La Guerra (tríptico)
Otto Dix
1929-32
Técnica mixta sobre madera
Retablo central: 204 x 204 cms.
Retablos laterales: 204 x 102 cms.
Predella: 60 x 204 cms.
Gemäldegalerie de Dresde
Otto Dix , pintor expresionista alemán, estudió en Dusseldorf y Dresde en la Academia de Bellas Artes llegando a ser profesor de la última. A los 23 años participó en la Primera Guerra Mundial, como voluntario, para no perderse de esa experiencia. Asimismo lo consideraron muchos de sus contemporáneos que vivieron la guerra llevando a Nietzsche en sus mochila. El empacó material para documentar su estancia en el conflicto.
La obra
Cuando Dix pinto el óleo se desempeñaba como profesor en la Academia de Artes, Dresde. En la obra La Guerra, cuyos antecedentes radican en La Trinchera[1], trabajó muchos años con el objetivo de resumir su vivencia en el combate y de presentarla en forma objetiva. Con ella culmina sus atormentados recuerdos vividos en el frente.
La escena del retablo izquierdo muestra un pelotón de soldados sin rostro, en su mayoría, que emergen de la niebla y marchan lejos del espectador. Solo a dos de ellos vemos de perfil que se miran a los ojos. Los combatientes se desvanecen en un banco de nubes al fondo del cuadro, avanzando hacia el infortunio, al campo de batalla. La niebla simboliza lo incierto y también puede aludir a gas venenoso utilizado por primera vez en Ypres, Bélgica 1915.
En el cuadro derecho observamos un herido que es sacado, por su colega, de una batalla campal llena de cadáveres. Es una zona deformada por cráteres de bombas y que aún arde en llamas. El lesionado es llevado con fuerza obstinada, casi a rastras, por el propio pintor que nos comtempla con cara deshumanizada.
El panel central del tríptico expone el resultado de la refriega: En un cráter, provocado por el impacto directo de un explosivo y que otrora fuera un refugio, se encuentran caídos y lesionados. El resguardo se convierte en una fosa común en donde solo un miliciano permanece erguido. Aquí ya no se pone en ejecución una acción militar. Es un primitivo paisaje de la Guerra total que encierra cuerpos destrozados, árboles carbonizados, ruinas, cenizas.
Estilo y representación
Otto Dix utiliza el tríptico secular como un portador visual en donde une varias escenas. De esta manera la narración progresiva es posible en el eje del tiempo valiéndose de los mismos protagonistas.
La pintura en tres hojas para altares se usaban, también ahora, para culto o adoración. Eran de de caracter público y estaban relacionada con Dios. Las obras de arte seglares modernas operan de igual manera con la diferencia que éstas últimas pertenecen al campo del Museo de Arte. Este género actual estimula al visitante al diálogo, a descubrir y experimentar otros elementos que para algunos esta vedado.
Muchos museos que acogen cuadros de prestigio transforman el ambiente de sus salas en un espacio devocional o un lugar de peregrinación. Ante el cuadro de Picasso Guernica no cesa la oleada de visitantes en Madrid.
Consideraciones significativas
Para leer el retablo de Dix y sus categorías de contenido significativo vale considerar, en primer lugar, la dimensión profunda de contenido en el ramo: Miedo, temor. En este sentido el cuadro La Guerra se clasifica en la tradición de representación catastrófica vivida en carne propia. En las pinturas antiguas eran mas que todo escenificaciones inventadas como la serie de grabados del Apocalipsis de Durero. También recordemos La Masacre de Chios de Delacroix (1824) o el Hundimiento del Titanic (1912) de Beckmann.
La elección del tríptico indica la posibilidad de que el pintor se valió también de los principios históricos de estilo. El Altar de Isenheim del pintor Grünewald, sin olvidar las creaciones de El Greco y Goya, se convirtió para Dix en el modelo artístico a seguir. Estos marcos de referencia lo fueron también para muchos creadores del siglo XX.
Si proferimos acerca del aspecto simbólico de la obra, la interpretaremos como una parábola atribuida al tiempo de Dix. A principios del Siglo XX hubieron creaciones que con frecuencia enmarcaban cuatro áreas temáticas: Miedo, disturbios, dolor y sentir religioso. De este modo el artista nos expone La Guerra como el ciclo de la pasión cristiana desglosada en cuatro fragmentos: Cruz a cuestas, Crucifixión, Descendimiento y Sepultura.
En oposición a la deducción anterior el altar se entiende como el encuentro de la muerte con los vivos: Danza Macabra.. La muerte es incalculable, conduce al hombre al óbito sin preguntarle si está dispuesto para expirar.
Y para contradecir las interpretaciones anteriores se ha señalado que los retablos, leídos de derecha a izquierda, manifiestan las etapas del día: La mañana, el mediodía, la tarde y, abajo en la Predella, la noche.
Hemos observado diversas apreciaciones de las cuales al sentir religioso parece llevar mayor peso alusivo y que sobre ello concluiré. Detengámonos un segundo más en la escena del retablo central que describe el suplicio, patíbulo y calvario del soldado. Un gólgota, cúspide del martirio, que demuestra los escombros de la guerra con un Cristo decapitado ceñido por un alambre de púas, expuesto abajo a la izquierda. Otra alusión al hijo de Dios se le atribuye a la figura envuelta en harapos suspendida en una barra. Su mano descarnada exhorta a la efigie, de piernas perforadas que apuntan hacia el cielo violáceo, a la resurección.
Para el pintor, la mano crispada simboliza la culminación trágica de una de las Pasiones en donde el pensamiento sobre la Resurrección está descartado. La ilustración sobre el pasaje bíblico está ausente en el tríptico de Otto Dix.
Fuente: De Dresde
[1] Obra terminada en 1923 origina un escándalo artístico y mucha sensación en esa época.
Debido al “emocionante material para visitas sensibles“ tuvo que colocarse tras una cortina.
En el período del Nacionalsocialismo fue calificada como Arte Degenerado (Entartete Kunst).
Se presumió su quema en 1939, sin embargo fue vendida por 200 dólares en 1940 y desde entonces desaparecida