óleo sobre lienzo
275 x 550 cm.
Museo del Prado
Aunque no sea muy precisa la época en la que Cutanda se trasladó a Bilbao, parece ser que vivió en Baracaldo y que llevó, durante un cierto tiempo una vida de obrero, identificándose con él, incluso en su aspecto físico, pues se cortó el pelo y la barba como uno de ellos. Apasionado por esta lucha, pinta el cuadro ’Preparativos para el Primero de Mayo’ y el gran lienzo de enorme fuerza revolucionaria ‘La Huelga de obreros en Vizcaya’ con el que gana la Medalla de Primera Clase en la Exposición Internacional de Madrid de 1892. Este cuadro tuvo una gran repercusión en la vida artística y social de su época.
Obra de grandes dimensiones, representa un grupo compacto, abigarrado, de obreros en actitudes crispadas, que se reúnen exaltados, levantando los brazos de indignación en torno al personaje central, organizador de la huelga.
Sus colores grises y sombríos dan más dramatismo a la escena. En la parte baja, a la izquierda del lienzo, figura una niña delante de una vagoneta sobre la cual firma el artista. Esta niña, de expresión dulce e inocente, es la que da sentido al cuadro lanzando el mensaje de que la huelga supone la liberación de los inocentes, víctimas de la injusticia social. Este cuadro fue cedido por el Museo del Prado al Ministerio del Trabajo de Madrid y desaparecido y olvidado durante décadas, sin que nadie le reclamase ni se interesase por él. Incluso se pensó que quizá durante la Guerra Civil hubiera salido de España. Afortunadamente no fue así. Don José Luís Diez, Subdirector de Conservación del Museo del Prado de Madrid, en su reciente conferencia del 9 de noviembre de 2003, expuso de qué forma, casi milagrosa, halló, en los sótanos del Ministerio del Trabajo, el cuadro perdido, enrollado como si fuera una vieja alfombra, seguramente esperando a que alguien encontrase un espacio para colgarle, cosa nada fácil pues el cuadro mide 3 x 5,50 metros. La gran perspicacia y el tesón con el que José Luis Díez venía buscando el cuadro le impulsaron a desenrollar el viejo rollo, encontrándose con la sorpresa que se trataba de ‘La Huelga de obreros en Vizcaya’. El cuadro se encontraba en un estado lamentable, casi podrido, con la pintura saltada, en una palabra: irrecuperable. Inmediatamente hizo trasladar dicho rollo a los talleres del Museo del Prado, donde se empezó una dificilísima y larga restauración, que toca ya a su fin, llevada a cabo por la restauradora Lucía Martínez Valverde.
El cuadro será colgado en el Museo del siglo XIX del Prado, cuando se terminen las obras de restauración del mismo. Se recupera así, milagrosamente, una de las obras maestras más características de la pintura social española. Todos pensamos que este descubrimiento es una página importante en la historia de la pintura social en Vizcaya. El único punto en el que Cutanda no sigue la moda del momento, es en el tema de las mujeres. Cutanda es un moralista, se podría decir que es un asceta. Nunca pinta mujeres para su placer. No le importa la belleza femenina, ni las relaciones eróticas, ni siquiera las sentimentales o amorosas. Cuando pinta mujeres, éstas están envueltas en amplios trajes que disimulan sus formas y están en actitudes inocentes, familiares, desprovistas de toda sensualidad.
Recorriendo la trayectoria del pintor Cutanda podemos apreciar una evolución coherente y progresiva del artista hacia la representación de la vida del trabajador metalúrgico sin dejar de considerarle en toda su humanidad, tratando sus problemas laborales, familiares, sus trabajos, sus ocios y sus reacciones para lograr un porvenir mejor. Cutanda es un hombre fiel, tanto a sus ideas como a su familia y transita esa fidelidad a lo largo de su obra. La obra de Cutanda es una de las más representativas del realismo social del siglo XIX, y de la vida en los Altos Hornos de Vizcaya.
Mª Luisa Cutanda.
Fuente: Vicente Cutanda (1850-1925): un pintor realista y social. Ondare. 23, 2004, 501-512
ACTUALMENTE YA SE ENCUENTRA RESTAURADO Y PERTENECE A LA COLECCIÓN DEL MUSEO DEL PRADO.