¡Trabajadores, ayudad! ¡Votad comunista! (Litografía de George Grosz, 1923-24, 70x46,5 cm)
«SOBRE MIS NUEVAS PINTURAS», TEXTO DE GEORGE GROSZ ESCRITO EN NOVIEMBRE DE 1920.
Publicado en Das Kunstblatt, V, nº 1, Berlín, 1921, pp. 10-13.
El arte es hoy algo absolutamente secundario. Cualquiera que sea capaz de ver más allá de las paredes de su estudio lo admitirá. A pesar de esto, el arte es algo que exige una decisión clara del artista. No es indiferente dónde te sitúas en este negocio ni qué opinas del problema de las masas, que no es tal problema para los que ven con claridad. ¿Estás del lado de los explotadores o del lado de las masas, que están atacando a estos explotadores?
Esta cuestión no se despacha con la vieja mentira de la sublimidad y la santidad y el Estar-Por Encima-De Todo de la práctica artística. Hoy en día el artista es comprado por el especulador de bolsa o el mecenas que mejor pague. A este comercio intermediario se le llama en el estado burgués promoción del arte. Pero los poetas y pintores de hoy en día no quieren saber nada de las masas. ¿Cómo se puede aclarar si no el hecho de que no podamos mostrar casi nada que refleje de algún modo los ideales y aspiraciones, la voluntad de las masas emergentes?
Las revoluciones artísticas de los pintores y los poetas son ciertamente interesantes y valiosas estéticamente pero al fin y al cabo son problemas de estudio, y algunos artistas que se atormentan seriamente terminan por sucumbir al incrédulo nihilismo burgués, ya que se quedan en su propio caldo artístico individualista y no aprenden de manera suficientemente clara a comprender los problemas revolucionarios; se esfuerzan demasiado poco para conseguirlo. Sí, hay pintores artísticamente revolucionarios que hoy en día todavía no se han liberado de las representaciones de Cristo y los apóstoles. Hoy en día, cuando es deber revolucionario hacer propaganda por partida doble para limpiar la visión del mundo de las fuerzas sobrenaturales, de Dios y de los ángeles, para aguzarle la vista de nuevo al ser humano en su relación realista con el entorno. Los ya desde hace tiempo exhaustos símbolos y encantos místicos del más tonto engaño de lo sagrado, de los que la pintura de hoy está llena, ¿qué más quieren? La vida plantea exigencias más fuertes que lo que este sinsentido pictórico aún podría resistir.
¿Qué debéis hacer, qué contenido debéis darle a vuestras pinturas?
Id a una reunión de proletarios y mirad y escuchad cómo la gente, seres humanos como vosotros, discute allí sobre una minúscula mejoría en sus vidas.
¡Entendedlo, esa masa es la que trabaja en la organización del mundo! ¡No vosotros! ¡Pero vosotros podéis colaborar con ellos en esta organización! ¡Vosotros podéis ayudar, sólo tenéis que querer! Y a través de esto podéis aprender a darle a vuestros trabajos artísticos un contenido que se sustenta con los ideales revolucionarios de los trabajadores.
En lo que respecta a mis trabajos en este cuaderno quiero decir lo siguiente: intento de nuevo producir una imagen absolutamente realista del mundo. Pretendo que me entiendan todos, pero sin la profundidad exigida hoy día, a la que no se puede descender sin un verdadero traje de buzo, atiborrado de metafísica y de mentiras espirituales cabalísticas. Con los esfuerzos por crear un estilo sencillo y claro se acerca uno de forma involuntaria a Carrà.1 Sin embargo, todo me separa de él, que quiere ser disfrutado de manera muy metafísica y tiene una posición burguesa. ¡Mis trabajos se tienen que reconocer como trabajos de entrenamiento –trabajar sistemáticamente al pié del cañón– sin vistas a la eternidad! Intento, en mis así llamados trabajos artísticos, construir una plataforma completamente real. El ser humano ya no se representa como un individuo, con psicología refinada, sino como un concepto colectivo, casi mecánico. El destino individual ya no importa. También quiero mostrar, como en la antigua Grecia, símbolos deportivos muy sencillos, que los entiendan todos y se puedan disfrutar sin comentarios.
Limito el color. Las líneas se usan de forma no individual, fotográfica; se construye para dar forma. Retorno a la estabilidad, la estructura, la utilidad –p. ej. deporte, ingeniero, máquina, pero ya no al romanticismo dinámico, futurista.
Se reintroduce el control sobre la línea y el trazo –ya no se trata de conjurar sobre el lienzo coloreados papeles pintados con almas expresionistas. La objetividad y claridad del dibujo de un ingeniero son mejores para enseñar que la verborrea incontrolable de la cábala y la metafísica y el éxtasis sagrado.
No se puede ser absolutamente preciso al escribir sobre su propio trabajo, especialmente cuando se está entrenando constantemente –en ese caso, casi todos los días traen consigo nuevos descubrimientos y una nueva orientación. Pero aún quiero decir una cosa más: el desarrollo de la pintura lo veo en futuros talleres puramente artesanales, no en sagrados templos del arte. La pintura es un trabajo manual como cualquier otro, que puede estar bien o mal hecho. Hoy día tenemos en pintura, como también en otras ramas del arte, un sistema de estrellato –eso va a desaparecer.
La fotografía va a representar un papel importante, ya hoy en día es mucho mejor y más barato hacerse una fotografía que hacerse pintar. A esto hay que añadirle el hecho de que los artistas modernos lo desfiguran todo a su manera –y tienen un peculiar rechazo hacia el parecido con lo representado. El anarquismo expresionista debe terminar. Hoy en día los artistas caen por fuerza en él, porque son ignorantes y no tienen relación con la gente trabajadora. Llegará un día en el que los artistas ya no serán aquellos fofos anarquistas bohemios –sino trabajadores sanos e inteligentes en la sociedad colectivista. Hasta que la masa obrera no consiga esta meta, el intelectual seguirá, incrédulo y cínico, tambaleándose de un lado a otro. Sólo entonces se desbordará el arte de su delgado cauce, en el que hoy fluye anémicamente a través de las vidas de los «diez mil elegidos», y de nuevo se comunicará en forma de corriente copiosa con toda la humanidad trabajadora. Entonces terminará el monopolio del capital sobre las cosas espirituales.
Y así de nuevo el comunismo llevará al enriquecimiento y desarrollo de la humanidad, hacia la verdadera cultura sin clases.
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1. Carlo Carrà (Quargnento, Alessandria, 1881-Milán, 1966). Pintor italiano signatario de diversos manifiestos futuristas. Tras un periodo adscrito a la pittura metafisica fue uno de los artistas más representativos del «retorno al orden» y el nacionalismo del grupo profascista Novecento (n. del ed.).
Traducción de Miguel Angel Albi. Fuente: Crítica, Tendencia y Propaganda. Textos sobre Arte y Comunismo, 1917-1954. Ediciones ISTPART. Sevilla, 2004.